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Aunque son solo seis sus letras, lo que escribe El Parque con
Por un lado,
Por otra parte, fue el concierto del jueves 3 de junio, y será a futuro el disco
Y falta más: con
Había unas siete cámaras, comandadas por la productora Dart, incluyendo una con grúa que se movía sinuosa sobre la cabeza de los que llenaban la luneta. De ahí un as en ingeniera de grabación como Alberto Ortiz, galardonado el 31 de mayo con dos ACAM: productor musical del año y el de ingeniero de sonido del año.
Incluso, un segundo técnico en sonido, Andrés Sequeira, era oído juicioso tras bandas como Sintagma y Sight of Emptiness.
Por esta razón, seguidores fieles, como Allan Prendas Rojas y Steven Rojas Fonseca, se dejarán caer en San José desde Heredia, sorteando un aguacero feroz que caía aquella noche y les brillaran los ojos al, programa en mano, comprobar que la sétima de las 17 canciones que tocaría El Parque sería
Aquel tema tenía años de no ser tocado en vivo. “No puedo creerlo, nosotros siempre vacilamos diciendo que algún día se nos cumplirá el sueño de ver a Heredia campeón y a El Parque tocar
Es que nadie lo imaginaba, solo El Parque sabía bien por dónde pondría a saltar la liebre.
A las 8:11 p. m., se acomodaron en el escenario Fico Dörries, Paul Jiménez, Inti Picado –El Parque en pleno – y el Tupac Amarulloa Kuarteto. Bastó ver a Fico Dórries sentado y rodeado de instrumentos de cuerdas, en lugar de su habitual batería, para agarrar al vuelo que, a partir del primer tema,
Sí, para
En el futuro material en
Bien podía El Parque, simplemente, haber hecho un concierto más, pero ese recital tenía otra razón más de peso: volvía la banda a pisar el escenario del Melico Salazar, después de 13 años de no tocar en ese teatro capitalino.
No cualquier banda de
“Para nosotros era fecha muy significativa, por todo lo que encierra para la banda. Pensamos cómo hacer algo realmente diferente, luego de que nos fue tan bien el año pasado con el disco
Con tanto detrás, era obvio, entonces, que la banda haría un esfuerzo por dejar grabado algo que valiera la pena. La columna vertebral de ese reto fueron los arreglos de las piezas.
“Quería que los temas tuvieran otro sonido, pero sin que perdieran la esencia, y en eso era fundamental un cuarteto de
Y en ese sentido,
“La versión original me gusta mucho, pero pensaba en cómo hacer para que sonara diferente. El criterio fue simplificarla”, dijo Dörries, comentando el arreglo que estuvo a cargo del pianista Nelson Álvarez, quien aquella noche fue aplaudido a rabiar por el Melico.
Por ello, entrar aquel 3 de junio por El Parque al Melico Salazar, fue muy diferente a ir a ver una revista musical o a un espectáculo de danza. El Melico Salazar era lo más parecido a una sala de ensayo, a un lugar de trabajo en el oficio de la música: cables expuestos; personal visible trabajando mientras la banda tocaba; las tarimas donde tocaban Tupac Amarulloa (saxofón y flauta) y Javier Barboza (batería) sin forros y con toda la estructura de madera a la vista.
Y el escenario, tan desnudo, tanto, que habían retirado la cámara negra y subido el telón para dejar ver la utilería, que, habitualmente, queda oculta al espectador y los “tachos” (tipos de luces) que disimula la tramoya.
“Queríamos por un lado un contraste, y por otro que la gente fuera como el cuarto integrante del grupo; que se sintieran parte de lo que hacíamos”, confesó Inti Picado.
Y aquel 3 de junio, que se guardará el
Como buenas hijas de Fico Dörries que son, las canciones no son letras concretas, son más bien estados de ánimo que quedan a la libre interpretación. Sin embargo, en
Y fue tan emotiva, y era orgánico asociarla con