Todo fue puntual: Entrelineas, Capital Cities, Enrique Iglesias, las lágrimas, el baile, el éxtasis.
En una noche con una mezcolanza musical poco previsible, los esqueletos se menearon en La Guácima a buena sincronía con el reloj y mejor aún con el ritmo.
Este sábado el Parque Viva lució casi lleno, pero más importante que eso, se lució con movimientos sensuales, intensos, cadenciosos, románticos...
De todo hubo gracias a que cada uno de los artistas de la noche se preocupó por mantener arriba el ánimo. Al final de la noche, aquello pintaba como una misión cumplida.
A las 6 p. m. Entrelíneas, la agrupación nacional invitada inauguró el escenario con entusiasmo, con temas propios y una selección de covers en español. Había suficiente gente presente y, a diferencia del estreno de este mismo espacio, esta vez no se escuchaban quejas de los asistentes sobre presas o desórdenes en las afueras del recinto.
La fórmula de Capital Cities no fue tan distinta a la de la banda local, pues le dúo angelino le dio al público tanto muestras de su disco debut, como de versiones bailables de piezas de Madonna, Bee Gees, Prince y Michael Jackson, hasta que puso al aforo de pie (ver recuadro y nota aparte).
Sin embargo las baterías apenas se estaban cargando y la noche esperaba a alguien más para que le sacara el jugo a la audiencia. ¿Querían a Enrique? Aquí tienen a Enrique...
En su tercera visita a Costa Rica, el cantante español puso en tarima todo lo que su gira actual promete: Sex and Love .
El nombre de su último disco (2014) también explica bien lo que Iglesias traía en el bolsillo: canciones suaves, como para enamorarse y otras más candentes, como para cantarlas y bailarlas.
A las 8:30 p. m. el artista que el próximo viernes cumplirá 40 años brincó a tarima. Venía con gorra verde, t-shirt roja y pantalones negros ajustados. De cualquier forma en la que saliera vestido, su sola aparición vendría acompañada de gritos.
Sin imprevistos, así fue.
Detrás suyo lo acompañó una banda de siete músicos y una corista que lo cubrían cada vez que él se separaba del micrófono a pegar brincos, seducir al público o levantarse la camisa. Aquellos artistas repasaron pasajes de pop, flamenco, rock y baladas, pero vayamos poco a poco...
Cada vez más alejado de las baladas para acercarse más a las bailadas, Iglesias empezó su show en inglés, con Tonight y I I Like How it Feels . Luego el asunto se puso más meloso, con No me digas que no , una colaboración que originalmente el artista grabó junto a Wisin y Yandel.
Con el concierto apenas comenzando, le seguiría uno de los puntos más esperados de la velada: Bailamos .
“Claro que sí”, le respondió la audiencia con una respuesta automática que viajaba de los pies, a la cintura y a la sonrisa. “Esa es la única que me sé”, se escuchó decir a un muchacho cuando comenzó el tema.
¡Ay sí! Todo el Parque Viva parecía conocer la pieza de principio a fin. Aquella melodía de 1998 tenía a la audiencia en éxtasis cuando apenas habían pasado 20 minutos de concierto, pero había más...
En completa oscuridad, Enrique se agachó a tomar las manos de las personas ubicadas en las primeras filas. Una tonada suave estaba por empezar: El perdedor .
Un par de amigas comenzaba a llorar, otra muchacha sacaba el teléfono para hacer video, un fulano abrazaba a su novia desde atrás. Un padre se cruzaba de brazos mientras su hija cantaba a todo galillo. Un muchacho cantaba como a escondidas, otro revisaba en redes sociales los reportes de “la pelea del siglo”...
Todo lo que se escuchaba era un coro al unísono: “No, no vayas presumiendo, no / Que me has robado el corazón / Y no me queda nada más / Si, prefiero ser un perdedor”.
Ninguna otra tica, sin embargo se escuchó tan fuerte como la que estaba por caminar hasta quedar a lado de Iglesias para el próximo tema. Aquella mujer se llevó los aplausos apenas fue enfocada por la cámara.
Era Debi Nova, quien se sentó junto al veterano español. Entre los dos, y con las voces del público como apoyo, sonó Loco . “¡Woooo!”, era todo lo que se oía cuando la pantalla gigante mostraba a ambos músicos abrazándose, tomándose de la mano y girando suavemente hasta quedar en un silencio largo que conduciría hasta un estribillo más y luego a un mar de aplausos.
Desde cerca. Musicalmente la segunda parte del concierto bajó en revoluciones. Cuando y Be With You no generaron tanto impacto como las piezas previas, pero, mientras tanto, Iglesias se acercaba al público y se lo echaba a la bolsa, invitándolo a festejar con él.
Para estar más cerca de la acción, el cantante brincó de la tarima hacia la parte baja, chocando manos, lanzando besos...
Más tarde un grupo de mujeres, evidentemente fanáticas, subieron con él, llegaron a tocar a su ídolo, lo abrazaron, lo apercollaron y se tomaron un selfie a su lado. Mientras tanto, las melodías eran todas instrumentales, pero le seguiría una de las piezas más aplaudidas: Hero .
El tema lanzado en el 2001 le devolvió el coro al anfiteatro y llenó el aire de confetti, en una lluvia que explotó desde la orilla del escenario. En medio de aquella tormenta blanca, Enrique desapareció.
Se le vio de nuevo hasta que, sorpresivamente, las luces lo encontraron en otra tarima, una más pequeña ubicada en medio del público. Llegó allá escondido, y saldría de la misma forma.
Vinieron más gritos. Vinieron más alaridos. En otro acercamiento más, Enrique subió con él a José Antonio Segura, un muchacho de 17 años visiblemente emocionado. Poniéndole el brazo sobre el hombro, el español cantaba la ansiada Experiencia religiosa . Jose, sin embargo, resultó saberse mejor la melodía que el propio Enrique.
El español parecía trastabillar con una de sus piezas más esperadas, uno de los clásicos de su carrera que este 2015 cumple 20 años.
El show retomó los tintes de fiesta mientras el final se acercaba. Enrique volvió al escenario principal con la misma energía con la que comenzó el concierto. Ya no había barreras entre la audiencia y el artista; ambas partes parecían preparadas para más.
El perdón levantó las palmas pero Bailando llevó al Parque Viva al éxtasis. La pieza del más reciente disco del artista erizó la piel desde las primeras filas hasta las últimas, en la zona del zacate, donde parecía haber más bailarines, aprovechando el espacio sobre la “pista verde”.
Como si aquello no hubiera sido suficiente, Enrique Iglesias soltó una bomba más: I Like It , proveniente de su último disco bilingüe: Euphoria .
Con todavía más euforia, la audiencia costarricense celebró frente a una explosión de humo blanco, más confetti y bolas gigantes de color blanco; cada una de ellas con la leyenda “Sex and Love”, la misma que trajo a un Enrique Iglesias, cada vez más cerca de los 40, y cada vez más cercano a una fanaticada que parece no escatimar en cariño para un artista que no quiso salir de nuevo al escenario por más que le rogaran por una pieza adicional.
A las 10:00 p. m., tan puntual como el inicio, el concierto había llegado a su fin.