Joaquín Sabina no se anda con rodeos: él les tiene un cariño especial a Costa Rica y a su gente.
En una entrevista, vía telefónica en medio de su gira por México, le aseguró a La Nación que, inicialmente, el país no estaría incluido en la gira Canciones para una crisis ; sin embargo, cuando le dijeron Costa Rica, él no pudo decir que no.
Este español, que sabe transitar por el bulevar de los sueños rotos, llevará a miles de fans por sus buenas nuevas en un encuentro el martes 19, en el Palacio de los Deportes.
El freno que les puso a sus excesos, por supervivencia; su más reciente fiebre compositiva y hasta la magia que experimenta al subir al escenario, de eso y más habló el genio de Úbeda, el flaco del bombín. A continuación, un extracto de esa conversación
Luego del susto, cuando pensó que sufría un infarto y suspendió un concierto en México, ¿pueden estar tranquilos estos fans por su salud?
Pueden estar perfectamente tranquilos (risas). Porque, además, lo que me pasó el otro día en Tijuana era una cosa estrictamente muscular. Estamos haciendo una gira feliz (...). Estamos realmente encantados de volver a Costa Rica.
Regresa con la gira Canciones para una crisis . ¿Merece una crisis inspirar una gira?
Los tiempos de crisis son muy malos para la vida de mucha gente, sobre todo para la gente sin recursos, pero siempre han sido buenas para los poetas y la creación artística. De las crisis salen materiales, justo por rebeldía y por luchar contra la crisis, que son interesantes.
Viene a Costa Rica, pero esta vez no hay disco nuevo. ¿Esto le permite tener más libertad para seleccionar el repertorio?
Esta vez, Costa Rica es una excepción porque esta gira estaba planeada para ir a lugares como Guatemala o El Salvador, o ciudades del México profundo. Sin embargo, tengo una querencia tica y cuando me llaman y me dicen ‘¿por qué no vas a Costa Rica?’, no sé decir que no.
¿Qué tiene de particular Costa Rica que se merece ese cariño?
De bien nacido a ser bien agradecido; desde hace muchos años me tratan muy bien, tengo estupendos amigos, me gusta la suavidad y dulzura de la gente, me gusta el país, ¡me gusta todo! Son elecciones sentimentales que uno no sabe explicar.
Aseguró que las canciones que lo emocionan van a dar a un disco. ¿Qué necesita tener una canción para que Sabina se emocione?
Necesita tener una gota de poesía, una gota de corazón, una gota de emoción; son cosas que no son matemáticas, que no dependen solo de una buena letra y una buena música, necesitan tener capacidad de conmover.
Recuerdo aquel verso de Peor para el sol que dice: “ Nos sirvió para el último gramo, el cristal de su foto de boda ...” ¿Es Sabina tan irreverente y hombre de excesos como lo imaginan sus fans gracias a la letra de sus canciones?
¡Lo fui, lo fui! Estoy muy retirado (ríe). Pero sí tuve una juventud, que alargué hasta los 50 años, muy loca.
¿Atrás quedaron del todo esos años de juventud y de giras de 160 fechas en menos de un año?
Ya las giras no son tan extensas, pero sigo siendo muy amiguero, me gusta mucho reunirme con los amigos, me gusta mucho tomarme una copa, reírme, compartir y divertirme. No soy un monje, sí he cambiado algo por motivos estrictamente de supervivencia (ríe), pero no soy un monje.
Usted es de los que cree que el desamor y la tristeza son jardines donde florecen mejor las canciones. ¿Por qué estas temáticas son las que más llegan al corazón?
Bueno, porque hay mucha gente que no ha conocido nunca la felicidad, excepto en momentos muy exclusivos. Pero todo el mundo ha conocido la tristeza, el desamor, el abandono y esos son sentimientos que unen completamente a la humanidad.
”Las canciones te sirven exactamente para eso, para poner un hombro donde llorar, para darle un abrazo al desesperado, al triste, al solo, al abandonado”.
En una visita anterior, nos aseguró: “Siempre que he actuado en Costa Rica, he sido bastante feliz". ¿Cómo es la felicidad para Joaquín Sabina? ¿Cómo es esa señora?
Es una señora esquiva y huidiza, pero, algunas veces, concretamente en Costa Rica, más de una vez no solo en el escenario, sino luego tomando un trago con amigos, paseando o yendo a algún lugar, he sentido algo que se parecía a esa sensación que uno busca siempre y rara vez se encuentra.
Dijo que escribir canciones es una pasión personal, no una carrera. ¿Cómo mantener viva la llama de esa pasión?
Difícilmente; a veces uno pasa sequías; hace poco, pasé por una de seis o siete meses; otra vez duró un año. Hay veces que las musas se van con otros y no acuden a la llamada de uno, pero si uno persevera y tiene fe en ellas, acaban viniendo.
¿Esa sequía fue posterior a la gira Dos pájaros contraatacan ?
No, fue anterior; porque en la gira con Joan Manuel (Serrat), cuando compartes tanto con otro artista, con otro amigo, con otro compañero, con otro maestro como lo es él para mí, cuando acaba la gira tienes muchas ganas de hacer algo tuyo. Después de la gira, me entró una fiebre compositiva.
¿De esta fiebre veremos nacer un nuevo disco?
Espero que sí; espero, al volver a España, meterme al estudio y vaciar los cajones y a transcribir los papeles y las servilletas, todo donde tengo mil versos escritos.
En el documental El símbolo y el cuate , ¿veremos a un Sabina que no muestra sus canciones?
Veréis a un Joaquín Sabina detrás del escenario, pero no veréis a un Joaquín Sabina ni en su casa ni en su cama, ni contando cosas íntimas. Veréis la crónica de una gira y la crónica incluso política de muchas ciudades y de un continente, que es Latinoamérica.
¿Sigue existiendo la emoción al subir al escenario, luego de tantos años de carrera y giras?
Es difícil decir, porque yo separo mucho al tipo que sube al escenario, del que yo soy. El que yo soy, el que habla ahora con usted, difícilmente es capaz de ponerse en el lugar de ese que tiene los focos y los aplausos.
”Tengo muy separadas las dos personalidades, no sé muy bien quién soy cuando estoy en el escenario, pero sí sé que lo disfruto y es una magia incomparable”.
¿Le resulta sencillo dejar una piel y tomar otra cada vez que sube y baja del escenario?
No me cuesta nada; lo tengo muy asumido, pero, sobre todo, lo que no me cuesta nada es al contrario: cuando bajo del escenario, en ese mismo segundo ya no soy el tipo del bombín que estaba ahí arriba.
¿Siente que se acerca al momento de escribir La canción más hermosa del mundo ?
¡Ojalá! No lo sé.