Meses atrás, cuando el productor Ernesto Arceyut anunció que traería al país el espectáculo compartido de las agrupaciones mexicanas Magneto y Mercurio, el empresario se atrevió a adelantar que aquello sería un ladies night inolvidable e imperdible.
La predicción se cumplió tal cual la noche de este sábado en el Anfiteatro Coca-Cola, de Parque Viva, donde las mujeres que recitaban 20 años atrás los himnos pop de Magneto (y en mucha menor medida con Mercurio, hay que decirlo), volvieron a desgalillarse como cuando eran las colegialas que consumían música en casetes, Hola Juventud y Radio 103.
La convocatoria se quedó corta, si tomamos en cuenta los llenazos que Magneto provocaba en los 90 en cualquier escenario tico. Sin embargo, las que llegaron se hicieron sentir.
Trasladarse a esa hermosa época musical, en la que cada una de estas fanáticas seguía los pasos de ambas agrupaciones mexicanas, fue posible gracias a las casi más de dos horas de espectáculo.
Parecía una tarea casi titánica recopilar en 120 minutos dos décadas de una exitosa trayectoria musical. Sin embargo, lo que bien se aprende nunca se olvida, y eso es algo que demostraron los 10 integrantes de ambas bandas, quienes se adueñaron del escenario y llevaron al punto del éxtasis a sus fans.
Suena tremendo fue el clásico para la apertura del show , a las 7:55 p. m., haciendo que el público se levantara y encendiera sus celulares. De ahí en adelante, los gritos no dieron tregua.
Bien lo dijo a una fiel seguidora de Magneto: “Aquí estamos los que verdaderamente tenemos que estar, porque lo disfrutaremos desde el corazón”, haciendo referencia a la cantidad de personas en el lugar.
Esta sería una noche para recordar, por lo que los asistentes se deleitaron con temas como La puerta del colegio , 40 grados , Cambiando el destino , Para siempre , Vuela, vuela y Mal herido . En el caso de las seguidoras de Mercurio, estas fueron complacidas con canciones como Explota corazón , Chicas chic , Azúcar y maldad , además de Vuelo y Bye Bye Babe .
Más allá sus canciones, lo que hace único este show es la complicidad que existe entre Mauri, Alan, Tono, Alex y Elías, de Magneto; y Alfonso, Daniel, Rodrigo, Elías y Héctor, de Mercurio. Si bien, cada quinteto tiene espacio dentro del repertorio para lucirse por separado, los mejores momentos del espectáculo llegaron cuando los dos grupos se fundieron en uno solo e interpretaban, a 10 voces, los clásicos más esperados ( 40 grados fue sin duda el pináculo del show ).
Ellos están conscientes de eso, por lo que su escenografía, que no es más que unos escalones negros con pantallas led entre los que se mueven y bailan, está dispuesta para que la decena de intérpretes se arme y desarme con precisión.
Luego de 16 años de no visitar Costa Rica es evidente que, tanto Magneto como Mercurio, se sienten más cómodos sobre el escenario, se alejan de las poses y de las típicas frases para conectar con su público. El cariño hacia ellos está allí, solo basta con despertarlo apuntando a las sensaciones y emociones que producen los recuerdos que se siembran en la vida.
Ilusión. Horas antes de que los grupos salieran al escenario fue común ver a seguidoras que no podían ocultar la emoción de poder revivir esos tiempos de “fan enamorada”. Amigas, madres e hijas, primas, cómplices, todas allí parecían constituir una especie de hermandad.
“Esto para mí es realmente mágico. Nunca había podido ver a Magneto en vivo y hoy lo haré, por primera vez, junto a mi hija, lo que lo hace realmente especial, pues ella confirmará que, en su momento, también seguí a un grupo con tanta amor y devoción como lo hace ella”, dijo Evelyn Araya, quien estaba acompañada por su hija Camila Orozco, de 11 años y fiel seguidora de Justin Bieber, y de su esposo. Los tres venían de Cartago.
Minutos después, sus ansias aumentaron cuando las luces del lugar se apagaron para que los artistas costarricenses Enrique Dodero, Karina Severino y Luis Alonso Naranjo, interpretaran clásicos de la llamada música plancha.
Es evidente que los años han pasado por estos artistas mexicanos, pero su espíritu joven se mantiene intacto. Esa energía derrochada en escena con sus coreografías, aunado a esa química inquebrantable con su público, es un lujo que muy pocos intérpretes se pueden dar.
El verdadero protagonista de este concierto fue la nostalgia, volver a revivir ese primer amor platónico que más de uno tuvo en la adolescencia; cantar los temas como si se tratara de una experiencia vivida en carne propia... en fin, disfrutar como si no hubiera un mañana.
Lo cierto es que, al apagarse las luces del escenario, tras una intensa y, casi interminable despedida, las almas que llegaron al Anfiteatro Coca-Cola no eran las mismas que salían del lugar. Estas eran otras, llenas de más vida, de ilusión, de euforia, de emoción, pero, sobre todo, de una plenitud y clara convicción: es bueno mantener el espíritu joven, pues este “vuela, vuela y no le hace falta equipaje”.