Un viaje que no terminó en tragedia fue el que ofreció la Orquesta del Titanic, anoche, en el Estadio Ricardo Saprissa, en Tibás, al mando de sus capitanes Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat.
Los españoles desembarcaron en el escenario tico, puntuales, a las 8:30 p. m. Las luces se apagaron y en las pantallas apareció la animación de dos pájaros gigantes: uno con cresta blanca (Serrat) y otro con sombrero (Sabina).
En estos personajes, los artistas se burlaron de las normas de protocolo típicas de un espectáculo. Fue así como instaron al público a sacar sus cámaras, a lanzar ropa interior (femenina y quitada en el mismo lugar, por sus dueñas eso sí).
De inmediato, se oyeron las energizantes notas de Ocupen su localidad y Hoy puede ser un gran día que pusieron al estadio en pleno a gritar y sacudir sus cuerpos.
Ataviados con camisas blancas trajes y corbatas negras, los artistas saludaron a la fanaticada.
Vinieron después canciones como Acuérdate de mí y Algo personal , que elevaron la fría temperatura del recinto tibaseño.
Las revoluciones se detuvieron por un momento. En medio de una luz turquesa, la inconfundible voz de Joan Manuel Serrat cantó los versos de Y sin embargo.
Se añadió después el intérprete original de este tema, Joaquín Sabina, quien fue acompañado con el coro de las miles de almas rendidas a los encantos de este par.
Con celulares, tabletas y cuanto implemento electrónico tuvieron a mano, los fanáticos grabaron el tema de principio a fin. Hoy, más de uno, debe estar reviviendo la ovación que la dupla cosechó.
Las animaciones de las aves regresaron, y una voz en off narró con tono jocoso una versión del hundimiento del bote, que incluía a los protagonistas de este concierto.
Esa historia dio paso al tema que da título a la más reciente producción de estos titanes: La orquesta del Titanic.
Vestidos con un traje blanco con negro, bombines y bastones, los artistas se desplazaron por el escenario: al fondo una serie de imágenes mostraban uno de los salones del legendario barco.
Con este tema, no todos lo corearon, pero igual el público disfrutó cada estrofa.
Una leve llovizna caía para ese momento en Tibás, pero a nadie le importó. La tripulación entera estaba a la orden de sus capitanes.
“Es verdad que somos muy amigos, pero no es verdad que somos tan amigos, falta sexo en esta gira”, aseguró un pícaro Sabina.
Añadió: “Ustedes dirán porque él no quiere (Serrat) y es que él es un chapado a la antigua, yo estoy abierto a las nuevas corrientes”, lo que provocó un estallido de risas.
Sabina, conversador y cercano como un amigo en mesa de tragos, confesó que cuando él no era nadie y Serrat estaba en el olimpo artístico, él seducía a las jovencitas con las canciones de El Nano: fue así como vino De cartón piedra , de la producción discográfica Mi niñez.
Sabina siguió solo en escena; al instante, se oyó un acorde mínimo de 19 días y 500 noches , suficiente para que el estadio se derritiera ante él. “Esto solo me pasa en San José y en Nueva York”, dijo el flaco de eterno sombrero.
Se vinieron, después, todas las tonadas del sabroso flamenco y con él, el coro que cayó como aguacero con todo y sus palmas.
Al cierre de esta edición, los artistas hacían un repaso por sus canciones más conocidas como Cuenta conmigo , Eclipse de mar y la famosísima Mediterráneo , que se robó el corazón de los fanáticos de Serrat.