Esto es Palmares a principios de los 60. Don José Fabio Araya guía a su hijo menor, Johnny, entre un desfile de banderas azules, en una manifestación a favor de Otilio Ulate. El niño no soñaba con ser presidente.
Medio siglo más tarde, él desciende del asiento trasero de su Volkswagen Touareg a la bicentenaria ciudad de San José. En las afueras del Tribunal Supremo de Elecciones hay muchas palmadas en la espalda, mucha etiqueta de traje oscuro, mucho beso. Todo está listo para que Johnny inscriba su candidatura a la presidencia por el PLN.
La capital exhibe su escándalo propio de las diez de la mañana. Un tipo anónimo aúlla desde un carro en movimiento, como si le gritara al árbitro en un estadio. Es una ofensa contra Araya, pero nadie acusa recibo.
El líder en las encuestas también fue líder de esta capital por 22 años. La gente lo saluda de cerca y, ya sabemos, también le grita de lejos.
Este es el hombre “ejecutivo”, el político que se percibe cómodo entre el tumulto, la figura que supo acaudalar una fortuna de noticias en la prensa política y de farándula. Es el menor y hoy es el más poderoso miembro de la dinastía Araya Monge.
También, insiste, es el niño que no quería ser presidente. Sin embargo, ya ven.
Asuntos de familia
La casa de Johnny Araya parece que no termina de estrenarse aún. El hecho de que la vivienda luzca tan nueva tiene su importancia: en el 2012, Araya debió dejar su residencia de Escazú y estrenar esta en Rohrmoser para poder continuar como alcalde capitalino, luego de una denuncia por no vivir en el cantón que gobernaba.
El exalcalde responde preguntas sin irse por las ramas, confirmando que es un hombre de reuniones cortas.
“Mi familia es política en todo sentido”, y entonces recuerda los pasos de sus tíos maternos Nautilio y Víctor Julio Monge por la Asamblea Legislativa, así como las trayectorias de su papá y sus hermanos Rolando y Luis Carlos. En la máxima silla del Ejecutivo estuvo su tío, el expresidente Luis Alberto Monge. Sin embargo, la principal influencia política de su juventud vino de su hermano José Fabio, quien pertenecía a la agrupación de izquierda Movimiento Revolucionario del Pueblo.
“En casa había mucha discusión, sobre todo entre mi papá y mi hermano (...), se generaban discusiones muy acaloradas”, recuerda Araya, quien cuenta que militó en la izquierda hasta 1983. “[Entonces] me desilusionó lo que pasó en Nicaragua, yo tenía mucha ilusión de lo que era una revolución [la sandinista], y cuando vi que los comandantes habían tomado las casas más lujosas me desilusionó mucho”.
José Fabio lo sedujo con el MRP; su hermano mayor, Rolando, lo llevaría al PLN.
“Yo no le tuve que hacer mucha fuerza. Johnny, al verse un poquito más maduro, vio que aquello era una aventura juvenil. Él me dijo: ‘Yo me quiero ir a trabajar con vos’”, cuenta Rolando, quien para aquel momento era secretario del partido.
Araya se graduó como bachiller en Fitotecnia en la Universidad de Costa Rica en 1980, el máximo título académico que ha alcanzado en su carrera, y en 1983 se incorporó al Colegio de Ingenieros Agrónomos. Trabajó en la producción de miel; también en proyectos con Ganadera El Coyol en la siembra de sorgo y arroz en Guanacaste.
“Recuerdo que Johnny siempre fue un carajo muy diligente; era rápido para hacer las cosas. Tuvo una gran relación con los empleados de nosotros: él sabía dar órdenes, y eso a veces cuesta”, cuenta Alberto González, dueño Ganadera El Coyol y amigo de la familia Araya.
Por tres años fue gerente de la extinta Corporación Agroalimentaria del Valle, la cual trató, sin éxito, de exportar café en lata. El proyecto cerró el currículo de Araya en el sector privado, antes de entrar de lleno en la política.
Los Araya Monge palpitan con el ejercicio del poder; sin embargo, primero está la familia que la política. A pesar del distanciamiento de Rolando con el PLN, y del apoyo de Fabio al PAC en comicios pasados, el hogar de Palmares ha cerrado filas a favor del hermano menor.
En lo personal, Johnny se considera más sociable que su hermano Rolando, y más pragmático en lo político.
El excandidato verdiblanco coincide y agrega: “Muy pocas veces lo he visto enojado. Le rehúye al alegato; nunca lo vi participar en una discusión en esos términos, pero sí da su punto de vista con toda claridad”.
Luis Carlos Araya dice que, al ser Johnny y él los hermanos menores, son los más unidos en la familia. Él dice que notó sus cualidades políticas desde que su hermano entró a sétimo año en el Liceo de Palmares, cuando él ya cursaba undécimo.
El expresidente Daniel Oduber (1921-1991) era visita frecuente en la casa de los Araya. Empero, no fue sino hasta los años 80 cuando Johnny tuvo contacto político con él, pues compartieron en el directorio político del PLN.
“Me parece que fue uno de los grandes inspiradores de Liberación Nacional y de las ideas socialdemócratas en Costa Rica; por otro lado, fue un presidente muy ejecutivo, de tomar decisiones, tuvo carácter, pero también fue un gran negociador”.
Así describe Johnny a su héroe político, y para ello usa palabras familiares. Con algunas de ellas, también le gusta hablar de sí mismo.
Política municipal
Si nos quedamos en Palmares solo entenderemos la mitad de la historia de Araya; para conocer el resto, se debe viajar a San José.
Llegó como regidor a este municipio entre 1982 y 1986, en representación de la coalición marxista Pueblo Unido; pero su fama llegó como cabeza de la alcaldía.
Homosexualidad:
“Tolerancia”.
Fertilización in vitro:
“Una obligación legal” .
Laura Chinchilla:
“La presidenta a la que aprecio”.
Estado laico:
“Hasta el Papa lo defiende”
Daniel Ortega:
“Una amenaza”.
Puentes bailey:
“Emergencia”.
Marihuana:
“Una droga”.
Encuestas:
“Respaldo mayoritario”.
Abstencionismo:
“Un derecho”.
Partido Liberación Nacional
“Renovación”.
Otto Guevara:
“Muchas campañas”
Rodolfo Piza:
“Emergente”.
Rodolfo Piza:
“Emergente”.
Luis Guillermo Solís:
“Académico respetado”.
José María Villalta:
“Populismo”.
El colado:
“Con la Selección, seguiré siéndolo”.
El ejecutivo municipal Johnny Araya y el alcalde Johnny Araya son dos políticos diferentes. Del ejecutivo (1991-l998), se puede decir que le dio una nueva casa a la Municipalidad, que restauró parques y que fortaleció la policía cantonal. Sin embargo, los adoquines, los programas culturales, los festivales y los sueños de “ San José posible ” vinieron con el alcalde (1998-2013), y con él, una apabullante exposición pública.
En 1996 (año del primer archivo electrónico de La Nación ), el ejecutivo municipal Johnny Araya solo fue mencionado nueve veces en este diario. Para el 2007 –el último año en el que las informaciones sobre Araya estuvieron libres de sus deseos presidenciales– sumaron 134 menciones para el alcalde.
La periodista Carmen Azofeifa tiene algo qué anotar. Ella fue coordinadora de prensa de la campaña de Araya en el 2001, y el político decidió contratarla como su asesora a pesar de que ya había un equipo de comunicación institucional. Azofeifa explica el éxito en los medios con tres argumentos: la alcaldía empezó a coordinar iniciativas mejor conceptualizadas, se empezaron a enfocar mejor los aspectos noticiosos de los proyectos, y Johnny Araya resultó ser un estupendo vocero.
Empero, entre las luces también aparecieron sombras. En el 2005, La Nación reveló un documento firmado por la exgerente financiera de EBI, administradora del relleno sanitario La Carpio. En él se detallaban supuestos pagos a Johnny Araya y a ocho regidores y funcionarios municipales. El Ministerio Público declaró la extinción penal del caso por falta de pruebas.
Araya mantiene que aquello fue un montaje periodístico, y “de gente que quería hacerme daño”. En el momento de las revelaciones, Araya anunció que demandaría a La Nación , lo cual no ocurrió.
“El caso fue desestimado justo cuando ya se había vencido el período para haber presentado la querella (contra el diario)…, y ese mismo año La Nación me declaró personaje cultural del año ”.
Ser presidente
En mayo del 2008, Johnny Araya declaró su interés de suceder a Óscar Arias en la Presidencia de la República. Dice que sus aspiraciones nacieron muy naturalmente. “Hay mucha gente que, desde pequeña, su meta es ser presidente del país; ese no es mi caso. Hace diez años, no estaba pensando que iba a aspirar como candidato”.
Según Araya, sin pedirlo, su nombre empezó a puntuar alto en la popularidad de las encuestas. Entonces sus allegados le empezaron a insistir: “¿Para cuándo presidente?” Así nació un candidato.
Una crítica recurrente contra el exalcalde es que utilizó su posición en la Municipalidad como plataforma electoral. Uno de sus mayores críticos en el 2008 fue el exprecandidato presidencial Fernando Berrocal, quien dijo que Araya estaba “utilizando fondos públicos para promover ambiciones políticas de tipo personal”. (Ahora, Berrocal es un colaborador cercano de Araya.)
El candidato rebate, y dice que su gestión fue exitosa mucho antes de proyectar una candidatura.
“Mi nombre ha sido potable aún sin haber hecho publicidad (...), y siento que hacer una buena gestión no es criticable”, dice.
Ejemplos de sus proyectos más publicitados son la creación de la Policía Municipal y del Festival de la Luz; la organización de los Juegos Deportivos Centroamericanos, la transformación de avenidas asfaltadas en vías de concreto y, por supuesto, el Barrio Chino , que tuvo un parto con dolor y que todavía suma voces a la polémica.
Al margen de sus obras, la Auditoría del municipio evaluó la gestión de Araya, y reveló que el exalcalde solo cumplió con el 27% de sus promesas de campaña entre el 2007 y el 2011. Además, en su informe se criticó la falta de rendición de cuentas del funcionario y su falta de apoyo a proyectos de participación ciudadana.
Posibilidad histórica
Johnny Araya es amigo de los caballos y amante del Saprissa. En su oficina guarda fotos de familia, de política; posa con Sabina y Serrat en marcos sentados junto a una foto de Pepe Figueres. También exhibe fotos de su nueva esposa, Sandra León.
Johnny está recién casado en quintas nupcias y, al igual que Otto Guevara, es el único candidato cuyas relaciones sentimentales son reportadas por la prensa.
Sufrió al tratar de ser el candidato verdiblanco en el 2010; pero ahora está en ruta presidencial sin haber pagado peaje en la convención, luego de que Rodrigo Arias tirara la toalla .
Sentado en su sala, le proponemos un ejercicio de memoria. Esto es San José, el 7 junio del 2009. Esta noche sale a escena entre un mar de banderas verdiblancas que ya no ondean. El candidato reconoce su derrota en la convención liberacionista, un trago amarguísimo para alguien que nunca ha perdido una elección popular. Fue superado por Laura Chinchilla, y se queja de “presiones inadmisibles” cuando denuncia el apoyo que ella recibió de parte de Óscar Arias.
Ahora reflexiona: “Para mi vida fue mejor no ganar”, y agrega que hoy se siente más maduro y con mayor claridad en sus propósitos.
Si triunfara en febrero próximo, sería la primera vez que el PLN gobierne consecutivamente por tres períodos. El mérito no sería pequeño, pues se sobrepondría a un Gobierno con índices de popularidad deprimentes.
Johnny tiene una cabeza grande que descansa sobre un cuello ancho. Tiene nariz fina y unos ojos prominentes bajo un ceño pesado. A sus 56 años, el candidato es el miembro de su familia que guarda un mayor parecido físico con su tío Luis Alberto. Igual que él, podría llegar a ser presidente a los 57 años.
Él no lo soñaba, y ya ven.