Aceptémoslo: hay que tener cierta edad para preferir estar un domingo en la noche llevando frío y agua en lugar de estar metido bajo las cobijas. Pero, por dicha, a esa edad y actitud apela la serie de Disney Channel, Soy Luna.
Llovía tanto la noche del domingo que el suelo del Estadio Nacional semejaba a un lago, en el cual los niños y adolescentes chapoteaban con emoción.
Uno de estos entusiastas fue Ana María Araya, de 14 años, quien apenas podía hablar. En medio de tartamudeos por el frío, Araya contó que llegó al concierto desde Puntarenas.
"No me lo podía perder por nada. Son mis ídolos y mi mamá también quería venir", contó la chica. Su madre, Ariana Pérez, no parecía estar tan de acuerdo. "Yo le dije que si salía bien en los exámenes íbamos a venir, pero jamás me imaginé tal aguacero".
Con el paso de los minutos, el agua se integró como un factor más que tolerar. Como lo fueron las filas para ir al baño, para comprar churros o la imposible posibilidad de tener una conversación entre los alaridos de los presentes, quienes no bajaron los decibeles en ningún momento de la agitada velada.
Karol Sevilla, una de las integrantes de Soy Luna, se mostró empática con sus seguidores durante todo el espectáculo, que tuvo como telonera a Fátima Pinto, quien mostró color, emoción, alegría pero, sobre todo, corazón.
La gramilla fue una zona privilegiada para quienes no podían contenerse las ganas de bailar. Allí se encontraba Estefanía Castro y Lucía Pineda, ambas de 9 años; ellas no dejaron de darse la mano toda la noche. "Son nuestros favoritos. Hasta nos sabemos algunas coreografía en patines", dijo Pineda.
Al igual que Estefanía y Lucía, otros centenares de niños no perdieron el furor y las ganas de pasarla bien. Fue así como un público agradecido y feliz cantó y bailó como si no hubiese que madrugar la mañana siguiente, y así se celebró una noche mágica sobre charcos y patines.