Hasta hace poco, lo teníamos muy claro: en Costa Rica se hace música con todo, excepto con el ruido. Ya no: el 2014 fue, como pocos, el año de romper las fronteras de lo que entendemos como música.
Quizás el ejemplo más obvio se presenció en abril , cuando Sergio Fuentes aceptó el Premio Aquileo J. Echeverría de Música en la rama de Composición por The Wiesengrund Project . Entonces, el Teatro Nacional reventó con el ruido que convierte en la materia prima de sus grabaciones.
El noise , la música electroacústica y el arte sonoro vivieron tal año de bonanza que parece irreversible: tal es la penetración de plataformas como Soundcloud y Bandcamp que su difusión solo puede crecer más. Con conciertos en el Centro Cultural de España (casa del arte sonoro desde los años 90), El Sótano y las universidades, también tienen nuevos escenarios abiertos.
Incluso, la película Rosado furia , ganadora del Festival Internacional de Cine Paz con la Tierra 2014, cuenta con una banda sonora noise , de Esteban Mora (como Bloqueos, acumula más de 50 títulos en Bandcamp ). El público está escuchando.
La música electroacústica engloba la práctica de combinar lo eléctrico con lo acústico, con distintas estructuras musicales. Por noise, entendemos el uso del ruido, la improvisación y la tecnología como materiales para componer. “Uno no espera melodías, sino texturas de los instrumentos. Puede ser algo violento y fuerte; otras veces, suaves y ambientales. No es algo estructurado”, explica Ronald Bustamente , matemático y cabeza de múltiplesproyectos.
Feedback de guitarra, ruidos de la calle y errores de grabación pueden ser así partes de una composición. “Una cosa que tenemos que considerar –con el noise , sobre todo– es que no es música”, advierte la musicóloga Susan Campos . No es un contrasentido: esto es investigación sonora.
Subterráneo. La idea no es nueva, pero el ruido es un paisaje aún desconocido, aún borroso. Desde los años 70, creadores como Sergio Sasso, Joaquín Gil y Luis Diego Herra han experimentado con las fusiones entre lo electrónico y lo acústico.
El primer ladrido de aUTOperro data de 1980. Los arquitectos Fernando Arce y Mauricio Ordóñez fusionaron lo más ruidoso del rock con el lienzo en blanco de lo electrónico en conciertos de los que, en palabras de Arce, se iba la mayoría del público.
Lo suyo era rock & roll; eso sí, distante de lo conocido entonces. “Estoy siempre muy dispuesto a improvisar con otros músicos porque es lo que me parece fundamental: el juego entre músicos”, explica. aUTOperro ha viajado al extranjero y ha sido el exponente más constante de estos géneros en el país.
Aunque aUTOperro está en pausa, ha colaborado con músicos como José Duarte en Godzillasaurus, y actualmente desarrolla Nautilus con sus hijos.
Paralelamente, en los años 80, la música electroacústica reclamó espacio en la academia –con Alejandro Cardona (con el Programa Identidad Cultural, Arte y Tecnología ) y Otto Castro–. Castro, ganador del Premio Nacional del 2010, impulsa el estudio en el campo (y su historia) e iniciativas determinantes como festivales y el Laboratorio de Composición y Experimentación Sonora de la Escuela de Artes Musicales.
En esa década, destacaron compositores como Mauricio Pauly, Federico Reuben y José Duarte . Con Duarte, el grupo abierto Extremos Sonoros ha reunido a artistas de toda índole en universidades, bares y salas de conciertos. “Cuando estábamos empezando, llegaban literalmente cuatro gatos al concierto”, recuerda. Aunque dista de ser un fenómeno masivo, Extremos Sonoros acumula más de 20 fechas y ha traído a artistas internacionales.
Este año, Susan Campos condujo proyectos académicos como Debates Sonoros , el encuentro MayoNoise y discusiones en las sedes central y atlántica de la Universidad de Costa Rica. “Son espacios que permiten que el artista se acerque a la academia, que haya un acercamiento mutuo”, dice Alejandro Sánchez. Con Achromatic Productions y otros sellos propios, edita a artistas de noise de Europa y de América desde Turrialba.
Los shows suelen ser laboratorios de tecnología de la imagen e interactiva, como Paulina Velázquez , Travis Johns y Tomás de Camino , cada uno en su campo de estudio.
También tiene profundas implicaciones políticas –notorio en Bloqueos, aUTOperro y Bustamante–.
El artista Alonso Fonseca destaca el papel fundamental de Internet en la consolidación de este campo. Con el grupo Piratas del Cosmos , fusiona ruido y las artes visuales; ir a una presentación suya es asistir a un concierto y a un performance artístico.
Del mismo modo, Joan Villaperros concibe esta práctica como forma de vida, y no solo como un género. “Me gusta despertar el error”, dice Villaperros, quien mezcla tecnología (con su aplicación de software absur2), artes visuales y “ juguetes sonoros ” en proyectos como La Triada Hermética.
“Lo que más me importa es la textura, la frescura, el momento: ser auténtico en cada momento de mi vida”, añade. En este nuevo camino abierto, todo parece posible; lo que falta es una especialización cada vez mayor. “Lo más importante es que cada uno con su perspectiva, con su ámbito, vaya colaborando para que ese ambiente sea mejor, contribuir y hacer esa sinergia”, considera Otto Castro.
Música o no, la exploración que realizan estos artistas nos permiten preguntarnos qué sentimos, qué escuchamos (y cómo lo hacemos) y, en última instancia, qué somos.
Extremos Sonoros P43 _ Rock en el Farolito 2013 _Bloqueos_Wiesengrund Manteles_Antisentido Godzillas by Extremos Sonoros on Mixcloud