Elegancia y romanticismo pueden ser dos adjetivos que definan la prolífica carrera del cantautor salvadoreño Álvaro Torres, quien con casi cuatro décadas de carrera, sigue conquistando corazones con sus composiciones musicales.
De origen humilde, el artista centroamericano ha sabido mantenerse en el gusto de su público, a pesar de que –como él mismo reconoce– su éxito más grande y reconocimiento internacional le llegaron en la década de los años 80.
Torres visitó hace un par de semanas Costa Rica, para promocionar su último disco titulado Otra vida y de paso para confirmar su próximo concierto en suelo nacional, que será en el mes de julio.
La vigencia de esta artista no es cosa del azar, su trabajo ha sido muy constante y Torres está muy consciente de que sus mayores éxitos siguen alimentando su carrera y que no puede (ni quiere) deshacerse de ellos.
“Para mí, seguir vigente es un logro que, aunque considero que mi éxito no ha sido apoteósico como el de Maluma o Ricky Martin, es digno y hermoso. El camino ha sido cuesta arriba pero lo he disfrutado en cada instante a lo largo del tiempo”, dijo.
Consciente de que su producto final es el que lo ha mantenido en el gusto de la música popular, Torres confesó que el gran secreto de su amplia trayectoria ha sido la sinceridad con la cual ha trabajado y que, a pesar de que le costó acostumbrarse a las nuevas formas de distribución del material y de las plataformas digitales, él se dejó también encantar por los movimientos actuales.
“El tipo de canción que yo escribo y la melodía tienen un alto porcentaje de realismo, porque la mayoría se basan en historias que me ha tocado vivir, he sido muy enamoradizo y cada una de mis musas tuvo su canción. Hay nuevas corrientes musicales que han abatido a los baladistas; pero, aunque yo mantengo una honestidad con mi trabajo, he aprendido a dejarme también aconsejar por ideas más jóvenes como las del talentoso Alejandro Jaen y de mi hijo Astor”, agregó.
No mucho ha cambiado del Álvaro Torres que con 12 años escribió y dedicó su primera canción: Dulce amiga . Él sigue haciendo odas al amor, al desamor y a todo lo que en medio de estos dos sentimientos se genera. Esa canción, con la dulzura y la inocencia que inspiraron el primer amor, sigue estando presente en sus piezas; incluso, en las nuevas canciones que presenta en el disco Otra vida .
“Aún hoy, con 27 años de casado, mi mujer ha sido la inspiración de muchas canciones, eso pasó con el tema Otra vida , en el cual habla el Álvaro enamorado de su pareja y de la vida que han compartido juntos. En esa canción reflexiono sobre si habrá otra vida y, si eso es verdad, quiero conocer de nuevo a mi mujer y estar en el mismo lugar donde la enamoré”, recordó.
¿Vale la pena seguirle cantando a esos sentimientos? La respuesta del autor es directa y contundente: “¡por supuesto que sí!”. Torres afirma que durante todo su camino artístico ha mantenido la esperanza de que sus producciones sirvan para ayudar de alguna manera a sacarle algo bueno al ser humano. “No entiendo por qué hay tanta hostilidad en el comportamiento humano. Mi deseo es que a través de la música se puede hacer un llamado al amor y a las buenas acciones”.
Personal y actual. Tal vez una de las canciones más importantes en la historia de Álvaro Torres es la conocidísima Hazme olvidarla ; precisamente, es el tema que el salvadoreño le cedió a la artista nacional Fernanda Rodríguez para que ella hiciera su propia versión.
Sobre el detalle de que hay un nuevo público joven que se interesa en su trabajo, el compositor se siente muy honrado y asegura que también eso se lo debe a las plataformas digitales y a las redes sociales, de las cuales se confiesa fanático.
“Puede ser que en este momento a un muchacho de 15 años no le interesen mucho mis canciones, pero conforme van madurando van buscando algo diferente y dedicar una canción mía a un amor les va a servir mucho. Los jóvenes van buscando cosas que los lleven a una mejor comunicación romántica y ahí es donde vamos apareciendo los artistas de los 80; al final, todos somos hijos de esa década que fue tan maravillosa”.
Entrando en temas más personales de Torres como artista, hay que destacar no solo que se mantiene muy jovial y que parece que los años no pasan por él. Además, es destacable que su voz se mantiene intacta y que sigue poniéndole ese sonido particular a sus presentaciones en vivo.
“En realidad soy algo flojo para ensayar, no quemo muchas energías en eso. Sin embargo, soy muy responsable con mi trabajo y me cuido mucho: no fumo, no tomo, no bailo pegado (bromea). Pero como todo trabajo, hay que empeñarse y ser cuidadoso con todos los pequeños temas y aunque cansa mucho estar viajando y en chequeos en aeropuertos, mi mayor regalo son las dos horas que estoy en un escenario cantando y recibiendo todas las buenas energías de las personas que me han regalado su cariño incondicional”.
Hay un pasaje en su vida artística del cual hay que hablar, ya que durante algún tiempo Torres dedicó su talento para interpretar canciones de corte espiritual y de alabanza, algo que, poco a poco, con el pasar del tiempo fue quedando descartado de su repertorio.
Ese cambio espiritual se propició después de que el artista resultara ileso de un terrible accidente en carro. “Ese accidente fue tremendo, una persona falleció. Pero en medio de todo, salimos ganando porque al caer a ese abismo pudimos haber muerto todos y yo resulté solo con un raspón artificial”, recordó.
Sin embargo, al consultarle por su faceta de música espiritual, el cantante afirmó que no le gusta tocar ese tema por un asunto personal.
“Siempre trato de evitar ese tema porque a lo largo del camino uno va recogiendo y va desechando y así pasó. Descubrí que no hay una verdad absoluta, y que me perdonen, pero yo tengo mi propia verdad y prefiero mantenerla para mí”, dijo.
Torres sigue convencido de que le falta mucho por hacer y, en medio de esas ilusiones, cumplirá un sueño muy grande para su vida: realizar una gira por varias ciudades de Europa. Después de ese recorrido retomará su relación con México con varias presentaciones y cantará en Costa Rica.