Las Vegas, Nevada
Tenso. Así confesó Miguel Bosé que se sentía horas antes de ser el centro de todas las miradas. “Es que no estoy acostumbrado a esto”, le dijo a su amigo, el cineasta mexicano Alejandro González Iñárritu.
El cantante español no contó cuál fue la cara que hizo el director de Amores perros ante la confesión de humildad de parte de uno de los artistas más populares de la música en español. Lo que sí narró fue la respuesta del azteca: “Güey, ya es hora de que te acostumbres a recibir porque te has pasado una vida dando”.
Y así fue: la noche del miércoles 20, Miguel Bosé se sentó a recibir los aplausos, piropos y agradecimientos de sus seguidores, en esa ocasión sus propios colegas, algunos contados entre los artistas más poderosos del mercado hispano y que esa fría noche de Las Vegas se juntaron para homenajearlo a él, al mítico Papito.
Bosé –cantautor, actor, activista, filántropo e inventor de un sello creativo irrepetible– fue celebrado como la Persona del Año, por parte de la Academia Latina de la Grabación. Y por eso la noche fue de él, por él y para él: en un salón del hotel Mandalay Bay, ante una exclusiva audiencia de unas 1.000 personas venidas de todo el continente, Miguel Bosé se dejó querer. Viva estuvo ahí y así lo vio.
Criaturas de la noche. El camino a Bosé no fue corto. Varios fueron los controles de seguridad que debieron sortear los invitados, entre los que se contaban ejecutivos disqueros, patrocinadores, reconocidos productores musicales, periodistas y los amigos de los amigos del mejor amigo de alguien.
Los turistas sin tiquete se agolpaban en los accesos a las escaleras eléctricas, con la esperanza de ver a alguna estrella. Sin embargo, Eva Longoria, Don Francisco y la nueva Miss Universo, Gabriela Isler, entraron por otro lado, más reservado.
Mientras se abría el salón de la cena, el conversatorio previo fue un Babel de acentos: argentinos, españoles, cubanos, colombianos, mexicanos, puertorriqueños... ¿Ticos? Sin suficiente representación en el podio de la música popular del continente como para que la erre arrastrada se hiciera sentir.
Tratar de reconocer rostros fue un buen pasatiempo previo al inicio de la música... ¿verdad que ese es Kike Santander? ...Y podría jurar que ese es Cachorro López... y ese otro KC Porter. Con el gordo Raúl de Molina no hubo espacio para la duda.
Ya una vez en el palacesco salón, la gente tardó más de la cuenta en tomar sus asientos, pues había mucho colega para saludar. Fue hasta después de varios llamados al orden que Gabriel Abaroa, presidente de la Academia Latina, pudo dar por inaugurada la velada.
Aplausos para los patrocinadores y un video semblanza de Bosé, el artista, y Miguel, el ciudadano, los dos que el homenajeado explicaría conviven y se odian dentro de su cuerpo.
Luego, los meros-meros (el maestro Luis Cobos, director de la Academia Latina, y Neil Portnow, presidente de la Academia de la Grabación) subieron al escenario para recibir a la Persona del Año... y detrás suyo llegó la música.
Para Miguel, con cariño. Acostumbrado a que sus canciones fluyan gracias a él desde el escenario, Bosé vivió aquella noche una experiencia nueva: ser parte de la audiencia que delira con sus grandes éxitos. Y es que el menú musical fue suyo, solo que en las voces de otros.
Los primeros en celebrar al español fueron tres jóvenes, de esos que estaban en la escuela cuando ya él dominaba en las listas. Gian Marco, Alex Cuba y Santiago Cruz se hicieron uno para interpretar Linda , iniciando además un ritual que se repetiría muchas veces: Miguel dejando su asiento para irse a abrazar con aquellos amigos/colegas/discípulos.
Luego, el primer bombazo: un barbudo Ricky Martin dándole a Bambú un matiz similar al de Livin' la vida loca . Con unos particulares pantalones (¿diseñados por MC Hammer?), el boricua se fundió en un abrazo con su gran amigo, le dedicó unas palabras de admiración y dejó el escenario, pues la música debía correr veloz.
El relevo lo tomó la incombustible italiana Laura Pausini. Con muchos de los asistentes casi al borde de las lágrimas, Pausini se partió el alma en Te amaré . La ovación fue lógica.
El programa vio varios duetos inéditos, a manos de artistas jóvenes muy influenciados por la obra de Bosé: Julieta Venegas y Juan Campodónico (Bajofondo), reinventaron y le dieron un aire aún más divertido a Amante bandido ; Ximena Sariñana y Draco Rosa se enfrascaron en un duelo vocal para Júrame , y Natalia Lafourcade le encendió la mecha a Morena mía , que a media marcha alzó llama gracias a la metralla lírica de Dante y Emmanuel, los resucitados Illya Kuryaki & The Valderramas.
El joven estrella de la actual edición de los Grammy, Pablo Alborán, también tuvo lo suyo, juntándose con Jesse y Joy en Como un lobo . Al terminar a los tres muchachos la admiración por el homenajeado se les salía por los ojos, y él los premió en un abrazo, seguido de cerca por el lente de su fotógrafo personal de la noche (González Iñárritu) y de su madre Lucía, vestida de pies a cabeza de azul.
Dos de los compadres de Miguel le hicieron los honores, como estaba previsto: Alejandro Sanz sorteó unos problemas iniciales con el sonido para entregar su cover de Si tu no vuelves , a lo mismo que Juanes hizo lo propio con Nada particular .
El cierre tomó a todo el mundo por sorpresa: si ya era inesperado que Carlos Vives le metiera su sello vallenato a la clásica Amiga , el recinto casi se viene al suelo cuando otro Carlos (Santana) se incorporó para interpretar con su guitarra un solo de esos endiablados que viene regalándole al mundo desde los buenos viejos tiempos de Woodstock.
Persona del año. Miguel Bosé sabe que debe mantener los pies sobre la tierra, aunque los motivos para creerse de más le sobran. Por eso, cuando finalmente le tocó el turno en el micrófono se enfocó en lo principal: dar gracias.
Gracias a la madre que lo parió (cuyo traje y cabello azul le valieron que su hijo la vacilara por su parecido con un pitufo, un personaje de manga y una píldora de Viagra); gracias a los amigos presentes, y sobre todo, gracias a la gente, a cada una de las personas que compró uno de sus discos, asistió a sus conciertos o pidió alguna de sus canciones en la radio. Ellos primero, antes que Bosé.
Sabedor de que el broche lo pondría él, Bosé asumió la pose, caminó la pasarela para modelar su nuevo traje Gucci (patrocinador de la gala) y deleitó a los presentes con Nena . Luego, tras simular hacerse de rogar, volvió para dar la puntada final: Sevilla .
Bañado en aplausos, el hombre de la noche, la Persona del Año, el amante bandido, el papito se dejó querer.