Hace más de una década nadie imaginó un escenario tan complicado. Lo que parecía una inofensiva red de información, que maravillaba al mundo al facilitar la transferencia de datos, se ha convertido en un ser vivo que no solo ha puesto en apuros el negocio del cine, la música y los medios de comunicación, sino que ha afectado sensiblemente el de la pornografía.
Es el mismo cuento cuando se trata de comercializar un producto audiovisual que involucra sexo: por un lado, las productoras luchan a diario contra la piratería de sus películas (que incide directamente en sus ingresos) mientras que frente a las cámaras los actores tienen que realizar más escenas por mucho menos dinero.
Esta situación es particularmente sensible en el caso de una industria tan controvertida, porque para las autoridades no es una prioridad proteger los derechos de un negocio que no se ve con buenos ojos –aunque tiene millones de consumidores–, a diferencia de los esfuerzos que se hacen para resguardar la creación y distribución legal de canciones o filmes no pornográficos.
Recesión
El tema de la crisis que vive específicamente la industria pornográfica gay, ha sido tratada por diversas publicaciones como Dazed , que entrevistó a directores y actores de estos filmes para conocer las implicaciones de esta “recesión” –como lo describió la revista digital– en sus trabajos.
“Definitivamente, es un mundo más difícil para todos, en el que nadie hace tanto dinero como antes, mientras exista tanto material gratuito por ahí”, afirma JP Dubois, actor porno, director y codueño del sitio UKHotJocks a Dazed .
“Si hay un gran blockbuster hollywoodense que se filtra, ellos tienen el poder de bloquearlo eficientemente. Pero seamos realistas: a la gente simplemente no le importa la pornografía”, agrega.
En el caso de las productoras, sus ingresos se han visto mermados al lidiar, no solo con la piratería, sino con un cambio radical en la distribución de los filmes: el cambio fue tan abrupto que muchas de ellas no lograron desarrollar una infraestructura que les facilitara el paso del DVD a la venta en línea de películas.
Por ejemplo, explica la revista, antes las productoras se preocupaban por filmar media docena de películas en DVD, mientras que ahora los suscriptores de estos sitios web quieren escenas frescas y actuales cada semana. Producir material audiovisual nuevo a este ritmo las obliga a bajar los costos de producción para mantener a flote un balance positivo en sus finanzas.
Además, le han tenido que hacer frente a sitios como CAM4, una plataforma web que nació en el 2007 y que le permite a modelos o parejas realizar transmisiones en vivo mientras tienen sexo. Cualquiera que ingrese al sitio puede ver los espectáculos, pero solo aquellos que están inscritos pueden chatear e incluso pagarles propinas a los modelos para pedir escenas personalizadas o solicitar espectáculos privados.
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Intérpretes
Del otro lado de la moneda están los actores, quienes han tenido que adaptarse a una industria que les paga mucho menos y les exige más trabajo en peores condiciones.
Son los actores de la vieja guardia quienes se han visto más perjudicados al tener que diversificar su trabajo y bajar sus tarifas.
“Ahora se gana mucho menos de cuando yo empecé”, afirma Jordano Santoro, actor mexicano de pornografía gay que empezó en este mundo hace ocho años. Jordano asegura que los nuevos modelos ganan hasta un 40 por ciento menos por escena desde que la Internet cambió la forma de distribuir y consumir este tipo de películas.
Incluso, la revista Dazed describe cómo las estrellas porno del cine gay graban ahora sin un maquillador, sin un equipo de luces profesionales y solo con un camarógrafo.
Esta situación no solo es reflejo de una industria que se ha visto afectada en sus ingresos: gracias a las redes sociales es más fácil encontrar modelos que cobran menos dinero por este trabajo.
Twitter e Instagram, por ejemplo, se han convertido en un gran directorio que está a disposición del mundo, y que contienen el nombre y el contacto de millones de hombres, listos para quitarse la ropa y actuar frente a un cámara.
Sin embargo, para algunos modelos las redes sociales, lejos de perjudicarlos, son una herramienta muy efectiva para mercadear su figura, atraer apoyo comercial y desarrollar una gran base de fanáticos.
El británico Kayden Gray es un ejemplo de cómo los nuevos actores de la industria pornográfica gay se han logrado adaptar con éxito en tiempos más austeros.
“Las redes sociales son empoderadoras y son una manera increíble de hacerse notar”, le dijo Gray a Dazed . De esta manera, no solo manejan su imagen como les da la gana, sino que se han convertido en profesionales pescando trabajos y seguidores utilizando los selfies como anzuelo para exhibir la mejor carnada que tienen: su cuerpo.