"Busquen ese sentimiento, el de la canción que les erizó de la cabeza hasta los pies la primera vez que la escucharon", dijo el personaje Richie Finestra, al equipo de su sello disquero en la serie Vinyl, de HBO.
Ese sentimiento es el que muchos experimentamos cuando vimos Lemonade, la película de una hora que produjo Beyoncé para su disco del mismo nombre. Ella le llamó un álbum visual porque las 11 secuencias de esta película son acompañadas por una de las canciones en el álbum.
Ese sentimiento aparece porque una artista de música pop logró atizar la conversación sobre racismo, misoginia, machismo, abuso policial y tenencia de armas desde un género que por años ha sido desestimado y tildado de banal.
Esta película solo fue transmitida una sola vez en HBO para Estados Unidos y fue suficiente para generar un ruido mediático que sigue vivo. En Latinoamérica se transmitió el viernes 17 de junio. La única forma de ver Lemonade fuera de HBO es comprando el álbum en iTunes o TIDAL.
La creación del disco y el material visual que lo acompaña estuvo a la altura del título de reina que tiene Beyoncé. Reclutó a siete cineastas y a un grupo de productores musicales que se encargaron de seguir sus órdenes.
El disco generó un ruido inicial porque en las letras, la cantante, muy recelosa de su vida privada, dejó entender que su esposo, el afamado rapero Jay Z, le había sido infiel y por la aparición de varias celebridades en la película. Pero más adelante, la conversación entró en un terreno político.
En la película salen las madres de Trayvon Martin, Eric Garner y Michael Brown, tres jóvenes inocentes asesinados a mano armada por ser negros. Lemonade muestra de esta y otras maneras como tener la piel negra representa un peligro en el ámbito social, laboral e incluso familiar.
"Mejor que llame a Becky, la del pelo bueno", dice la diva en Sorry, implicando que Jay Z, prefirió a una mujer blanca que a una negra (con pelo malo, como aún se dice en algunas partes del Caribe a los rizos).
Muy pocos rostros masculinos aparecen en la película. La mayoría de las celebridades que aparecen (Serena Williams, Zendaya, Amandla Stamberg) son mujeres negras que se sientan al lado de Beyoncé en señal de apoyo y así, Lemonade se vuelve un llamado a la sororidad.
Al tratar todos estos temas, Beyoncé creó música que sirve de escudo, para entender que incluso una mujer que es vista como poderosa, tiene que vivir –y tuvo que superar– un mundo que aún no reconoce las necesidades de muchas personas.
El álbum visual es solo comparable a lo que hiciera Pink Floyd en su álbum The Wall (1979), cuando temas de la intimidad del cantante Roger Waters se transformaron en cantos universales, música para que el afligido se sintiera empoderado, canciones que casi 40 años después siguen vigentes y que cada año ganan nuevas capas de significados.
A diferencia de The Wall, la película de 1982 en la que un actor encarnó el personaje principal, Beyoncé decidió ponerse ella misma enfrente de las cámaras.
Movida publicitaria o no, todas las escenas en que ella se sumerge en agua buscando la redención, las pocas escenas en las que aparece junto a su esposo y hasta el material inédito de la boda de la pareja que aparece en la película fueron suficientes para darnos cuenta de que estábamos frente a una obra icónica.
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El plano musical tampoco será olvidado. Las bailables Sorry y Hold Up, la pieza country Daddy Lessons –en la que trata el tema de la tenencia de armas– y la poderosa balada Sand Castles –sobre reconciliación– han sido sencillos exitosos en la radio estadounidense.
En algún punto todas las piezas del disco se colocaron en la lista Billboard Hot 100. De la misma forma, Lemonade llegó al primer lugar de la lista de álbumes Billboard, al igual que todas sus producciones anteriores. No hay una artista viva que haya logrado tal cosa.
Sumergirse en Lemonade es una vía directa para entender las preocupaciones de una mujer negra en Estados Unidos en este momento. Como The Wall, una buena obra con la estampa visual y sonora de su tiempo, Lemonade no será olvidado.