Bendito el gol que atravesó la portería, y obligó al adolescente Rafael Ángel Pérez a buscar camino en otro deporte que no fuera el fútbol.
El atletismo fue lo suyo, desde que corría por las montañas de Brasil de Mora, en Ciudad Colón. Correr, casi volar, lo convirtió en el referente del atletismo de fondo nacional de todos los tiempos.
La mayor hazaña la alcanzó la noche de martes 31 de diciembre de 1974. Compitiendo contra otros 180 corredores de 34 países del mundo, ganó la famosa carrera San Silvestre, en Brasil.
El crono quedó en 23 minutos y 58 segundos tras recorrer los 8,9 kilómetros de la competencia.
Considerado por este diario como uno de los mejores atletas costarricenses del siglo pasado, Pérez acumuló numerosos récords durante su carrera sobre el asfalto.
En Knoxville, Tennessee, Estados Unidos, impuso el récord nacional de 28 minutos, 48 segundos y cuatro centésimas en los 10.000 metros, el 8 de junio de 1976.
También se le atribuyen memorables actuaciones en los 3.000 metros planos, 3.000 obstáculos, 5.000 metros y el de la maratón.
“Nunca corrí para vencer rivales ni ganar dinero. Competí contra el reloj, las marcas, pero sobre todo, por mi país”, mencionó una vez.
Corrió por un sueño. “Los sueños son la fuente de energía del ser humano. Si uno no tiene sueños, es muy difícil concentrarse y dedicar esfuerzos. Cuando me dediqué al atletismo, lo hice como un gran soñador”.
Apenas en marzo del 2015 se enteró de que había impuesto una nueva marca, casi 40 años después.
Sucedió el 8 de febrero de 1976, al ganar la media maratón de la Carrera de Coamo, en Puerto Rico, con un tiempo de 1:03:46, que fijó el nuevo récord de esa competencia.
Emblemático
Retirado del deporte competitivo desde 1983, ubica sus mejores momentos entre 1975 y 1976, cuando en Coamo venció al finlandés Lasse Viren, medallista de oro olímpico en los 5.000 y 10.000 en Munich (1974) y Montreal (1976).
¡Ahh! Y ocupó el lugar 13 en los 10.000 metros de los Juegos Olímpicos de Munich, en 1972.