Desde que nació, él vivió en un hogar mantenido por la música, pero no fue hasta que cumplió los siete años de edad que decidió involucrarse por completo en ese llamativo mundo artístico.
El alemán Arndt Martin Henzelmann tomó clases de piano, el primer instrumento que aprendió a tocar. Sin embargo, conforme pasaron los años, su atención se volcó hacia el órgano.
Ahora, a sus 25 años, él es uno de los organistas especializados en música sacra (género utilizado en ritos cristianos) más reconocidos de su país y el mundo.
Henzelmann visita por primera vez Costa Rica gracias al patrocinio de la Embajada de Alemania, y tocará el 8 de agosto en la Catedral Metropolitana de San José y, al día siguiente, en la Iglesia de Las Mercedes, en Grecia.
Sus actividades forman parte del Festival de Música Credomatic , que empezó el pasado 3 de agosto y que se extenderá hasta el 18, en diferentes zonas del país.
Desde temprana edad, usted ya estaba inmerso en la música.
Sí, desde que nací, yo creo. Mi papá es músico y ahí, de una u otra manera, estaba involucrándome con este mundo fantástico.
Usted comenzó a tocar piano.
Así es, mi primer contacto con un instrumento fue con el piano. Empecé a tocarlo cuando tenía como siete años, hace ya bastante.
¿Cuándo fue que decidió aprender a tocar órgano?
Cuando tenía cerca de 15 años empecé a conocerlo más y, cuando lo conocí, caí enamorado de él y de ahí no me fui. Aunque debo decirle que es muy típico que siempre se empiece a tocar primero el piano y luego se pase al órgano.
Me imagino que el hecho de que su papá sea organista influyó en esa decisión...
Sí, claro. Fue toda la influencia del mundo. Además de organista, mi papá es director de coros y también da clases de órgano. Todo empezó un día en el que me invitó a esos cursos que impartía. Entonces tenía como 16 años y, aunque ya en ese momento yo lo tocaba, a partir de ese día me empezó a gustar más y más. Una cosa interesante es que, al principio, yo no quería tocar órgano, yo no quería hacer lo mismo que mi papá, pero terminé cediendo y caí encantado en esto.
Estudiar este instrumento siempre significa hacer sacrificios.
Así es, si algo he aprendido es que querer el órgano es muy fácil, pero aprenderlo es difícil. El órgano hay que tocarlo con los pies y con las manos. Hay que tener mucha concentración y es complicado. Hay que tener muchas ganas y mucho amor, porque es algo a lo que hay que dedicarle mucho tiempo.
Su especialidad es tocar la música sacra.
Por lo general, el órgano se utiliza para tocar sacra. Generalmente, un organista toca en cultos o misas, eso es lo tradicional. En Alemania, la mayoría de organistas trabajan como músicos eclesiásticos. Pero, en lo personal, lo escogí por los mensajes que puedo transmitir a través de él.
¿Qué tipo de mensajes?
Mi idea es tocar, con mi música, las emociones y los sentimientos de las personas. Aunque, lógicamente, mi idea no es solo llevar lo bonito, sino también llevar los otros lados negativos de la vida del ser humano. Es decir, me gusta explicar lo bueno y lo malo que tiene la vida.
En escena. Es uno de los músicos más reconocidos del Festival Credomatic...
Estoy honrado. Me llena de una satisfacción, pero a la vez de compromiso para dar lo mejor de mí. Algo que me agrada bastante es que, al ser uno de los platos fuertes, significa que Costa Rica le da un gran valor al órgano.
Tiene dos presentaciones. ¿Cómo será el repertorio de cada una?
Interpretaré piezas clásicas conocidas, pero también hice un esfuerzo por traerme obras que ni en Europa se conocen mucho. No diré cuáles son porque la idea es sorprenderlos.
Algo muy particular es que en sus presentaciones tendrá a su lado a su prometida, la soprano Katrin Klingbeil.
Es muy importante. No solo tengo a la par a una buena música, sino que tengo a una persona con la que mantengo una gran relación.