Atraída por la música, como abeja al panal, Celia Martínez, bajó su paso acelerado por la avenida Central y se desvió en el Teatro Nacional, donde encontró una orquesta de cámara, un podio vacío y un rótulo que decía “Sea nuestro director”.
Se trataba de la Camerata Avanzada del Instituto Nacional de Música , que, en complicidad con La Nación , se apuntó a repetir en nuestro país un experimento que han realizado orquestas en Estados Unidos y Alemania: darle la oportunidad a cualquiera de ser director musical por algunos minutos.
Celia no lo dudó y, de inmediato, se apuntó a participar. Subió al podio balanceó sus manos y condujo a los artistas por el Aleluya, de Georg Friedrich Händel. No sabía lo que hacía con exactitud, pero lo disfrutó como el mismo Plácido Domingo en el mejor de sus conciertos.
“Yo oí la música y me dije: ‘Eso no es algo que se escuche en San José, y me vine de inmediato’. La experiencia es demasiado chiva, es un placer poder dirigir una orquesta”, aseguró la joven estudiante de percusión del Sistema Nacional de Educación Musical, Sinem.
Celia fue una de las últimas participantes de un grupo de 28 valientes que se atrevieron a dirigir la obra de Händel en la producción grabada el pasado 25 de noviembre, frente al Teatro Nacional y que hoy se puede disfrutar en exclusiva en el sitio de La Nación y en su canal de YouTube.
Antes de ella, por el podio pasaron niños, abuelos y jóvenes atraídos por esta oportunidad que no se presenta a diario.
Entre los valientes que disfrutaron de la oportunidad, se cuentan Pablo Cerdas, de 9 años, María José Song, de 31, y doña Annie Zarnowski, de 75 años.
Lleno de confianza y mucha ilusión, Pablo Cerdas dejó ver lo emocionado que estaba al poder dirigir a músicos mayores que él: “Fue muy bonito y no tuve nervios”.
Víctor Mora, vecino de Purral de Guadalupe, fue uno de los más entusiastas. Apenas terminó Pablo, él se aferró a su bastón y, decidido, se puso en la fila de los aspirantes a director por un día.
Subió con una sonrisa y bajó con una carcajada que combinaba nerviosismo e impresión.
“Uno se siente todo realizado y contento, como si estuviera dentro de un gran teatro dando un concierto”, aseguró.
Todos estaban invitados a intentarlo, incluso los papás de los músicos, y hasta el equipo técnico de la orquesta de cámara se sumó a la fiesta. Como si estuviera segura de lo que hacía, Marisol Lara –mamá de Ariana de la Cruz, una de las violinista del grupo– dio el paso adelante para tomar la batuta.
Lo mismo le pasó a Jorge Nájera, utilero del Centro Nacional de la Música (institución a la que pertenece la Camerata) desde hace más de 20 años.
George , como lo llaman todos por cariño, siempre está detrás de los muchachos, ayudándolos, haciendo que los espectáculos salgan a la perfección. Pero nunca había dirigido una orquesta. Esta vez, cuando subió al podio, fueron los músicos quienes le aplaudieron.
“¡Lindísimo!”, exclamó al terminar... aunque estaba helado del susto. Él siempre ve los espectáculos de lejos y, por primera vez en su vida, fue el protagonista.
Al igual que los ticos, extranjeros que pasaban por la ciudad capital también sucumbieron a la tentación. Baterista de profesión, el nicaragüense Sergio Rodolfo Morales, sacudió su melena y se dejó llevar por la música.
“Esta experiencia me parece bastante interesante, porque no solo te da la oportunidad de interactuar con los músicos, sino con la cultura del pueblo, de la gente”, comentó emocionado.
Los 90 minutos que duró la grabación pasaron volando y, cuando ya había finalizado la participación del público, el venezolano Miguel León insistió hasta que se le admitió. “Yo me la sé, yo la cantaba en un coro”, aseguró. No era mentira, además de dirigir, se atrevió a cantar un par de estrofas.
“¡Interesantísimo!”. Aunque ese último lunes de noviembre le tocó ver el espectáculo de lejos, José Aurelio Castillo, el director de la Camerata, se mostró satisfecho con la experiencia. Opinó que no solo es enriquecedora para el público, sino para los músicos. “Fue interesantísimo; fue muy divertido ver a la gente apuntándose a dirigir porque uno no sabe con qué van a salir. Creo que a los que participamos nos queda una experiencia para toda la vida”, manifestó.
Los integrantes de la camerata dijeron que ellos también aprendieron de este intercambio con el público. “Fue súper divertido y una experiencia súper diferente. Es muy valioso ver cómo la gente interactúa con la música, ver cómo se interesa en ella. Para nosotros, resultó muy gratificante”, dijo el percusionista Jose María Piedra.
Monserrat Siles, concertino del grupo, añadió: “Fue una buena oportunidad para complementar nuestros estudios, porque aunque damos conciertos, no habíamos tenido una experiencia así”.
Producción. La grabación del proyecto “Sea nuestro director” fue un trabajo en equipo que involucró a 15 personas detrás de la producción. En este grupo hubo productores audiovisuales, fotógrafos, periodistas y asistentes.
Esta dinámica audiovisual, inédita en San José , se grabó con nueve cámaras y micrófonos de alta definición. La grabación y mezcla del audio es un trabajo del experimentado Carlos Pipo Chaves, quien ha trabajó con la Sinfónica Nacional y la Sinfónica de Heredia.
“Sea nuestro director” estará en el sitio de Internet de La Nación y en su canal de YouTube todo el mes de diciembre. Lo invitamos a disfrutar y a compartir esta emotiva producción.