El 6 de octubre del año 2000, La Nación publicó una noticia de 2.000 caracteres titulada: “Ottón Solís podría aspirar”.
Se refería a la posibilidad de que el exdiputado y exministro liberacionista, fuerte crítico de su propio partido y de los abusos con los recursos públicos, aspirara a la candidatura presidencial de Liberación Nacional (PLN), en las elecciones del 2002.
Solís estaba en ese momento en Estados Unidos, en labores académicas. La noticia sobre su interés en realidad la dio su hermano, el también exdiputado liberacionista Alex Solís.
Solo después meses después, en diciembre del 2000, Ottón Solís no solo confirmaba su aspiración presidencial, sino que anunciaba su decisión de abandonar el PLN y crear un nuevo partido político, llamado Acción Ciudadana (PAC).
Así rompió con la agrupación cuyo Tribunal de Ética lo amonestó por considerar que criticó a liberacionistas por los canales inadecuados, por el caso del Banco Anglo.
A la postre, esta ruptura dio pie a una de las mayores transformaciones de la política costarricense contemporánea: murió el bipartidismo en el que Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana (PUSC) se alternaban el poder. Mauricio Martínez, entonces editor Nacionales de La Nación y actual jefe de Información, relató que el nacimiento del PAC entró en la cobertura del diario debido a la trayectoria que tenía Ottón Solís en la política.
“Tuvo que ver mucho la figura. A veces, hay agrupaciones que surgen al amparo de ciertas personas, pero el imán o la trayectoria que han tenido no tienen tanto arrastre como otros. Ottón Solís en el PLN era conflictivo, imponente por sus posiciones, irreductible, decía una cosa y la mantenía, no importaba si se enfrentaba a Óscar Arias o a otro gurú del partido”.
“Tenía validez política y periodística. Cuando uno hace una validez periodística, busca que haya componentes en un fenómeno que permitan visualizar si tendrá un impacto importante en la población o en un grupo de personas”, explicó Martínez.
Carlos Villalobos, periodista de Política de La Nación en aquella época, coincidió en que, para la ruptura del bipartidismo, fue determinante el papel de Ottón Solís como diputado del PLN en el gobierno de José María Figueres (1994-1998). Según sus palabras, fue un “diputado opositor”, aunque integraba el mismo partido.
Villalobos anotó que, antes del nacimiento del PAC, hubo otro antecedente de cambio político en los 90: el surgimiento de la coalición de fuerzas de izquierda Fuerza Democrática, que logró elegir tres diputados en una elección. Sin embargo, luego ese grupo se dividió y desapareció. Por eso, el comunicador considera que el desempeño de Ottón en el Congreso, aun siendo de la bancada de gobierno, fue determinante para lo que venía.
“Le hizo la vida imposible a José María Figueres. Las denuncias más graves (en ese periodo) las hizo Ottón Solís. Mocionó para llevar al presidente a comparecer en una investigación legislativa”, recordó. Al final, no alcanzaron los votos para que Figueres llegara al Congreso. Entonces, la comisión fue a Casa Presidencial a darle audiencia al mandatario, el 23 de octubre de 1996, para preguntarle si él o sus empresas se beneficiarían de un proyecto de ley que abriría el mercado eléctrico.
Villalobos añadió que Solís ejerció control político en casos como la explotación irregular de un tajo, con autorización del ministro de Obras Públicas, para darle materiales a una hidroeléctrica privado, así como el manejo irregular de una fundación del ministro de Trabajo que otorgaba permiso laborales a nicaragüenses.
Sin embargo, según Martínez, para el rompimiento del bipartidismo fue necesario algo más: “Denuncias de corrupción en el bipartidismo las habido desde los 70, con José Figueres Ferrer y Robert Vesco, por ejemplo. Hubo antecedentes de corrupción muy serios. Aun así, esas cosas le molestaban a la gente, que brincaba, gritaba, tal vez internamente protestaba, no con la fuerza de las redes sociales de hoy. Pero hubo fenómenos de corrupción muy serios, gravísimos y el bipatidismo siempre salió a flote”.
En criterio de Martínez, además del desgaste del bipartidismo, influyó la llegada de una generación con mayor conocimiento. “A principios de los 90, la posición del costarricense es más crítica, más dura, y siente que hay posibilidades de una tercera opción”, comentó.
Villalobos agrega la convulsión generada por el combo del ICE, aprobado en comisión legislativa en 1999 ya en el gobierno de Miguel Ángel Rodríguez (1998-2002); y Martínez el hecho de que surgió una figura con “bastante trayectoria, validez, formación y alguna legitimación”, que capitalizara el descontento.
En el 2000, Solís empezó a tener conversaciones con sectores y, una tarde de diciembre, convocó a una conferencia de prensa en el Colegio de Periodistas. “Me acuerdo que estaban José Cortés, productor televisivo, y el periodista Humberto Arce. Esa tarde, anunció la creación de un nuevo partido político, que se llamaba PAC y su bandera verbal era la lucha contra la corrupción como la del PLN, del que él se salió”, acotó Villalobos.
Solís no solo era un político reconocido, también era una voz autorizada en temas económicos. Escribía en la página 15 de La Nación, dijo Mauricio Martínez.
“Era una figura que generaba mucha opinión. Tenía un prestigio personal intachable. Se aprovechó esa figura y fundaron el PAC. Esa prominencia nos obligó como periodistas a empezar a tomarlo en cuenta”, dijo Villalobos. “Era un movimiento fuera de lo normal, era de mucha empatía. Apelaron a la colaboración de la gente que creía en la lucha”. “Se les empezó a unir mucha gente voluntariamente”, añadió Villalobos, quien acotó que la gente trabajaba sin cobrar. 16 años después, el partido sería condenado por cobrar al TSE la labor de los voluntarios.
“Los medios empezaron a entrevistar mucho a Ottón y las figuras tenían cierto peso, como Juan José Vargas, predicador conocido. No eran muchos, pero eran muy llamativos”, continuó Villalobos, quien destacó el hecho de que el PAC empezó a aprovechar el correo electrónico para difundir sus ideas y enviar fotografías de sus actividades, lo que otros partidos no acostumbraban a hacer.
Con un discurso “sin sutilezas”, el PAC empezó a irrumpir en las encuestas y, a semanas de las elecciones, salió empatado con la segunda fuerza, el PLN. En febrero del 2002, la agrupación emergente quedó en tercer lugar, con un 26,3% de los votos, pero forzó a un hecho inédito en el país: “Segunda ronda”, tituló La Nación, entre Abel Pacheco, del PUSC (quien al final ganó), y Rolando Araya, del PLN. A su vez, el PAC sacó 14 diputados y el Movimiento Libertario, impulsado por la labor de Otto Guevara, obtuvo seis. Eso redujo las bancadas del PUSC y del PLN a 19 y 17 legisladores.
Martínez recordó que, en tiempos del bipartidismo, para La Nación era “algo religioso” cubrir las plazas públicas y se les reservaba una página, dándole un día preponderancia al PLN y el otro, al PUSC. Con la llegada del PAC, “se debieron buscar otras formas, tuvimos que pensarlo diferente, sopesábamos más el tipo de tema si era más fuerte lo que el PLN o el PAC denunciaba, tuvimos que usar más espacio”.
Ya en el Congreso, la fracción del PAC se dividió y le cobraron a Ottón Solís alejarse y dejar a personas sin experiencia. Aún así, la caída del bipartidismo se profundizó con los escándalos de los expresidentes del PUSC, lo que permitió al PAC disputar al PLN la presidencia en el 2006. Y, en el 2014, el PAC ganó su primera elección, con el parlamento más dividido de la historia: nueve fracciones políticas. Se asentó el multipartidismo.