No es posible poner el dedo en el calendario y señalar la fecha exacta en la que el rock de Costa Rica reventó a gran volumen en escenarios del exterior. A grandes rasgos, la venida de la actual década es el punto de referencia más tangible; del 2010 para acá, el brinco ha sido más evidente.
Para algunos el asunto ya ni siquiera es noticia, pero otros instan a continuar celebrándolo. Lo cierto es que los anuncios de inclusión de bandas locales en festivales extranjeros, publicaciones de medios especializados acerca de la escena costarricense, y giras a pequeña y mediana escala son, hoy, hechos comunes y recurrentes en el movimiento local.
Desde Argentina hasta Canadá, de Europa a Asia; los lugares a los que, desde hace décadas, el rock nacional aspiraba a llegar con sus propuestas, finalmente ponen atención en lo que produce un país con una historia de calidad en el rock –y los demás subgéneros que el término cobija–.
Basta con echarle un vistazo a parte de lo que, hasta ahora, ha sido anunciado para los próximos meses: en marzo, en la misma semana, 424 tocará en los festivales Estéreo Picnic y Vive Latino, relevantes congregaciones musicales de Colombia y México.
Sumado a eso, Las Robertas formará parte del cartel del festival Austin Psych Fest: Levitation, en Texas; será una de las fechas de su próxima gira por Estados Unidos. Monte debutará en México en el Festival Nrmal, faro de la movida alternativa, y Overseas hará un tour que pasará por México, Estados Unidos y algunos países de Centroamérica.
Si rebobinamos un mes y navegamos en Internet, sería fácil encontrar recuentos de los mejores discos del año según medios extranjeros y que en esas listas aparezcan lanzamientos de bandas como Los Waldners, Florian Droids, Raido y Las Robertas, todas ya con experiencias afuera.
Además, varios actores de la movida consideran que, a lo interno del país, el rock ha logrado tener mayor exposición y respuesta del público, y la producción musical –en general– se ha disparado.
Esto ha provocado la esperanza de una industria en ciernes en un país en el que la sostenibilidad del gremio del rock ha sido una idea prácticamente inexistente.
“(El ambiente actual) se presta para fortalecer más un movimiento creativo que ya de por sí está generando riqueza, y eso se ha demostrado con los últimos indicadores, como la Cuenta Satélite de Cultura, en los que la industria musical está aportando parte importante del presupuesto nacional”, aseguró Manuel Obregón, reconocido por formar parte de Malpaís y quien, en la década de 1990, tocó fuera del país con Café con Leche.
Él observó parte de este auge en su paso como ministro de Cultura (2010-2014), y cree que la suerte de nuestro rock está cambiando.
“Es un paso grandísimo que se ha dado en el ambiente nacional. Si bien siempre ha habido mucha calidad, no se había dado este paso, sino que se había quedado mucho a lo interno”, agregó.
Se dice que la actual es la mejor era para el rock local y algunos actores de esta etapa afirman que factores como nuevas herramientas de comunicación, la llegada de nuevos participantes y la profesionalización han ayudado a trazar el camino.
[Lea más sobre este tema en el artículo '¿Es el rock sostenible en Costa Rica?']
Conectados. Para varios músicos, mánagers y productores, el parteaguas que permitió que el rock nacional tuviera eco en otras latitudes fue Internet.
Como afirma Roberto Montero –director de Clap Clap Records, agencia encargada de grupos como Florian Droids, Monte y 424–, por medio de las redes sociales e Internet existe una apertura a más oportunidades de exposición que no estaba disponible para generaciones anteriores.
Uno de los ejemplos más tempranos fue Billy the Kid, grupo de hardcore que ha llegado a aforos europeos y sudamericanos en numerosas ocasiones. Su cantante, Eddy Gamboa, cuenta: “Como las redes sociales tienen un alcance tan grande, si usted puede manejar una línea profesional y tratar su grupo como un producto, sin venderse, se puede hacer una carrera de esto. Hay que saber proyectar bien el producto”.
Mark Fenton, exmánager de Ojo de Buey (agrupación que se ha colocado en mercados como el estadounidense y el colombiano), coincide: “Creo que la generación de músicos de ahorita lo que tuvo fue herramientas distintas. Hace 15 años no existían las herramientas de ahora ni las facilidades de conexión, y obviamente eso dificultaba más”.
Al igual que Clap Clap, Flevent es una agencia que apuesta por la internacionalización de artistas como Sonámbulo, La Milixia y Akasha, y que actualmente maneja el sello Intolerancia Records localmente. Luis Arias, su director, agrega que un factor que medió en la ebullición del rock costarricense fue la cercanía con músicos extranjeros que venían al país.
“Todo esto empieza justamente en el 2010, por ese roce. Hubo una decisión de varios empresarios de poner a bandas locales en conciertos internacionales, y es una inversión muy poderosa porque trae ganancias extra. Por ahí empezó a darse esta simbiosis, esta nueva etapa donde hay un montón de músicos que se relacionan con otros músicos y empiezan a hacer redes”, dijo Arias.
La cabeza de Flevent e Intolerancia agregó: “Con la caída de las disqueras mucha gente creyó que no iba a existir una forma de divulgación del talento de países pequeños, pero eso lo que hizo fue detonar una industria con empresas independientes que abrieron lugares para divulgación”.
Manos. Juan Diego Solís, mánager de Cocofunka (que ha visitado países como México y Perú), manifestó que empresas, e incluso instituciones como el Ministerio de Cultura, le han echado la mano al arte. “Han creído en la música nacional y han generado un apoyo financiero, respaldado por la calidad de las bandas, que es el factor más importante”.
Además, asegura que el papel de un mánager –quien ayuda al grupo en administración y representación– fue vital para este efecto espumante del movimiento. “A partir de eso se da un cambio importante en cómo se hace la gestión de una banda local”.
Para Luis Felipe Tellez, representante de Percance (cuyo éxito en países como México y Colombia ha sido significativo), la ecuación es sencilla: “Estamos saliendo a buscar oportunidades de forma más organizada. Eso es indispensable y es un tema de desarrollo humano; si las personas se encargan de hacer todo mejor habrá mejores resultados”.
Eso sí, Tellez considera que es necesaria la unión: “Tenemos que compartir experiencias entre todos, y eso está pasando. Incluso los mánagers nos estamos uniendo, haciendo una asociación, y si los músicos también lo hacen esto se va a disparar más”.
Con los mánagers y las agencias, la dirección de las bandas se traza con respecto a objetivos, al cumplirse, dan paso a otras recompensas. Montero ejemplifica esto con los casos de 424 como telonero de The Lumineers y La Milixia como invitado de Ska-P, ambos en México, y la posterior inclusión de los dos grupos ticos en el cartel del Vive Latino 2015.
“Son logros importantes porque eran las audiencias correctas para las bandas. Por ahí también va lo que ha hecho Percance con artistas de afuera o Un Rojo con Nonpalidece; juntarse con quienes pueden compartir audiencia ha dado frutos”, dijo Montero.
Obregón recuerda que agrupaciones en las que estuvo activo y en las que colaboró, como Café con Leche y Bruno Porter, siempre sintió que lo tenían todo para ser fuertes afuera, pero que faltaba la figura de un productor.
“En casos como Las Robertas, Patterns y 424 es evidente su producción. Es importante que haya productores apostando por el rock nacional”, dijo Obregón.
Porvenir. Tellez es colombiano y llegó al país en el 2007. Desde entonces, trabaja con Percance. “He visto una evolución impresionante. Ahora lo que va a pasar es que esto es una carrera de resistencia; es como hacer una maratón y apenas estamos empezando. Este es un negocio rentable y mi consejo es que resistan, que lleguen hasta el final”.
Están de acuerdo los consultados de que el 2015 será grande y será un año clave para esta industria en desarrollo. “Está pasando mucho: bandas que firmaron con grandes promotoras en el extranjero, otras que se presentarán en importantes festivales, discazos que están saliendo. ¿Cómo no va a ser un gran año?”, alegó Fenton.
El análisis de Montero es que hay que considerar que no necesariamente lo que funciona en el ámbito local va a funcionar afuera. “A lo interno hubo una escuela de artistas que marcaron a una generación, y ahora hay una nueva escuela marcando a otra generación; ninguna fue mejor que la otra. Es evidente el cambio”.
Para Obregón, el futuro pinta tremendo: “Como nunca se da el ambiente para que se dé una industria, que ahora se mueve a un nivel más amplio y con una relación más directa entre artista y público. Este momento se presta para fortalecer más un movimiento creativo en el país”.