Megadeth es de esas bandas que convierte a sus espectadores en adeptos. Los fans de esta agrupación metalera se saben cada palabra y cada movimiento de Dave Mustaine en el escenario y está bien, porque eso fue lo que la banda angelina entregó en el Estadio Nacional.
Cinco minutos antes de las 7 p. m., y con el recinto aún con poca gente, Dave Mustaine, David Ellefson, Shawn Drover y Chris Broderick, salieron al escenario precedidos por un destello de sus pantallas. Sin más presentación, descargaron Hangar 18 sobre un público cargado de energía y ya seco, tras el fuerte aguacero de la tarde. Para esto habían venido guitarras poderosas, sonido nítido, voz potente y la esencia del metal.
Poco a poco, los metaleros que habían quedado por fuera cuando los ticos de Sight of Emptiness prepararon el terreno, corrieron para unirse a las pequeñas aglomeraciones de público frente a la escena.
De pronto, Wake Up Dead : fiereza de thrash metal , acompañada de visuales calculados a la perfección, que interactuaban con las letras de las canciones y que acompañaban la energía de la banda.
Del Super Collider llegó Kingmaker , interpretada con precisión y gran fuerza.
Llegaría la conocida Sweating Bullets en el momento en que la audiencia estaba en una conexión completa con la banda. Un breve video con una escena de la fallida seducción de Kim Basinger en El mundo según Wayne 2 sirvió de introducción para este clásico, muy coreado y celebrado con saltos.
Mustaine dijo poco; apenas el ocasional saludo (“¿Cómo está Costa Rica?”) y presentaciones de los miembros de la banda. Durante la mayor parte del show , permaneció fijo en el micrófono, cubierto por su melena y concentrado en desgarrar las letras de sus canciones.
Llegó la introducción, por todos conocidas, de Symphony of Destruction , clásico incuestionable. Se dispararon en la audiencia múltiples destellos de pantallas de celulares: este era el momento máximo de la noche, la razón para ver a Megadeth: una interpretación vigorosa, precisa y directa.
Tras el “¡Oe, oe, oeee, Mustaine, Mustaine!” de rigor, la banda regresó con Holy Wars... The Punishment Due , una brutal y extensa pieza donde los miembros de la banda tuvieron su momento de brillar. Con discreta despedida, Mustaine se despidió del público y dio paso a Black Sabbath.
El de Megadeth fue un incendio breve, pero explosivo: como corresponde a una banda con 30 años de experiencia, dejó marca.