Jesús Garriga es de España, pero no tiene el acento típico del español; habla más parecido a un argentino y fácilmente podría pasar por uno. Sin embargo, él se crió en Tenerife, una de las islas que forman parte de la comunidad autónoma de Canarias.
En su música hay inquietudes íntimas y otras más universales, pero él mismo reconoce que sería otra de haber nacido lejos del sol y el mar.
Este viernes (7 p. m.), Garriga dará un concierto gratuito en el Centro Cultural de España, en barrio Escalante. Será una oportunidad para conocer de primera mano a un autor que transmite la calidez y ligereza de la costa.
Hace diez años salió su primer disco, Hijo del Sol. ¿Quién era entonces y quién es hoy?
Siempre procuré que ese disco aguantara el tiempo y los años. Ahora lo escucho y siento la distancia, las dificultades técnicas que pude tener y la falta de formación que yo tenía, pero ese muchacho que escucho tal vez no ha cambiado tanto en cuanto al fondo, pero sí –por obligación– ha mejorado la forma. Me veo con la misma ilusión con la que entré en es momento en el estudio y con las mismas ganas, pero con un poco más de perspectiva y realidad.
¿Qué situaciones le han dado perspectiva?
Cuando grabé mi primer disco tenía algunas expectativas sobre la industria discográfica en España; había algunas disqueras y oficinas de management interesadas; entonces, como artista me ilusioné. Pero luego llegaron las dosis de realidad y tuve, como muchos otros, que volverme independiente y gestionarlo todo yo.
En esos años me mudé a Madrid y sobreviví tocando en parques y en el metro. Hay algo muy romántico y bohemio en tirarte a la calle, pero corría el riesgo de quedarme tocando allí el resto de la vida y por eso opté por parar y evolucionar, tocar en sitios donde sí esperaran mi música (ríe).
¿Cómo influye en su obra ser de las Islas Canarias?
Yo soy isleño y esa relación con el mar y el sol es una constante en mi obra y en mi vida. Hay unas características sutiles que identifican al cantautor canario. El músico canario bebe de Brasil, Argentina, de Cuba, del norte de África y del sur de Europa.
”Eso nos dificulta ubicarnos en un lugar concreto de la música, porque abundan las posibilidades: hacemos armonías brasileñas o del folk gringo pero cantamos en español, por ejemplo. Este cruce es el sitio en el que me gusta estar para componer”.
¿A qué le gusta cantarle en este punto de su carrera?
Desde que empecé, respondo a sensaciones de dentro, de lo que me desgarra y lo que me desgarra es lo que te pueda desgarrar a ti también o a la gente que esté cerca. Aunque no nos conozcamos, todos sentimos, más o menos por las mismas cosas. A eso me gusta cantarle.
Me gusta responder a mis sensaciones, porque así la gente se puede identificar. Los sentimientos que llevamos encima se pueden diferenciar en ciertos aspectos, pero lo que me mueve a mí es lo puedo contar de primera mano y sé que cantando de eso, la gente puede entenderlo mejor y se puede identificar.