A los 20 planeó que a los 50 estaría participando en política y lo logró mucho antes, pero no podía prever que a los 51 saldría de ella diciendo “ tengo que asumir una responsabilidad política ante el país y ante ustedes ”.
Así pagó su error, el de aceptar que un empresario colombiano cuestionado prestara el jet donde viajaron a Perú la presidenta Laura Chinchilla y su esposo José María Rico, él mismo con su esposa (la ministra de Comercio Exterior Anabelle González), y la asistente Irene Pacheco. Fueron a la boda del hijo del vicepresidente Luis Liberman y a visitar al presidente Ollanta Humala.
Francisco Chacón quería ser arquitecto, pero se matriculó en ingeniería civil y luego se pasó a Derecho para especializarse más tarde en comercio internacional. Junto a su esposa, ha participado en la élite que ha tomado las decisiones de “modelo-país” de los últimos 25 años y está orgulloso de ello.
–¿Por qué se inclinó por el derecho comercial y no por el penal?
– Lo que me ha gustado siempre es el derecho público: contratación, concesión de obra. Y vino a complementarse con comercio exterior, pero siempre desde la perspectiva pública.
– ¿En qué hizo la tesis?
– Un análisis comparativo entre el contencioso administrativo y el procesal civil. En el derecho administrativo, siempre me sentí muy a gusto y está ligado con algo que también me gusta, que es la política.
– ¿Quiénes fueron sus compañeros de tesis?
– Claudio Donato, que trabaja acá conmigo (en Zurcher Odio & Raven ), Allan Thompson, Alberto Fernández y Federico Sosto.
– ¿Fue cuando conoció a su esposa, Anabelle González?
– Yo estaba en tercer año y ella era alumna de papá en (derecho) ‘romano’. La conocí un día que él me pidió avisarle al grupo que no podía asistir; luego empezamos a trabajar en ‘Demos’, un partido de la Facultad.
– Tienen casi 28 años de casados, ¿quién se parece más a quién?
– Es un proceso bilateral. Ella era mucho más dura, muy clara en que algunas cosas no requerían tanta discusión. En materia de regulación económica, ella siempre fue muy tajante en contra del intervencionismo estatal, pero al final del camino yo llegué a convencerme de que ella tenía razón. De ella conmigo, yo siempre tuve más claro hacia dónde quería llegar y creo que ella ha llegado a apreciar que es mejor un poco más de planificación.
– ¿Hicieron tesis juntos en Georgetown?
– No. Yo la hice sobre la incorporación de Costa Rica al GATT y ella, sobre los países en desarrollo y la Ronda de Uruguay . Ahí conocimos a Laura (Chinchilla), quien también era becada de la AID.
– ¿Empezó en la Contraloría antes de la beca?
– Sí, como asistente en Licitaciones. Al regresar, me llamó Muni Figueres para que me fuera a trabajar con ella y cuando renunció, nombraron a José María (Figueres). Terminé el gobierno de don Óscar con él y con Luis Diego (Escalante).
– En 1994 lo volvió a llamar Figueres Olsen.
– Sí, él y José Rossi me pidieron que fuera viceministro. Anabelle había trabajado con la Corporación de Zonas Francas y se quedó con don Roberto Rojas.
– A usted se le atribuye la paternidad de Comex y Procomer.
– Sí, así fue y con esa ley logramos institucionalizar Comex y evitar los roces con (los ministerios de) Relaciones Exteriores y Economía. Además, la ley fundió en Procomer a la Corporación de Zonas Francas, Cenpro y el Consejo Nacional de Inversiones.
– Usted era el especialista, pero luego hubo una bifurcación. Su esposa se quedó en comercio y usted en lo político. ¿Le cedió el espacio?
– No es que hubo acuerdo familiar; fueron las circunstancias. Después del gobierno de José María, el siguiente fue socialcristiano y yo no me sentía cercano. Anabelle se quedó allí, muy comprometida con su trabajo.
– ¿A qué área del derecho privado se dedicó en ese entonces?
– A consultorías en coproducción de textiles entre el Caribe y Estados Unidos, inversión, en contratación administrativa, inversión público-privado y atracción de inversión extranjera.
– ¿Cómo llegó al bufete?
– Yo estaba en Odio & Raven; luego hubo una fusión con Zurcher en el 2005.
– ¿Cuáles son los bufetes de punta en comercio?
– Varios, BLP, Arias & Muñoz, Pacheco & Coto, Laclé & Gutiérrez, KPMG, Facio & Cañas, y nosotros.
– ¿Hay algo que hizo para la campaña del “SÍ” que hoy no hubiera hecho?
– Era lo que le convenía al país. Ahora, me parece que hubo un caos muy grande y se desperdició mucho tiempo, recursos y plata.
– ¿Cuánto costó la campaña?
– Entre $4 y $5 millones, un monto extraordinario.
– ¿Igual que el llamado “memorando del miedo”?
– Eso fue un incidente desafortunado. Fue uno de los elementos negativos de la campaña.
– Su esposa y usted han estado por años en el grupo que ha tomado las decisiones de “visión-país”. En una frase, ¿cuál es el modelo?
– Hacer de Costa Rica un país exitoso en el mundo económico, para mejorar la calidad de vida de la población. Los esfuerzos que ha hecho Costa Rica en los últimos 25 años, y de los cuales me siento orgulloso de haber formado parte, han sido exitosos.
– El Banco Mundial dice que somos el país más desigual de América Latina porque ha habido concentración de riqueza.
– Es que hemos logrado tener un grupo de gente que se ha logrado insertar en la economía internacional: profesionales, gente que sabe inglés y cómputo. Y esta gente gana más, pero todavía convivimos con sectores que no lo han logrado.
– El sector agroexportador se la ha pasado muy bien, pero el grueso de los lechugueros y frijoleros no.
– Para acercar estos dos mundos, el país tiene que saber que acá los muchachos que no hablan inglés y no saben usar una computadora van a seguir ganando igual o peor.
– ¿Cómo va a hacer el muchachito que está entre los 150.000 que viven bajo la línea de pobreza?
– Hay que darle “Avancemos”. Es una tragedia para el país que el 50% no termine el colegio pues eso determina si habrá o no más desigualdad en el futuro.
– ¿Cómo llegó al Ministerio de Comunicación? Aceptar un puesto para el cual no estaba preparado es temeridad.
– Era un diputado que conocía lo que la administración quería hacer, había trabajado como vocero en precampaña y campaña, y durante el referendo.
– Tras su salida, los números no lo dejan bien parado: no logró levantar la imagen de la Presidenta.
– La función de un Ministro no es levantar la imagen de la Presidenta, sino establecer mecanismos para hacerle ver a la ciudadanía los objetivos y avances de la agenda de gobierno.
– ¿La mala imagen no era su responsabilidad?
– No creo que debamos reducir el problema de imagen a un problema de comunicación. No podemos ignorar que el régimen de partidos políticos está colapsado. Si tenemos una Asamblea con ocho fracciones, subdivididas en dos o tres fracciones, obliga a ir negociando por parcelas cada tema.
– ¿Cuál es el mayor error del gobierno?
– Una cadena de pequeños errores que se convierten en grandes.
– ¿Negociar con parcelas significa clientelismo y prebendas? ¿No ha habido evolución política desde ‘Cachimbal’?
– No prebendas, pero el gobierno se ve en la necesidad de sentarse con diferentes grupos que piden diferentes cosas.
– ¿Se vio usted con potencial político? ¿Ser ministro era su techo?
– Uno nunca debe decir nunca más a nada, pero por ahora estoy concentrado en rehacer mi vida profesional.
– ¿El plan era que usted sustituiría a Carlos Ricardo Benavides en el Ministerio de la Presidencia?
– Eso fue leyenda urbana sobre mi relación con él.
– ¿No se lo brincaban entre usted, el vicepresidente Liberman y doña Anabelle?
– No siento que haya sido así.
– Se decía que ustedes eran el triunvirato más poderoso de este país.
– No siento que haya sido así.
– ¿Cuál es su evaluación del nivel profesional de los periodistas?
– Creo que la producción masiva de profesionales ha hecho que la calidad no sea la que el país requiere. Eso viene acompañado con una gran competencia: están obligados a entregar cuatro ó cinco notas en el día y eso va contra la calidad. Me parece que allí el sector está en deuda con el país.
– ¿Cómo materializa eso de “calidad”?
– En general, poca preparación sobre los temas de fondo. Luego, la premura hace que no tengan el tiempo suficiente para hacer las preguntas correctas y a veces da la impresión de que no están tan interesados en buscar la verdad de los hechos sino en pedir la opinión para consignarla en el artículo y cumplir con el requisito del balance de fuentes.
– Como Ministro, se reunió varias veces con directores y propietarios de medios. ¿Les dio esa queja? ¿Qué le dijeron?
– Muchos no compartían mi criterio.
– Lo importante es que sea “fair”, no que la prensa lo trate bien o mal.
– No tengo queja, fui tratado “fair”, pero la aproximación es bastante superficial y lo vimos en la visita de Obama, de Xi Jinping, el análisis de la Refinería, la OCDE. Ahora, no sé si es que el público no está interesado en eso.
– ¿Su salida frena cualquier posibilidad política futura?
– No es agradable salir en las condiciones en que salí, pero siento que hay que dejar pasar el tiempo para que el polvo nos deje mirar lo que pasó.
– ¿Ha hablado con doña Laura? ¿Cree que ella debió defenderlo?
– Cuando le planteé la situación, esperaba la reacción que fue.
– ¿Que le dijera “muchas gracias”?
– Me dijo: “Entiendo”.
– ¿Qué esperaba usted de la amiga?
– No estábamos en relación de amistad.
– Usted renunció diciendo que era responsable.
– Siento que tenía una responsabilidad política. Salgo ante los costarricenses, a través de los medios de comunicación, a darles garantía de que la empresa no tenía cuestionamientos, porque eso fue lo que me dijeron…
– ¿Quién le dijo para que usted dijera que era ‘gente decente’?
– Cuando pregunté si se habían hecho los controles, me dijeron que sí.
– ¿Quién? ¿Mauricio Boraschi o Irene Pacheco?
– Irene, que era a la que le correspondía tramitar ese tipo de situaciones. Y confié plenamente.
– ¿Tenemos una Presidenta, un ministro de Comunicación y un encargado de Inteligencia que le hacen caso a una asistente? ¿Tenía ella tanto poder?
– La carga de trabajo es muy pesada y en determinado momento uno tiene que confiar. Y eso fue lo que sucedió.
– ¿Usted se va a hablar con Gabriel Morales Fallón solo porque el abogado Jorge Arce le dijo a Irene Pacheco que era confiable?
– Así es, fue una visita para asegurarnos de que no había conflicto de interés. Don Jorge había trabajado en el gobierno de (Abel) Pacheco y en lo de Obama.
– Y de gratis, ¿quién lo recomendó?
– Hubo una serie de consultas previas y la Embajada de Estados Unidos nos dijo que se sentirían confortables si alguien como Jorge Arce se hacía cargo.
– ¿Fue entonces recomendación de la Embajada?
– No diría que recomendación, pero es una persona que conoce del tema. De manera que cuando Irene le pregunta a él, no fue algo que causara sorpresa.
– Antes del viaje, ¿conocía al piloto Francisco Ugalde?
– No.
– ¿Y a los pilotos de Durman y canal 7?
– Irene llama a Jorge, él llama a la gente de Durman o de canal 7 y cuando le dicen que ellos no pueden, le recomiendan a Francisco Ugalde, de THX.
– ¿Cómo, para una boda como la Liberman-Cohen, cuya invitación tuvo que haber sido enviada mucho antes, planean el viaje apenas cuatro días antes?
– Porque habíamos tenido el informe del 1.° de mayo, la reunión de Unesco, la visita de Obama y lo de la reunión con Humala no fue algo que la Presidenta se sacó de la manga en el último momento. Había un tema de fondo porque venía la cumbre de Cali.
– ¿Por qué fue doña Anabelle la que pidió la cita con el presidente Humala?
– El año pasado, la Presidenta no pudo viajar a Chile a finiquitar la incorporación a la Alianza Pacífico. (Enrique) Peña Nieto (presidente de México) había venido a principios de año y se había comprometido, la Presidenta había hablado con Piñera en Cádiz para el apoyo de Chile; Santos (Colombia) estaba comprometido y el único país que nos estaba haciendo un poco de problema (porque consideraba que habíamos tardado un tiempo excesivo en aprobar el TLC con ellos) era Perú. En abril, la Presidenta iba al Foro Económico Mundial en Perú, para solventar los problemas, pero no pudo ir porque estábamos con lo de OAS.
– Y dejaron cieguito al Canciller.
– Pero es que él no estaba en el país.
– ¿No tiene correo electrónico o teléfono?
– Sí, por supuesto que se le pudo haber dicho, pero Irene…
– Va de nuevo: ¿fue Irene Pacheco la que decidió no llamar al Canciller sino a doña Anabelle?
– No sé si fue ella quien decidió, pero eso fue lo que hizo.
– Visitaron THX un miércoles. ¿Por qué no enviar un correo electrónico a la Asamblea para notificar el viaje? Eso es tarea del Ministerio de Comunicación.
– No, no; no sé si al Despacho, al Consejo de Gobierno o a Leyes y Decretos, pero eso nunca me ha correspondido a mí. En muchas ocasiones, la decisión de agenda la toma la Presidenta poco antes del viaje.
– ¿Es mucho menos estructurada que usted?
– Digamos que yo soy muy estructurado.
– Y en eso chocaron.
– No diría choques, pero sí, tenemos estilos diferentes.
– Eso de estar cancelando viajes, cambiando agenda, llegando tarde, ¿es frecuente en ella o no?
– Es difícil manejar la agenda de la Presidenta.
– ¿Estaba usted invitado a la boda?
– Sí.
– ¿Estuvieron presentes usted y doña Anabelle en la boda?
– Sí.
– Estuvieron en la boda James y Johnatan Stone Cohen. ¿Se los presentaron?
– Me imagino que sí estuvieron, pero a mí no.
– ¿A la Presidenta?
– No sé, estábamos sentados en mesas separadas.
– Después de la boda, ¿se fueron juntos al hotel?, ¿qué hicieron el domingo?
– Sí y el domingo fuimos los cuatro a un museo y a almorzar, y el lunes a la reunión.
– ¿Tiene fotos de la boda?
– No tengo.
– ¿Cuáles son los escenarios extremos frente a la Procuraduría de la Ética?
– Voy a contar la historia como se la estoy contando, que es como lo dije al Ministerio Público, y espero que puedan entender que no hubo ningún propósito de cometer algo indebido.
– ¿Pero cuál es el peor escenario?
– Que recomienden un proceso sancionatorio. En mi caso, ya no habría, porque no me pueden despedir.
– ¿En el caso de la Presidenta sí cabría sanción?
– No me parece que tenga implicaciones penales y el hecho de una donación de servicios no es algo nuevo.
– ¿Estaría de acuerdo en levantar una lista de donantes?
– Sí, sería conveniente.
– ¿Es usted socio de Hooters?
– Sí.
– ¿Qué le gusta de ese concepto de diversión? ¿Visita ‘sport-bars’ o ‘night clubs’?
– No, no, para nada.
– ¿Come ahí con doña Anabelle y sus hijas?
– No. Fue una oportunidad de inversión que se tuvo hace unos años y fue a través de una empresa que se dedica a colocar eso (la franquicia). Yo participé con el propósito de invertir y salir de allí en unos años.
– ¿Es rentable?
– Por ahora no he visto nada.
– Las municipalidades les dieron patente de restaurante familiar con entrada de menores de edad. ¿Le parece que lo sean?
– Me parece que la gente va a ver los partidos, se divierte un rato; no me parece que haya nada extraño. Lo que a mí me han explicado es que el código es muy estricto para evitar el cruce de las líneas que no deben cruzarse.
– En igualdad comercial, se le podría permitir a Tango India que venda casados con alitas de pollo y haga tardes juveniles.
–¿Qué es Tango India?