La mañana del miércoles se vivía un encuentro inusual en las instalaciones de la Orquesta Sinfónica Nacional, en Moravia. Coincidían en la sala de ensayos dos exdirectores con profunda influencia sobre su historia, Gerald Brown e Irwin Hoffman , y el actual director residente, Eddie Mora . Para la orquesta cumpleañera, todo se vale. Si se celebran 75 años, la fiesta debe deslumbrar.
Este viernes, la OSN inaugurará un año de festejos con su primer concierto de temporada, en el Teatro Nacional. En esta noche histórica (con repetición el domingo en la mañana), el director titular actual, Carl St. Clair, compartirá la batuta con Brown (al frente de 1971 a 1980) y Hoffman (1987-2001).
Brown dirigirá obras de Rossini (la obertura de La italiana en Argelia , primera que tocó en concierto con la OSN), Benjamín Gutiérrez y Bernstein; Hoffman, de Beethoven y Chaikóvski; Carl St. Clair dirigirá a la orquesta en piezas de Saint-Saëns, Ravel y Rimsky-Korsakov.
El nutrido programa musical abre una temporada donde la misión es llevar la música de la orquesta a las siete provincias. Para Gerald Brown, el primer responsable de la orquesta tras su renacimiento (1971, al fundarse el Ministerio de Cultura y Juventud), esta misión tiene un eco del pasado: cuando renació la agrupación, quería convertirse en el estandarte de la cultura tica.
Historia. Antes de 1971, los músicos de la orquesta ensayaban de noche, pues casi todos tenían otros empleos. Tras la decisión de reinaugurar la OSN, los músicos ganaron sueldo por primera vez, y Gerald Brown fue invitado por el presidente José Figueres y Guido Sáenz (ministro) a custodiar un jardín renovado.
“Contratamos a unos 18 extranjeros para los puestos principales que tenían como parte de su contrato la enseñanza”, recuerda el estadounidense. Aquella decisión implicó recortar algunos puestos ticos; a la vez, obligó a reestructurar la orquesta y crear un programa de formación.
“Garantizamos que en el concurso para contratarles tuviésemos la certeza de que estaban dotados, interesados y que iban a dar su alma en la creación de la nueva generación de músicos costarricenses”, considera Brown.
“Empezamos con 250 alumnos elegidos entre miles que se presentaron. La garantía para entrar eran las pruebas muy rígidas de aptitud musical. Aceptamos más o menos al 7%”, dice.
La tensión era evidente. La noche del primer concierto dirigido por Brown, había una manifestación afuera del Teatro Nacional. Cuando el director subió al podio, recuerda que desde la galería arrojaron papeles pidiendo a los presentes salir del teatro en protesta por el despido de músicos ticos. Decidido, dirigió el Himno Nacional y, sin pausa, la orquesta entonó la obertura de La italiana en Argelia , de Rossini. Este viernes, dirigirá la misma obra con la misma batuta, ahora desteñida. “Ya tuve que haberla tirado hace años, pero no pude”, confiesa. Este viernes, lo nombrarán director emérito, como Hoffman.
Reinicio. Invitado en los años 70 y 80, el estadounidense Irwin Hoffman encontró una orquesta encaminada a la profesionalización; cuando se le pidió asumir la dirección, en 1987, estaba en crisis. La devaluación de la moneda había obligado a los maestros extranjeros a renunciar. Los jóvenes músicos ticos se encontraron, de pronto, como instrumentistas principales y educadores.
“Las condiciones en las que tocaban eran mínimas. Durante el ensayo, la lluvia entraba al salón donde estábamos y me sorprendió que la orquesta existiese en esas condiciones”, recuerda. Tres años más tarde, la OSN estaba en condiciones de ofrecer una gira por Florida. Vendrían más viajes: a Alemania, España y otros países latinoamericanos.
“Cuando dejé la orquesta, en el 2001, no volví por casi diez años. Cuando regresé, me invitaron de vuelta y la orquesta sonaba muy bien”, asegura. “Esta orquesta, como todas, es un instrumento, y suena según quién lo toca”, dice Hoffman. El personal es parecido. Entonces, eran jóvenes que empezaban en la música. Ahora, Hoffman los encuentra con familias, automóviles, casas... Como su música, han crecido.
Hoy, el director encuentra una orquesta “excelente”. El miércoles, al dirigirlos en la energía abrumadora de Romeo y Julieta , quedó claro por qué lo dice.
El concierto inaugural se presentará el viernes 27, a las 8 p. m., y el domingo 1.° a las 10:30 a. m. en el Teatro Nacional. El viernes se celebrará una charla previa a las 7 p. m. en el foyer del teatro. Las entradas valen entre ¢4.000 y ¢18.000. Se ofrecen descuentos de 50% para estudiantes y ciudadanos de oro.