Este sitio fue el escenario donde Indiana Jones examinó los restos de un extraterrestre y su platillo volador en El reino de la calavera de cristal . También fue base de operaciones en la película Día de la Independencia , y el misterio de referencia para los Expedientes secretos X . Aunque los titulares noticiosos nunca prestaron tanta atención al Area 51 como sí lo ha hecho Hollywood, ahora el misterio revive.
El 15 de agosto, la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés) comprobó que los teóricos de la conspiración tenían razón en dos cosas: el Área 51 existe, y en ella se guardan secretos.
La imaginación popular iba más allá. Se rumoraba que debajo del desierto Mojave, en Nevada, habría un enorme búnker que alberga un centro secreto de pruebas en vida extraterrestre. Allí se guardarían los restos del supuesto platillo volador –con sus tripulantes incluidos– que se habría estrellado en Roswell, Nuevo México, el 5 de julio de 1947. Los teóricos de la conspiración incluso dicen que allí se reunía el Gobierno estadounidense con extraterrestres.
Todo esto se dice, pero hasta agosto pasado, poco se sabía con certeza.
La base militar está ahí, a 240 kilómetros al norte de Las Vegas. Sin embargo, en 400 páginas reveladas por aquel Gobierno, los extraterrestres no salen a escena.
Informes secretos
El mundo de las teorías conspirativas confirmó la existencia del Área 51 gracias a la petición que gestionó la Universidad George Washington para desclasificar los documentos secretos.
Investigadores de todo el mundo han dedicado décadas a obtener información nueva y, a pesar de que ya existían sospechas sobre lo que realmente se hacía en el Área 51, los documentos de la CIA convirtieron los rumores en información oficial.
En las páginas hechas públicas se incluye un mapa del lugar y se confirma que el Área 51 es una base militar construida durante la Guerra Fría para desarrollar tecnología secreta, y probar las aeronaves espías U-2 y OXCART. Los aviones eran los únicos que, en los años 50, tenían la capacidad de volar a alturas mayores a los 70.000 pies, lo cual explicaría que los aparatos fueran confundidos con ovnis.
Aquel Gobierno nunca se preocupó por desmentir a quienes aseguraban haber visto naves espaciales. La confidencialidad y el rimbombante “carácter secreto” de los documentos de la CIA contribuyeron a alimentar los cuchicheos.
Sin embargo, en abril del 2000, cinco fotografías instantáneas de un satélite ruso para Aerial Images, se trajeron abajo, por primera vez, el encubrimiento del Gobierno estadounidense de que en esa parte del desierto no había nada.
Las imágenes fueron captadas en marzo de 1998 como parte de un proyecto entre Microsoft, Kodak, Digital Equipment, Autometric y la agencia Sovinformsputnik, para construir un mapa de la superficie terrestre. La sorpresa sobrevino cuando Aerial Images puso las cinco fotos del Área 51 en su página web, donde podían verse gratuitamente.
La ruptura del secreto en torno a la famosa instalación militar llenó las portadas de los medios de prensa norteamericanos y los internautas se lanzaron en masa para comprobarlo.
Lo que muestran las fotos no es nada del otro mundo: algunos edificios en medio de la nada, pero, aun así, el servidor que las alojaba llegó a recibir ocho millones de visitas en un día.
En el pasado, la CIA ya había tenido que lidiar con hechos que delataban el complejo secreto. Por ejemplo, dos de sus aviones U-2 chocaron en 1956. Además varios funcionarios de la base sostuvieron públicamente que habían trabajado en una nave extraterrestre.
En 1995, un abogado de la Fuerza Aérea afirmó durante un juicio que “no existía ningún lugar llamado Área 51”. Las declaraciones fueron la respuesta a varias demandas de empleados del complejo, quienes denunciaron sufrir enfermedades debido a su exposición a materiales tóxicos mientras trabajaban allí.
El aire de misterio provocó que en Rachel, Nevada –el pueblo más cercano a la base–, los vecinos siguieran promocionando hostales donde eran bienvenidos los alienígenas, parqueos reservados para platillos voladores e incluso una autopista extraterrestre.
De otro mundo
A 240 kilómetros de Las Vegas, el pueblo de Rachel envejece entre las montañas de polvo del desierto de Mojave. Su principal atracción es estar a solo 17 kilómetros de los rótulos que anuncian el Área 51, hasta hace poco, ultrasecreta. A pesar de la corta distancia, sus habitantes aseguran no haber traspasado la línea que marcan los anuncios que amenazan con cárcel a los intrusos curiosos.
Al turista lo atraen los souvenirs de pequeños aliens verdes de peluche, tazas con la leyenda “ We are not alone ” (“No estamos solos”) y “certificados” de abducciones alienígenas; todos, motivos icónicos en las historias de ciencia ficción con las que fantasean los curiosos.
Por ejemplo, el restaurante The Little A’Le’Inn lleva más de 22 años de subsistir en el negocio. El local, justo a la orilla de la “Autopista Extraterrestre”, presume de estar entre los lugares de paso más famosos.
A sus 70 años de edad, Pat Travis, su dueña , dijo a The New York Times que la noticia de la CIA refresca el interés de los visitantes en el Área. “Cada vez que sale una nueva historia, la gente vuelve a venir”, señala. “Quieren saber todo sobre el Área. Cuantas más historias les cuentan, más souvenirs se venden”.
Travis y sus vecinos sostienen que la desclacificación de los archivos no los hace más ni menos incrédulos. En el parqueo de su restaurante seguirá brillando el rótulo que dice: “Bienvenidos terrícolas”.