Conforme se engrosa la discografía de Opeth, resulta más difícil definir y delimitar cuál es su campo de acción como banda.
El concierto en Costa Rica, y el repertorio elegido para la gira actual es una justa muestra de cada una de esas facetas, por lo que, a fin de cuentas, la clasificación estricta por género deja de tener mayor sentido.
El mismo vocalista y guitarrista Mikael Åkerfeldt lo advirtió en alguna de sus oportunas intervenciones durante el show : “Ustedes escucharán un poco de death metal, metal progresivo y rock progresivo...”.
En la actualidad, y después de pasar por varias etapas desde que fundó el proyecto en 1990, cada una de esas vertientes le da forma al proyecto sueco. Además, estas se integran para darle vida a cada uno de los temas que, en promedio, tienen una duración de unos diez minutos.
La extensión de las piezas es lo de menos, no se cae nunca en el aburrimiento, no hay espacio para el desgano, mas sí para el asombro y la concentración.
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La versatilidad de la banda (así como del setlist) ofrece vivos retratos de todo lo que se esperaría. Se aprecia la faceta más pesada de los primeros discos, inclinada de manera pronunciada hacia el death, pero además explora los temas más “suaves” y vintage de los dos últimos discos (Heritage y Pale Communion) donde quedaron de lado las voces guturales y los riffs acelerados.
Además, con Windowpane, el repertorio hace gala de una de las joyas favoritas de la discografía para algunos fiebres de Opeth, el álbum Damnation (2003).
En cualquiera de los dos (o más) hemisferios en los que oscila la banda, se manifiestan de forma clara varios de los elementos que la han hecho un espécimen único e irrepetible en la amplia biodiversidad musical.
En esos términos se puede hablar de las armonizaciones entre guitarras; los arpegios de guitarra clásica con progresiones siempre oscuras e inesperadas; los cambios bruscos entre secciones diametralmente opuestas pero siempre acertadas, que pasan de lo veloz e intenso a lo melancólico e introspectivo, casi segmentando cada tema en varios movimientos.
Se destaca la voz única de Åkerfeldt, que se desenvuelve tan bien del lado gutural como en los pasajes melódicos, así como las dinámicas que se construyen de manera antagónica o complementaria entre los instrumentos, todos tocados magistralmente.
Estos son sellos indiscutibles impresos en las composiciones que, en vivo, generan un vaivén particular entre la euforia y la relajación del público.
El concierto en Club Pepper contó con un sonido digno para el espectáculo. Solo así se pudo disfrutar con plenitud de las canciones donde cada instrumento es protagónico y complementario simultáneamente, permitiendo así detectar los finos detalles que la banda algún día grabó en disco y ahora interpreta con la misma precisión en el escenario.
Banda: Opeth
Telonero: No hubo
Lugar: Club Pepper
Fecha: 16 de julio
Organización: Blackline Productions