Bajo el resguardo del sol y la luna, miles de personas se dejaron llevar por un viaje de alegría, transformación y cultura del que no volverían nunca más.
Durante cuatro días y tres noches, almas libres se reunieron en un santuario natural en el cual pudieron dar rienda suelta a sus creencias, a su forma de vida alternativa y al amor en medio de mucha tolerancia entre unos y otros.
Así fue la sexta edición del Festival Envision, que se llevó a cabo desde el jueves y hasta este lunes, en Uvita, Puntarenas. La actividad se realizó en la finca privada La Merced, que se convirtió en una comunidad de filosofía de paz.
Todo era comunión humana con la naturaleza en un marco de respeto total por el lugar que albergó a 4.700 almas de turistas nacionales e internacionales durante las jornadas de música y expresiones de arte.
La finca de aproximadamente siete hectáreas se transformó en un pequeño pueblo con espacios para la alimentación, el esparcimiento y la meditación.
Familias enteras o personas por su cuenta encontraron un lugar idóneo para conocer su interior, tanto en las clases de yoga como en las charlas sobre medio ambiente y temas de género y respeto mutuo.
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Dentro de los límites de La Merced, vivir así era una manera de escapar del bullicio de la ciudad repartiendo abrazos o compartiendo la comida con el vecino. Esa fue la imagen constante de la actividad.
Cada ser humano estaba en lo suyo: unos reflejando su talento en pintura o acrobacias con fuego. Otros tocaban rústicos instrumentos en grupos pequeños de los cuales también los niños eran partícipes y tal vez, unos pocos más meditando a solas bajo un árbol.
Dentro de una esfera que parecía sacada de un sueño, vivir durante cuatro días a la orilla de playa Hermosa , pudo cambiar muchas perspectivas de vida y, al salir del lugar, los corazones bien podrían aspirar a vivir en un mundo mejor; un lugar donde el respeto por el espacio ajeno y la convivencia pacífica con las personas y la Tierra se puede lograr.
En línea con esta ideología, la organización del evento dedicó grandes esfuerzos para que la huella del festival no afectara el medio ambiente con prácticas de reciclaje y reutilización.
El lugar se mantuvo limpio, sin basura o restos de desechos por ningún lado. ¡Muy bien hecho!
Oferta artística. La música en Envision, fue una de las notas más altas durante su desarrollo.
En cuatro escenarios impresionantes las notas musicales fueron amas y señoras de la actividad.
Los números artísticos se desarrollaban a toda hora; la oferta fue tan variada que cada una de las tarimas siempre estuvo llena.
Por el escenario de la imponente Tarima Sol pasaron diferentes géneros que cautivaron a públicos heterogéneos en gustos, pero que se dejaron encantar en cada presentación de talento costarricense y foráneo.
Desfilaron por ahí, ente otros, los ticos de El Kombo Style, Patterns, Sonámbulo, Un Rojo, Santos y Zurdo y Calavera y la Canalla. También contaron con la participación de grandes propuestas internacionales como Elephant Revival, Dirtwire y Beats Antique.
Por las otras tarimas, igual de hermosas en su construcción, también hubo destacadas presentaciones. Village y Lapa fueron el hogar de una amplia diversidad de artistas: en el primer espacio participaron Mimayato, Sam Klass, Guadalupe Urbina o Patricio Torres; mientras que Lapa fue destinada para el house y otras mezclas electrónicas con grandes como Melissa O, Faceblind, Javier Portilla y Atish.
Impresionante. En medio de la magia del Envision , uno de los momentos más emocionantes de todo el festival sucedió al amanecer del domingo.
En la Tarima Luna la fuerza fluyó de una manera impresionante. La madrugada del domingo fue el espacio perfecto para que ocurriera una especie de emancipación de energías negativas.
Un par de horas antes de que el sol apareciera, en las manos de Simon Posford, el inglés que forma parte del proyecto Shpongle, estuvo la preparación para el gran momento con una dosis de trance psicodélico que llevó las emociones al extremo.
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Con la llegada de los primeros rayos del sol a iluminar el escenario, la mente de los presentes cambió de forma inesperada para los ojos de alguien que nunca había presenciado algo igual.
Llegaron los beats de Random Rab quien con su inspirador set llevó las almas al límite.
Un abrazo eterno y compuesto por cientos de personas fue el gran protagonista de la llegada del día. Resultó ser el momento más hermoso de todo el festival: en una dosis de energía incontrolable, los peregrinos se unieron en todo amor para celebrar sus vidas y las vidas de los otros.
La comunidad asentada en La Merced durante cuatro días experimentó diferentes crecimientos y transformaciones ideológicas, de eso no hay duda.
El Festival Envision, una vez más, conquistó corazones y cambió algunas vidas.