¡ Nananana, nananana, nananana, nananana, Batman ! Dan Mora deja de colorear a Klaus, un Santa Claus renovado por el cómic y convertido en héroe de acción, para atender la llamada de su personaje favorito; claro, en esta ocasión el inconfundible ringtone lo comunica con su papá.
Don William lo llama para saber cómo está e intercambiar impresiones de la serie de televisión Luke Cage , las aventuras del superhéroe de Marvel. La conversación se desenvuelve entre un “te lo dije”, unos “ajá” y muchos análisis sobre cómo resultó el cambio de plataforma para aquel vengador aparecido en 1972.
No es atrevido decir que Mora vive entre superhéroes –y unos tantos villanos– la mayor parte de su tiempo. En su guarida de tres por tres, un cuarto en una casa sencilla en Alajuela, convive con Spiderman, Wolverine, el Guasón, Harley Quinn y una legión de maravillosas ficciones de diversas procedencias o universos (desde Star Wars hasta DC Comics).
Son compañeros silentes que lo acompañan en la infinidad de horas –a veces 18 al día– que Dan dedica a dibujar cómics para la compañía estadounidense de cómics Boom! Studios. Con lápices, colores, computadora, un guante especial para no manchar sus creaciones, su inventiva y talento, él se encarga de convertir las indicaciones de un guionista en viñetas, dibujos, acciones y escenarios de una historia gráfica –de hecho, varias– que los fiebres devoran completa.
Ese es su superpoder y vaya que es bueno con él. Y esto quedó en evidencia para el mundo cuando obtuvo una especie de Óscar en su campo: el Russ Manning Promising Newcomer Award, uno de los Premios Eisner del Comic Con de San Diego (Estados Unidos), en julio. ¿No le suena conocido ninguno de estos nombres? Esto quiere decir, simple y sencillamente, que la más destacada convención geek del mundo le dio un espaldarazo a Mora como nueva promesa en la ilustración de cómics.
De hecho, las más fuertes y conocidas casas de historietas le aplaudieron el reconocimiento, le escribieron para felicitarlo y le empezaron a coquetear para quizá reclutarlo algún día. Mostraron su interés editoriales como Marvel, DC Comics, Valiant y Humanoids.
Mora, de 29 años y marido de Mariela Arias, está comprometido con Boom! por un contrato de tres años; en todo caso, su fidelidad es de hierro. “Tengo exclusividad con Boom!. Por supuesto que es mucha tentación (las ofertas que le han hecho); sin embargo, hay que ser responsable y leal. Ni Marvel ni DC Comics me hubiesen dado la oportunidad que me dio Boom!”, asegura. ¿Qué hará cuándo finalice el contrato? Mora no suelta prenda. “Ya lo analizaré”, dice.
Con una sencillez sin poses, Dan recuerda su orgullo y emoción en el Comic Con, pero no despega los pies de la Tierra ni un milímetro. “Es un chavalo al que no le interesa figurar”, asegura su padre.
Desde antes del premio, a este amante de los personajes con poderes extraordinarios le siguen la pista blogs especializados y verdaderos fanáticos, los cuales hablan de su estilo y de las características de sus trabajos.
Lanzarse a vivir un sueño
¿Cómo llegó Daniel David Mora Chaves hasta allí? Hizo una gran apuesta. Hace dos años y medio, el dibujante cambió un trabajo estable en el periódico La Nación por una oferta que llegó vía correo electrónico. Uno de los editores de Boom! vio su trabajo en Internet y le ofreció su sueño de siempre : dibujar historietas desde Costa Rica. Con una mezcla de miedo y felicidad y el apoyo de su novia –ahora esposa– decidió lanzarse.
“Tonto si no lo hacía. Era lo que siempre había querido. No me iba a perdonar dejar pasar la oportunidad”, cuenta mientras sus manos juegan con una figurita de Wolverine. Desde entonces han pasado 21 cómics, entre ellos una serie de 12 números de Hexed y siete números de Klaus .
Dan hace los dibujos a mano y los pinta en la computadora. Al principio le costó conseguir todas las herramientas (desde hojas hasta la máquina) que requería, pero ahora trabaja tranquilo y muy disciplinadamente para cumplir los plazos.
“No es lo mismo hacer dibujos chivas a una buena historia”, asegura Mora, quien detalla que el guionista le describe qué pasa en la historia e, inclusive, el ángulo en que se desarrolla para que él se encargue de crearla. En este proceso ha crecido y enriquecido sus conocimientos acerca de perspectiva, expresiones y el uso del blanco y negro, entre otros detalles.
Atrás quedaron las épocas en que podía trabajar una ilustración durante horas y horas hasta alcanzar la perfección; ahora, tarda media hora por viñeta sin sacrificar la calidad de su trabajo. “El manejo del tiempo es muy importante porque el producto lo necesitan en determinados tiempos. Me encargo de resolver la visión del guionista junto con la mía”, explica este seguidor del trabajo de dibujantes como Bob Kane, Bruce Timm, Darwyn Cooke y Juanjo Garrido; los considera sus héroes.
Mucho apoyo familiar
Con lápices y hojas, Dan ha recorrido su vida entera. Incluso, don William recuerda que cuando su hijo tenía un año y medio, se le acercó , le jaló los pantalones y le mostró unos circulitos pintados en el papel; él, un hombre sensible en el tema porque estudió Arquitectura y Bellas Artes, lo halagó y, emocionado, se llevó la hoja para mostrársela a Alba Luz Chaves, mamá de Dan.
A partir de entonces, no pararon de motivarlo y ser orgullosos testigos de su talento. A los dos años le enmarcaron una obra en la pared, resultado de un enorme y feliz embarrijo de colores después de pintar la casa. “No paré de dibujar. Aunque hiciera cosas feas, mis papás me daban mucha pelota. Eso me motivaba, así que lo seguía haciendo porque me sentía bien”, recuerda el joven.
Desde chico, Batman fue su favorito. Lo seguía fascinado en televisión e, incluso, se le tiró encima a una versión pasada de peso y sudorosa del Batman de Tim Burton, en una feria en La Sabana.
Su mamá lo llevaba como acompañante a sus clases de pintura en tela y él calcaba los dibujos de las fotocopias y los pintaba; su papá le regalaba cómics de Batman y el Hombre Araña. Muchos no sobrevivieron a su niñez, pero aún tiene la historieta de ciencia ficción Valérian: agente espacio-temporal (publicada por Grijalbo en 1981).
A los 17 años empezó a coleccionar cómics. Después ingresó a la Universidad de Costa Rica y se graduó de pintura. No obstante, se frustró un poco al enfrentar la realidad de los artistas y decidió que lo suyo era la ilustración, así que llevó algunos cursos de Diseño Gráfico para tener las armas necesarias para enfrentar este mundo donde aún no para de crecer.
El resto de la historia es conocida.
“Lo más importante es que puede hacer en la vida lo que lo hace feliz. Eso lo comparte con los demás y gana reconocimiento; sin embargo, me siento muy agradecido porque es de los seres humanos que tienen esa posibilidad”, dice su papá.
Acerca del futuro, Dan sonríe y no para de soñar: seguir subiendo escalones en el mundo de los cómics, tener una estatuilla con su propio Batman, trabajar en animación. Lo confiesa aunque es reservado y receloso de su intimidad. Vuelve a dibujar, tiene las horas contadas y su disciplina lo sumerge de nuevo en el universo donde Klaus conquista sus aventuras con su traje de vikingo con leves reminiscencias al vestuario tradicional de Santa.