Amaneció como un domingo de junio cualquiera. Un domingo que tomó y perdió sentido al mismo tiempo, con una noticia impactante y dolorosa que llenó de luto a muchos.
Aunque resulte paradójico, el responsable de eclipsar aquella mañana del 26 de junio fue el mismo que tantas sonrisas dibujó en los rostros de quiens ese día –y por varios más– se llenaron de tristeza.
La vida de Antonio Toño Hernández se acabó en un tris. El comediante e imitador de Pelando el ojo falleció a los 48 años ese domingo a las 9:33 a. m. en un accidente en la autopista General Cañas.
Él vivió para el humor y el humor para él: fue su pasión durante toda su corta vida y su amante público desde enero del 2010, cuando se sumó al programa de radio Monumental 93.5 F. M.
Las cuerdas vocales de Toño fueron tan versátiles que lograron darle vida a 25 distintas voces: Hernán Medford, el padre Minor, Viviam Quesada, Abel Pacheco, Gorgojo o El Porcionzón e incluso de estrellas foráneas como Tres Patines.
Toño también fue capaz de crear al humilde Cuyito o al “Chusma” Moledero.
Sus habilidades le depararon la suerte con la que tanto soñó y luchó desde niño, cuando imitaba al director de la escuela y a cuanta persona se topara en las calles de Paso Ancho y Desamparados mientras vendía empanadas para ayudar a su familia.
Aquel domingo, la sonrisa del hombre que forjó humor en la adversidad, se apagó y silenció para siempre.