Marc Anthony no falla con el público costarricense. Los ticos tampoco le fallan a él. El cariño es mutuo, aun cuando el artista sea un frecuente visitante de los escenarios nacionales.
Simplemente, el salsero canta y encanta. Lo hizo la noche de este sábado en el Anfiteatro Coca-Cola del Parque Viva, en La Guácima de Alajuela, y así lo hará siempre.
Miles de almas –según la productora One Entertainment 14.000 personas asistieron al concierto– se rindieron ante los éxitos de su majestad, una de las estrellas de la música más reconocidas en el mundo.
El estadounidense, de origen puertorriqueño, repasó los mayores éxitos de su carrera y le dio a sus seguidores un eufórico show que los elevó al éxtasis, de principio a fin.
Marc Anthony sabe hacerlo. A las 8:34 p. m., el anfiteatro apagó sus luces. Y dos minutos después, el público enardeció. Reflectores rojos se posaron sobre la gran orquesta del artista para una apertura que puso a bailar a más de uno, prematuramente.
Fue la antesala para una gran fiesta. Con sus inseparables lentes negros y vestido con camiseta blanca, gabardina negra y pantalón de mezclilla azul, Marc apareció al final del escenario, levantó la mano en señal de saludo y lanzó al aire Valió la pena .
Esa canción es uno de los clásicos del cantante y, con ella, borró del imaginario de la gente los aguaceros que debieron soportar para llegar al multiparque y que los obligó a cubrir “las galas” que escogieron para ver al salsero con capas multicolores.
“Mi gente… Con las manos arriba”, fueron las primeras palabras que dirigió a su público. “Costa Rica, con las manos arriba”, dijo más tarde.
Sus frases apenas se escuchaban porque competían con las ovaciones que recibió y que se acentuaron para Y hubo alguien , otra de sus piezas más populares.
Para ese momento, la localidad más próxima a la tarima desde donde cantó Marc se había convertido en una gran pista de baile. Decenas de parejas mostraban los pasos, muchos ensayados, que escogieron para el gran baile.
Y es que son pocas las ocasiones en que los ticos nos podemos dar el lujo de bailar con un artista en vivo del calibre de Marc Anthony. Con ese panorama llegaría Hasta ayer, que, a pesar de bajar el ritmo de la música, no lo hizo con los ánimos de la gente.
La pieza dio paso al primer evento memorable, esos que se gestan alrededor de un show y que siempre se esperan, en particular cuando se trata de Marc Anthony.
El cantante miró fijamente hacia una de las asistentes de “primera fila” y le tiró un beso. Lo dedicó a ella, pero con gritos lo recibieron todas las mujeres que convocó. Eso lo llevó a un segundo momento inédito de la noche: dirigir su mirada por todo lo largo y ancho del Anfiteatro Coca-Cola y sorprenderse de las muchas almas que lo llegaron a ver.
Con sorpresa y sin la música de la orquesta de fondo habló con la gente, su gente. “¡Qué energía, Diosito mío! Muchas gracias, Costa Rica; qué rico poder compartir con ustedes. ¿La están pasando bien?”, preguntó. La respuesta estaba, y siempre estuvo, a su vista.
Ante la explosividad de los presentes, Marc tiró otro beso.
“Esta noche vamos a cantar un poquito de todo; de lo viejo y de lo nuevo. Esta canción es una de mis favoritas, si la saben, cántenla conmigo”, invitó a la audiencia. Era Flor pálida y, tras ella, seduciría, nuevamente, con Contra corriente.
Aquella euforia que mantuvo por cerca de media hora, pronto se transformó en romance y, de cierta manera, le permitió a los muchos bailarines a tomar un respiro y poder recargar baterías.
Cubierto por una intensa luz roja, Marc Anthony se apasionó y apasionó con una seguidilla de baladas entre las que estuvo Y cómo es él , himno entre sus fanáticos. De pronto, el artista recibió un brassier que una seguidora le lanzó desde lo abajo del escenario. Sería el tercer momento estelar de la velada.
Más sabor. Tras la pasión que despertaron las baladas, regresaron el sabor, el ritmo y el baile.
Vivir lo nuestro marcó esa segunda parte del show, en la que estuvo presente un mosaico de las piezas de “larga data” en la prolífica cosecha musical del cantante.
Te amaré, Dame tan solo un momento, Palabras del alma y Si te vas marcaron esa parte de un concierto en las que Marc Anthony “vistió” el pedestal de su micrófono con la bandera de Costa Rica.
Con la misma fuerza que mantuvo el concierto desde sus albores llegaron Que precio tiene el cielo y Te conozco bien , que comenzaron a demarcar la ruta hacia el final del espectáculo,
“Alejandra, cuidado con el frío”, bromeó el cantante cuando una seguidora le lanzó el segundo sostén de la noche. Otro momento del show que quedó para la posteridad.
Mi gente fue la pieza que Marc Anthony eligió para cerrar el concierto y con la que pretendía que se formara una gran fiesta; sin embargo, el público no lo dejó y, como era de esperar, le pidió otras.
El querido cantante los complació con más, una dosis extra que arribó con mayor fiesta. Tu amor me hace bien y Vivir mi vida formaron parte de ese cierre de lujo, el momento que catapultó aquel show que el público agradeció, disfrutó y vivió.
Y como la relación entre Marc Anthony y los ticos se corresponde mutuamente. Él también se rindió a los pies de su gente.