Los Florian Droids se sienten como osos de agua, esos animales microscópicos e invertebrados, también llamados tardígrados, que salen ilesos de prácticamente cualquier situación. Si están en el vacío espacial, permanecen intactos; si se someten a altas temperaturas, siguen con vida; si durante un siglo no tienen agua, hibernan, y nada los atrasa cuando se enfrentan a grandes dosis de rayos ultravioleta.
Luego de cortar relaciones con el sello discográfico Autómata Records –que produjo y publicó su disco debut homónimo hace más de tres años–, el cuarteto costarricense de rock tuvo que empezar desde cero la grabación, confección y producción de su segundo álbum.
Las adversidades, según cuentan, fueron múltiples, pero el llegar con vida al otro lado del túnel le dio a Florian Droids una enorme fuerza.
Formada hace cuatro años y considerada por parte de la crítica especializada –local y extranjera; desde 89decibeles hasta Mute– como uno de los diamantes en bruto de la música costarricense, la banda desvela Osos de agua, disco que tanto tiempo le consumió y que ahora se perfila como una de las más importantes obras de arte hechas en el país.
Mediante nueve canciones de calidad astronómica, Osos de agua es parte relato y parte manifiesto. Explica con ritmos, melodías y poesía el porvenir de cuatro seres de vibrante luz que se alimentan de discos de rocanrol, que provocan sinestesia en todos sus acordes, que infunden emociones variopintas y que todos los días vuelven a nacer, a veces en forma de insectos y otras a la espera de un rayo de luz.
Supervivencia. “Comprendimos por dónde iba el norte del disco, luego de ver un documental sobre los tardígrados”, manifiesta el baterista Francisco Araya. “Asociamos lo que nos había pasado como agrupación, al pasar por tantos desmadres, cambios de estudio, pegas en la grabación y cosas que no salían bien, con el oso de agua, que le pasa de todo y el mae sigue llevando palo y aguantando”.
La analogía de los músicos con los tardígrados es reflejo de la personalidad de un grupo que encontró la mejor solución posible a sus problemas, pero también la más ambiciosa.
“Queríamos que el disco saliera como queríamos sin que nadie nos dijera qué podíamos o no hacer”, recuerda Jorge Guri (tecladista y vocalista), quien aprovechó la curiosidad que siempre le causó la ingeniería de sonido para abrir junto a un socio Lúcuma Estudio, su recinto de grabación.
En un constante prueba y error, el tecladista tanteó el estudio con los Droids en los sencillos La bestia subdérmica y Bípedo implume (la banda sonora de Por las plumas). “Fue como una especie de escuela para meternos en el disco”, cuenta Guri, quien no escatimó en darle una identidad complementaria a esos sencillos y a cada tema en Osos de agua, por medio de la experimentación de técnicas de grabación.
El experimento fue “lanzarse al vacío; un suicidio”, dice él, pues era complicado capturar la profundidad sonora que el grupo estila. El resultado final, tras la mezcla del ingeniero de sonido Giancarlo Tassara, es un disco hondo con un sonido crujiente y con muchas capas sonoras que encapsulan canciones para la eternidad.
Alusiones. El paquete de referencias e influencias en las letras y la música de Osos de agua es enciclopédico, pues el disco es una horda de temas existenciales que, al ser observados individualmente y con lupa, conquistan temáticas más extensas que la fragilidad de la existencia.
Por ejemplo, la canción Yuri Gagarin es un guiño al astronauta soviético, quien fue el primer humano en viajar al espacio exterior, travesía durante la cual presuntamente dijo la célebre frase: “Aquí no veo a ningún dios”.
“Yo creo que Yuri es el superhéroe de la humanidad o lo que más se ha parecido”, opina el cantante y guitarrista Pablo Rojas, escritor del tema en colaboración con un amigo. “No sé mucho de astronomía, pero me parece poética la figura de él, y lo que hizo mi amigo fue traer esa concepción espacial a algo más terrenal, que mostrara la faceta humana del astronauta”.
Referencias cósmicas las hay al por mayor, ya sea en títulos como Volans (una constelación) o en la historia de canciones como Casa (grabada junto al dúo Monte), que habla de un personaje que cruza el cosmos buscando a alguien o algo de estrella en estrella, mientras se alimenta de discos de rocanrol.
Gregorio (despierta con su flanco izquierdo vacante), uno de los puntos más altos del disco, es una referencia directa al libro La metamorfosis, de Franz Kafka, cuyo personaje principal se convierte en un gran insecto de la noche a la mañana.
“La pieza está inspirada en ese sentimiento que uno tiene a veces, cuando se despierta y se siente mal, como si fuera una cucaracha; cuando se levanta y cree que ya no es humano”, asegura el bajista Álvaro Díaz, quien escribió parte del tema.
En materia de composición y grabación, hay notables referencias a otros artistas como Electric Light Orchestra, Yes, los Beatles, Pink Floyd y los Beach Boys, banda a la que Guri quiso homenajear en Vos, el primer sencillo del disco y una canción basada en el clásico God Only Knows, del icónico álbum de 1966 Pet Sounds.
Hogar. Cartago es casa de la Negrita, del Chiqui Brenes, del frío del mundo y de estos cuatro astronautas, especialistas en un rock que no es progresivo ni psicodélico, y que tampoco es folk pop ni rock alternativo, pero que es todo eso y algo más; tipos que en sus temas dicen que lo poco que tienen es mucho y que evolucionan cada vez que el destino baraja el mazo de cartas.
En un tema, Florian Droids puede ser un grupo enérgico y pesado, y en otro puede ser sombrío y tranquilo, con una capacidad inmensa de sumar texturas disímiles en sus canciones, que podría ser una consecuencia de la vida en Cartago.
“Tal vez no por el lugar sino por las experiencias que uno tiene en Cartago, sí influye en nuestra música”, alega Araya. “Es una ciudad muy tranquila y prácticamente es un pueblo hotel donde uno solo llega a dormir y luego agarra para San José. Las cosas que pasan y la historia que uno tiene en el lugar influyen en cómo uno percibe la vida”.
Díaz complementa: “Solo el hecho de lo difícil que es que existan bandas en Cartago influye. Nosotros formamos parte de bandas anteriores que no tenían rumbo, y con Florian lo que queríamos era grabar un disquillo y que quedara ahí, pero todo el crecimiento como banda y como amigos que hemos tenido se ha desarrollado en Cartago, y creo que eso marca la identidad que tenemos como grupo”.
No obstante, ya sea en Cartago o en cualquier otro lugar del mundo, siempre habrá personas que se despierten sintiéndose como insectos y, a partir de ahora, habrá en Osos de agua otro disco para ayudar a disipar ese sentimiento.