C ando Muhammad Ali cumplió 21 años afirmó ser El Mejor. "I am the greates", dijo. Fue la fortaleza en sus palabras la que lo diferenció de muchos otros deportistas, de aquellos que se limitaron a cumplir con su labor. Ali no temía. “El boxeo es un grupo de hombres blancos viendo cómo se pegan dos hombres negros”, aseguró.
El 3 de junio, esa figura de poder y admiración para muchos falleció por un choque séptico, provocado por causas naturales, en un hospital en Phoenix, Estados Unidos. Tenía 74 años.
Después de su muerte, su hija Maryum Ali confesó que estaba feliz “porque mi padre ya no tiene que luchar”. Y es que la lucha fue el elemento más constante en la vida de Muhammad.
En 1960, obtuvo una medalla de oro durante las Olimpiadas de Roma, y en los años posteriores conquistó tres títulos como campeón mundial de pesos pesados. Pero sus emblemas no los ganó solamente dentro del ring. Muhammad Ali levantó su voz en contra del racismo, la guerra y la intolerancia religiosa.
Cassius Clay –su nombre de nacimiento– decidió, en 1964, unirse al grupo Nación del Islam, una organización religiosa fundada en los años 30 en Estados Unidos por Wallace Fard Muhammad. Buscaban despertar el orgullo y la conciencia social, mental y espiritual de los negros que vivían en el país, en una era de violenta discriminación.
El movimiento generó en Clay un deseo por llevar su lucha más allá e incluso a cambiar su nombre. En 1966 empezó a llamarse Muhammad Ali como Elijah Muhammad, jefe del movimiento, lo bautizó.
Ese mismo año, se negó a ir a la Guerra de Vietnam. Argumentó que su religión le impedía enlistarse y combatir en el brutal conflicto. En 1982, anunció su retiro definitivo del ring . Dos años después, declaró que padecía de Parkinson.
Ali fue un gran hombre que no claudicó en la defensa de sus ideales, los cuales compartió públicamente hasta su muerte.
“De pequeño le pedía a mi hermano Rudy que me lanzara piedras. Así es como aprendí mis movimientos, esquivando pedradas”, recordó en una ocasión.
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