Que Alejandro Sanz enloqueciera con su sola presencia a miles y miles de ticos y ticas no fue casualidad. El español sabe bien cómo poner las emociones de sus fans al máximo y, con vasta experiencia en tarima, en esta nueva visita a Costa Rica derrochó más que amor.
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Con un sonido contagioso de jazz latino, los músicos de Sanz entraron uno a uno al escenario del Estadio Nacional la noche de este jueves, ejecutando sus instrumentos. De último en la fila india, el cantante cerraba la grandiosa entrada; el estadio estalló en aplausos.
Marcó el signo de la cruz dos veces sobre su rostro y cuerpo. Persignado, el artista se puso en manos de su ser supremo para que todo sobre el entarimado saliera bien.
El primer pie en pisar el escenario fue el izquierdo: nada de mal augurio, porque ya se notaba que se sentía bien acuerpado por Dios, su talento, sus músicos y sus fieles seguidores que lo acompañaron en cada letra de sus éxitos de principio a fin.
El recinto deportivo de La Sabana se dispuso en un formato de anfiteatro, algo muy particular que permitió la cercanía del público con el cantautor.
El sentimentalismo fluyó, la dulzura del tour Sirope se sintió a flor de piel, las letras y la música de Sanz marcaron la pauta para que el romanticismo se esparciera por todo el estadio, al igual que lo hizo de forma constante la ceniza que llegó desde el volcán Turrialba.
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El artista fue más que puntual. Cerca de 10 minutos antes de las 8 p. m., subió al escenario. Su repertorio inicial abarcó temas de su último álbum, el que le da el nombre a la gira: El silencio de los cuervos fue la canción con la que rompió el hielo; pero también encendió los corazones con tres grandes éxitos: Desde cuándo , Quisiera ser y No me compares .
Ya lo había dicho en entrevista con Viva : él se encarga de asegurarse de que cada montaje de sus conciertos sea de la mayor calidad y eso quedó evidenciado este jueves. Las luces, el sonido, la estructura iluminada del techo (que subía y bajaba al ritmo de las piezas) y las pantallas fueron un complemento impactante que acompañó de forma especial a sus temas.
Además, cabe destacar, que como el mismo músico afirmó también, la presencia femenina en la guitarra eléctrica el piano, la trompeta y en los coros; le pusieron una intensidad que llevó al máximo las interpretaciones.
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Magia. Todo el espectáculo estuvo cargado de adrenalina, pero hubo dos momentos en los cuales se sintió aún más la magia.
El medley en el cual interpretó Amiga mía , Mi soledad y yo y Y, ¿si fuera ella? erizó pieles y llenó de lágrimas muchos ojos. Pero cuando Sanz paró un momento y dijo: “Esta canción la escribí hace apenas una semana y la voy a estrenar en Costa Rica, espero que les guste”. La curiosidad del público se vio incitada; pero al sonar los inconfundibles acordes de Corazón partío el público se rindió ante su voz y lo acompañó gritando, bailando, tomando fotos y gritando más.
La fiesta sobre el escenario no paraba y contagiaba al público, los músicos de Sanz forman parte del espectáculo no solo con sus instrumentos, sino que crean junto al cantante una sinergia divertida llena de complicidad; se ve que ellos lo disfrutan también al máximo.
Esa energía hizo que los fans del español no se sentaran ni un momento y demostraran su gran admiración por el cantautor quien también se ve muy bien físicamente con el pasar de los años.
Tres de las seguidoras que derrocharon pasión por el español fueron Sandra Araya y Rebeca y Rossi Oviedo, quienes partieron al mediodía de este jueves desde Tilarán para ver al cantante desde las primeras filas.
Ellas prepararon una serie de pancartas con mensajes para quien, por esa noche, fue el dueño de sus suspiros: “Yo sí me sé Corazón partío ”, “La música no se toca, yo sí” o “Soy tu mejor sirope”.
“No hicimos el de 'pisando fuerte' porque creímos que no nos iba a entender”, confesó Araya entre pícaras risas. “Ya no está tan joven, ero esas canas son muy sexis ”.
La música siguió con Looking for Paradise , que dedicó especialmente a Costa Rica, Camino de rosas , Zombie a la intemperie y Labana .
Al cierre de esta edición, Sanz se sentó al piano ataviado con la camiseta del portero Keylor Navas, y así demostró su admiración por el arquero tico y su amor por el Real Madrid. Así, amando también a los ticos, el español se despedía con ¿Lo ves?