El sábado, una multitud de jóvenes se congregó en el centro de eventos Pedregal, en San Antonio de Belén, para presenciar la primera edición costarricense del famoso festival de colores Holi One.
Prestigioso por sus atractivos juegos de polvos de distintos colores de neón, el evento mezcla música electrónica y similar con un ambiente festivo del que los costarricenses sacaron provecho.
Los organizadores aseguraron haber vendido 9.000 entradas, que hicieron ver al área abierta de Pedregal inundada de humanos cubiertos en sudor, sonrisas y color.
El festival se extendió por más de 12 horas y ofreció entretenimiento ininterrumpido con base en toldos, atracciones comerciales y, por supuesto, un gigantesco escenario colocado al centro del lugar.
Banderazo. El comienzo del festival vino con el set del Dj Piloy, artista costarricense que tuvo la difícil tarea de calentar el ambiente justo cuando el público recién se asentaba en Pedregal y compraba sus tiquetes para bebidas.
Unos cuantos se apuntaron al baile de primera entrada, pero fue hasta que los minutos transcurrieron que Piloy probó ser un adecuado combustible para darle rienda suelta a la emoción.
La fiesta de electrónica prosiguió con la llegada del colectivo SOURCE, que brindó el trance del mediodía, abriendo el camino mediante los ritmos del psycho , el dubstep y otros géneros.
El primer Dj internacional en aparecer en tarima fue Christopher Cherubin, alemán con una producción más relajada.
Así transcurrió la jornada: fluida, con un público que no se dejó caer en ningún momento, y con mayor número de clímax que la cantidad de artistas presentes en el cartel; detonando una experiencia que tiene el viento a favor para volver a celebrarse en el país.
De pronto, la gran mayoría de las cabeceras y los pedazos de piel al descubierto estaban empapadas de potentes colores azul, rosado, amarillo, naranja y verde.
Tras la presentación de Cherubin se celebró el primer lanzamiento simultáneo de polvos al aire, justo en frente del entarimado, actividad que se repetiría cada hora hasta terminado el día.
Ese debut del polvo colectivo generó lo esperado:una espectacular nube cromática sobre los asistentes, que al par de segundos desaparecía del panorama; una vez despejado el cielo, la banda local Alphabetics arrancó su presentación.
El grupo tuvo la dicha de encontrarse a un atento y enérgico público, capaz de bailar y corear muchas canciones que todavía ni siquiera han sido publicadas.
Sin duda, fue el show de Alphabetics el responsable de que el festival calentara de una vez por todas, y después de su interpretación de Frutista (sencillo del EP debut) que el calor del público empezó un curso ascendente.
Santos&Zurdo apareció después para inyectar su característico world music electrónico bañado en los sonidos del sitar, guitarra eléctrica, bajo y tornamesa, en el acto más referencial a la cultura hindú del Holi One (cuya inspiración nace de la festividad Joli, celebrada en India y Nepal).
La nota latina la provocó el dúo Jalamelule, que brindó audiovisuales de lujo de fondo, una artística puesta en escena y un recordatorio de la cultura cercana. Ver nota secundaria
Para el ocaso de la tarde fue otra banda nacional la que entusiasmó al recinto. Vestidos de negro, los cuatro músicos de Patterns repasaron prácticamente todo su disco Dangerous Intentions , que salió pocas semanas atrás. La banda invitó a dos coristas y cuatro bailarines para dinamizar su repertorio e, incluso, sumó a un saxofonista para el último tema, que cerró casi una hora de un repertorio de dance pop acompañado por los aplausos y vítores del público.
Pasaron pocos minutos para que el dúo nacional Huba &Silica tomara la batuta y se dedicara a hacer mover los esqueletos de los miles de presentes en Pedregal. Con ritmos como electro y drum&bass y la aparición de un bailarín de hip hop cubierto con un casco, la pareja se presentó durante casi una hora muy movida.
Más tarde Bartosz Brenes presentó su nuevo proyecto Metabomb, en el que mezcla el reggae nacional con música electrónica. Para el tema One Finger invitó a tarima a Huba.
Al cierre de esta edición, todavía faltaban dos Dj más por presentarse, mientras que el polvo seguía desperdigándose por un recinto que, a pesar del cansancio de la jornada, se negaba a escatimar en energías, música y colores.