No hay duda. Luego de años de lucha para que su obra sea reconocida y se interprete en su propio país, el trabajo de los compositores costarricenses vive una etapa de reinvidicación.
Así lo cree Eddie Mora, uno de los más prolíficos compositores costarricenses.
En sus tiempos de estudiante , aunque se conocía del trabajo de los artistas nacionales, era impensable hablar de música costarricense, mucho menos soñar con la idea de que las orquestas del país la interpretaran su obra.
Por eso se emociona al contar que, en la actualidad, son las agrupaciones locales las que les comisionan obras para sus repertorios y las que, por iniciativa propia, buscan a los compositores para interpretar y grabar sus diferentes propuestas.
Este buen momento se corona con el espaldarazo que dio en setiembre la Academia Latina de la Grabación al nominar la producción Música de Compositores Costarricenses Volumen 1 , de la Orquesta Sinfónica Nacional, en la categoría a mejor disco de música clásica. Si ganan o no se sabrá el próximo jueves.
Solo el hecho de haber logrado la nominación pone el trabajo de artistas como Julio Fonseca, Carlos Escalante, Vinicio Meza y el mismo Eddie Mora (autores que participan en la producción), a competir con interpretaciones de obras de Giuseppe Verdi, hechas nada menos que por Plácido Domingo; o de Antonín Dvorak, dirigidas por el gran José Serebrier.
Saben que la competencia es dura, pero la nominación representa un buen indicador de que van por buen camino.
“El premio más importante que puede tener un creador es la apreciación del trabajo por el público; sin embargo, este caso, la nominación es un importante estímulo; te impulsa a seguir trabajando”, aseguró Vinicio Meza.
Largo camino. Este no es un logro que se consiguió de la noche a al día. Hay años de esfuerzo de los nacionales para que su trabajo se valore en casa.
“El auge que está teniendo la música costarricense no es fortuito. No digo que ha sido una lucha, sino un proceso normal de desarrollo donde las manifestaciones artísticas van buscando un espacio, ganándose un lugar poco a poco”, dijo Eddie Mora. Él destacó que, en la actualidad, gracias a diferentes estudios, es posible decir que existe una historia de la música costarricense, que comienza hace casi 200 años con las bandas de conciertos, y este arte ha tenido un mayor o menor auge desde aquel entonces.
Mora recuerda que los primeros grandes esfuerzos repuntaron en la década de los 90 cuando compositores como Fidel Gamboa, Allen Torres, Alejandro Cardona y él mismo encontraron un espacio para sus composiciones en las agrupaciones de cámara.
De a poco, la música se impulsó entre agrupaciones de mayor tamaño. Liderada por Eddie Mora, en en el 2011, la Orquesta Sinfónica de Heredia hizo un replanteamiento de repertorio con el objetivo de incluir solo la obra de artistas costarricenses y del resto de América Latina.
Ese mismo año entró a regir el Reglamento a la Ley de Creación del Centro Nacional de la Música, que estableció como una de las funciones de la Orquesta Sinfónica Nacional “promover y divulgar las composiciones musicales de autores costarricenses”.
“Los compositores ya no tenemos que hacer una cruzada para que nuestro trabajo se toque. Si hace unos años me hubieran preguntado qué iba a pasar con mi música, habría dicho que primero se grabaría la de compositores con más trayectoria y luego la de los más recientes. Ahora tenemos un primer disco con obras contemporáneas y uno completo con música de Benjamín Gutiérrez”, aseguró Carlos Escalante, quien agregó que producir estos materiales era un asunto de voluntad política.
Labor incansable. Aunque la audición de una composición dure minutos, detrás de ella hay días o meses de trabajo.
Son procesos largos en los que se analiza lo que se quiere decir, la intensión que se quiere transmitir y se trabaja en la estructura que tendrá la composición, explicó Eddie Mora.
Cuando hay solistas de por medio, también se toma en cuenta su parecer, dijo Carlos Escalante, quien desarrolló su obra al lado de la clarinetista Ana Catalina Ramírez. Es un tire y encoge que lleva a sus creadores por procesos largos de estrés.
A veces, incluso, cuando la obra se interpreta por primera vez en un ensayo, sus mismos creadores la someten a estudio y hacen cambios sobre la marcha.
Esos esfuerzos han sabido hacer camino a oídos del público nacional. Ahora, parecer haber llegado el tiempo de que estos sonidos conozcan nuevas fronteras.