Fue durante el concierto de un mal pianista que Keith Emerson entendió cómo podía ser uno mejor. A un tipo que se vestía de niño para tocar sus conciertos le cayó el piano encima, lo que causó que todo el bar se desternillara de la risa.
Un poco de show , pensó el músico inglés, era lo que le hacía falta a la gente para fijarse en lo que hacía el tecladista.
Emerson se consolidó como leyenda del rock progresivo en los nueve discos del grupo Emerson Lake & Palmer. Tener un tecladista tan explosivo hizo que los tildaran de pretenciosos, pero la fe y la audacia que Emerson puso en el sintetizador, fue pagada con los años.
Su obra cumbre fue Trilogy , una canción que solo podría ser comparada con Bohemian Rhapsody por sus matices dulces y trágicos y por dejar una marca indeleble en la música.
Keith Emerson decidió partir en marzo, después de estar deprimido por una enfermedad que atacaba sus nervios. El prospecto de no poder tocar bien lo llevó a tomar la decisión de suicidarse. Nueve meses después, su excompañero de grupo, Greg Lake, falleció debido a una larga batalla contra el cáncer.
El mundo no debe recordarlos por la forma en que partieron, sino por cada segundo que posaron sus manos sobre un instrumento para crear y destruir los más elaborados universos.