A finales de julio, Stafford Fitzgerald Haney culminó con su ejercicio como embajador de Estados Unidos en Costa Rica. El diplomático estuvo tan solo unos días libres hasta que aceptó un “trabajo” completamente diferente al que estaba acostumbrado: ser una de las figuras del concurso Dancing with the Stars ( DWTS ).
Para Fitz Haney, este desafío no es tan descabellado. Siendo una de las estrellas de DWTS, se probará a sí mismo sobre lo que es capaz en cuanto a baile, y además, demostrará “otra cara” de un exembajador.
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Con su usual sonrisa y su bien aprendido y pronunciado español, Haney habló de su familia, de las vicisitudes de la vida, y de su estancia y cariño por Costa Rica, país en el que viven desde hace dos años y en el que proyectan permanecer, al menos, un año más.
Sentados en la sala de su casa en La Sabana, rodeados de flores y con sus libros y portaretratos como observadores inertes, Haney conversó con La Nación , sin titubear ninguna respuesta, sobre lo que implica esta participación en su vida, oportunidad que le permite bailar, pero también, pasar más tiempo con la familia.
“Ahora estoy buscando a los niños en la escuela, buscándolos cuando tengo que buscarlos y haciendo cosas que un papá hace. Estoy bailando muchísimo y también pensando en mi próxima fase de vida en negocios, pensando cómo debo hacerlo”, dijo.
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Hábleme de su familia...
Somos seis y un perro. Mi esposa es rabina, todos somos judíos. Tenemos cuatro hijos: Asher, un hijo de 15 años y tres niñas: Nava, Eden y Shaia de 12, 9 y 5 años respectivamente.
¿Cómo va la recuperación de su esposa?
Gracias a Dios ahorita está bien. Nos tomó casi un año confirmar en Estados Unidos la enfermedad. En marzo del 2015 fue diagnosticada con cáncer de mama y fue difícil. Empezamos quimioterapia en Israel, porque estuvimos viviendo ahí en ese instante. En mayo del 2015 salimos de Israel en medio de su tratamiento y terminamos el tratamiento acá en Costa Rica (cuando empezó sus funciones como Embajador). Esto pasó hace año y ocho meses y arrastra la vida de cualquiera. Nosotros hablamos con expertos del mundo y nos dijeron que Costa Rica tiene tratamiento de primer mundo, de primer nivel y nosotros decidimos seguir acá (el tratamiento).
¿A qué se dedica ahora?
(Risas). Bueno por ahorita estoy en Dancing . He pasado como un mes sin trabajar. Por ahorita estaré de lleno en Dancing . Y estoy viendo a ver cuál va a ser ese próximo paso de la vida. Creo que voy a volver a ser un hombre de negocios. Yo trabajaba antes en finanzas en una firma en Nueva York y a lo mejor vamos a seguir en eso desde acá y trabajando para ellos.
Dedicado de lleno a DWTS , ¿cómo van a subsistir durante este tiempo?
El tipo de residencia que nosotros tenemos me prohíbe trabajar en Costa Rica. De hecho todo lo que no sé es cuánto es, pero lo que darán (dinero) para estar en Dancing lo donaré a la fundación Ana Gabriela Ross.
En el pasado tenía negocios (finanzas, lo que hacía antes) y ahorramos dinero y de eso es de lo que vivimos ahora.
Viene de un mundo de diplomacia, donde todo se rige por protocolos. Ahora entra a un mundo hiperactivo, de reflectores, de baile...
Creo que es un cambio total. Una de las razones por las que quise hacer el programa es por reto personal, porque me está sacando por completo de mi zona de confort. Soy serio pero con sentido del humor.
Esto me está sacando de esa zona para estar un poco más abierto, digamos. Estoy aprendiendo de baile pero de mí también, por eso es que quise hacerlo. Más que nada también para mostrarle a mis hijos que cualquier reto si se le dedica el esfuerzo se puede lograr. Vamos a ver por cuánto tiempo duro en esta competencia.
¿Pensó mucho para aceptar?
Me dijeron que estarían felices si yo participaba. Creo que soy el primer exembajador que ha participado. No acepté super fácil (risas), pero la familia me ha apoyado y me decían: por qué no lo haces.
En este país el medio es pequeño, difícilmente alguien pasa inadvertido, ¿está preparado para esta exposición en la que pierda parte de su privacidad, o se convierta en blanco de críticas?
Bueno, eso es parte de lo que vive un diplomático también. O sea, la mayoría de la gente siempre ha sido muy amable y muy respetuosa, pero no a todo mundo le va a gustar lo que uno hace, entonces es lo mismo en diplomacia. Una cosa que sí vivía, a lo mejor por ser quien soy, a lo mejor porque tengo cuatro hijos bastante chiquitos, es que nunca he sido el embajador que vive en el castillo que está detrás de las murallas que no se puede tocar ni nada. Desde que llegué siempre he sido una persona que sale a la calle a hablar con la gente, salía a caminar para comprar mi propio café.
A lo mejor más gente me va a conocer y va a querer criticar, o halagar o reírse. No sé, yo lo quería hacer porque creo que va a ser muy divertido como ha sido hasta ahorita. Vamos a ver qué pasa.