“¡No hay nada más doloroso que ir a una librería!”, se queja Ariel Solórzano. La tímida joven de 16 años no soporta la idea de no tener dinero suficiente para adquirir más títulos de esos que hoy las librerías venden como pan caliente.
Ariel quiere seguir comprando aún cuando en su casa ya parece que se puede encontrar todo libro y artículo relacionado con las sagas que desde hace algunos años tienen a los muchachos leyendo como si el mundo se acabara mañana: sagas de magos, vampiros, ángeles y demonios, y sobretodo, ficciones posapocalípticas de niños que se matan unos a otros.
Ella es una orgullosa miembro del club de fans Divergente Costa Rica. Ariel, como su hermana Jazmín y su madre Susana, asiste a cada reunión y estreno relacionados tanto con la saga de libros Divergente , como a cualquier otro bestseller para adolescentes que llegue al país.
En otro universos distinto, un grupo de chicos y chicas gritan y ríen sentados en círculo un domingo a mediodía en La Sabana. El sol quema sus cabezas y la estatua de León Cortés, a su lado, ni sombra les logra ofrecer. Ellos discuten sobre sus personajes favoritos, sobre quién es mejor peleando y cuál es su escena predilecta.
Imitan a sus grandes amores, los mismos entre quienes Katniss –protagonista de la saga de libros de Los Juegos del Hambre– , tuvo que decidir. Los tributos, como se hacen llamar los miembros del Club de Fans de los Juegos del Hambre Costa Rica, se reúnen cada mes para jugar, conversar y compartir el placer de entrar en el mundo de una distopía futurística.
Hacia el este, en Tres Ríos, dos chicas discuten sobre la película que están a punto de ver por segunda vez:
—¡Ya quiero ver la segunda! — exclama una de ellas.
—¡Yo me estoy muriendo por ver la tercera! —contesta su compañera de fila.
—Pero es que usted es Team Teresa , por eso quiere ver la tercera. La segunda va a ser mucho mejor por los lugares que se ven.
Con esta conversación, casi incomprensible para los no iniciados, esperaban entrar a el estreno en 4DX de la película The Maze Runner: Correr o morir .
Tanto Ariel como los asoleados de La Sabana y las dos amigas en Tres Ríos son parte de los millones de lectores que comparten el fenómeno de libros futuristas que ha cautivado a los adultos jóvenes y los adolescentes a nivel mundial. Son novelas que, en cuestión de pocos años, se convierten en películas taquilleras y consolidan a desconocidos actores y actrices en ídolos planetarios.
Con Hambre
Los Juegos del Hambre , Divergente y Correr o morir son las sagas de moda que estrenan este año adaptaciones cinematográficas. En común tienen que son historias posteriores a la destrucción de la sociedad que conocemos, con adolescentes que luchan contra gobiernos opresores que se tomaron el poder después de guerras o catástrofes mundiales.
“El hecho de que sea un libro donde los personajes principales sean jóvenes, como nosotros, hace la trilogía mucho más atractiva”, comenta Sebastián Elizondo, quien es organizador del club de fans de Los Juegos del Hambre Costa Rica.
Los Juegos del Hambre es la saga que siguió a Harry Potter y Crepúsculo en la cima de las listas de bestsellers para jóvenes adultos, YA Novels ( Young Adult Novels , en inglés). La trama cuenta la historia de Katniss, una chica que vive en Panem (la Norteamérica del futuro), sociedad tiránica resultante de la última gran guerra.
Para salvar la vida de su hermana, Katniss se ofrece como voluntaria para participar en los Juegos del Hambre, macabro reality show en que los adolescentes luchan hasta morir. Es tras su victoria en las justas que la joven se convierte en inspiración de un movimiento rebelde que termina por tumbar la dictadura (y, claro, con un triángulo amoroso como música de fondo).
“Mezcla el amor no correspondido, la realidad de un Estado corrupto, la valentía de una persona al tener que ir a una arena e intentar sobrevivir... Hay que ver la creatividad que tiene el segundo libro: la arena se movía como un reloj. Finalmente, en el tercer libro se pone a prueba a una persona para que sea la encargada de liderar una revolución”, asegura Sebastián Elizondo.
Esa es la combinación que consigue que los jóvenes se aferren a estos libros de la escritora Suzanne Collins como si fuera su propia vida la que está en peligro.
Desde el 2011, el club Los Juegos del Hambre Costa Rica suma unos siete mil seguidores, de los cuales dos mil son activos participantes de las actividades que organiza la dirigencia.
La mayoría son adolescentes entre 12 y 18 años, aunque también se cuentan adultos, e incluso padres de familia.
Ante estas cifras no es de extrañar que la franquicia ya vendiera en Costa Rica más de 30.000 libros de la trilogía, según datos de Librería Internacional.
Del mismo modo, las adaptaciones cinematográficas de la saga son una aceitada máquina de hacer dinero para los estudios Lionsgate. Solo la segunda película Los Juegos del Hambre: En Llamas (estrenada en el 2013) amasó más de $860 millones en taquilla.
La actriz que interpreta a Katniss en la gran pantalla, Jennifer Lawrence, se convirtió en la heroína de una cinta de acción más taquillera de la historia , superando a Sarah Connor, de Terminator , según el libro de Records Mundiales Guinnes.
Divergentes
En un Chicago del futuro, las personas guían su actuar y se distribuyen en facciones de acuerdo a valores: Abnegación, Osadía, Verdad, Erudición y Cordialidad.
Beatrice Prior es divergente, un tipo que no es deseado en esta sociedad fragmentada porque no tiene una sola forma de actuar, sino que puede ser parte de más de una facción a la vez.
Beatrice decide tomar el camino arriesgado y unirse a Osadía, una facción donde el miedo no es bien recibido, y se constituye en una organización casi militar. Esta decisión cambia su vida, desde su nombre, que pasa a ser Tris, hasta su forma de ser y cómo enfrentar a una sociedad que quiere matarla.
La importancia que le da la autora Verónica Roth a la toma de decisiones es lo que atrae a Jazmín Solórzano cuando lee Divergente . Ella lo relaciona con las propias decisiones que debe enfrentar: ¿cuál carrera estudiar?, ¿qué hará el resto de su vida?
Esa trama propició que un grupo de jóvenes ticos compartiera sus vidas. “Casi como una familia”, es como califica Susana Alfaro, de Divergente Costa Rica, al club de fans. De entre 12 y 20 años son la mayoría de los chicos que atienden las reuniones y comparten en redes sociales.
Sin embargo, Susana, a sus 40 años, se siente tan identificada como sus hijas al leer los libros posapocalípticos: “ Divergente tiene una enseñanza, porque a pesar de todo lo que vivió ella (Tris) supo sobrellevarlo creyendo en ella misma”.
La madre de dos asegura que la fuerza que tiene Tris en las novelas es “algo muy importante para tratar que los chicos entiendan y aprendan a ser ellos mismos”.
¡Corre, corre !
El que corre es Thomas, y él fue abandonado con otros 60 adolescentes en el centro de un laberinto. Con su llegada se desata una serie de eventos extraños: la aparición de la primera chica, la caja de provisiones que no regresa, y empieza a darse un comportamiento inusual en las bestias –llamadas Penitentes– que están dentro del laberinto.
Esos eventos los urgen a salir de un desafío que parece imposible. Esta es la historia que relata Correr o morir ( The Maze Runner , en inglés), saga del autor James Dashner.
Johnny Aguilar leyó los libros y quedó tan atrapado que decidió buscar otros lectores con quienes compartir su experiencia. Durante su búsqueda se animó a crear una página de fans: así nació el Club de Fans The Maze Runner Costa Rica.
Después de varias reuniones en librerías y en La Sabana, el grupo pudo organizar una función en el cine a la que asistieron más de 200 fiebres de la saga.
Los Larchos, como se hacen llamar los seguidores de la serie, son jóvenes entre los 12 y 30 años, además de algunos adultos. Ellos se juntan cada mes para discutir sobre los actores de las películas, lo nuevo que salió del autor, se visten con la ropa de los personaje de la serie y discuten sobre el infaltable triángulo amoroso.
Esta franquicia es intrigante y llena de misterio, y “toca temas con los que uno se puede relacionar con los personajes”, comenta Johnny. El joven asegura que esta serie es diferente a otras, pues a su criterio no se puede estar seguro de nada hasta llegar a la última página.
Apocalipsis
“Lo que nos da miedo es que el mundo se está destruyendo, todos lo sabemos, pero no hay manera de pararlo. Los mares son de plástico pero no hay nada que yo pueda hacer que pueda detener eso. Nos estamos ahogando en humo, los osos polares se van a morir, ¡horrible todo!, y no importa cuanto recicle, cuanto ahorre, y cuanto done a la iglesia, igual va a pasar. Hay una sensación de una decadencia indetenible”, explica la escritora y publicista Jessica Clark.
Clark asegura que “los malos de moda son los miedos de moda”, y como ya se sabe científicamente que habrá un fin del mundo, ese es el temor de ahora. Empero, no se conoce con exactitud qué nos destruirá, y esa enorme incertidumbre es la que le da paso al éxito de los recientes libros posapocalípticos.
Para el escritor Carlos Rubio esto tiene que ver con la caída de las narrativas luego de la Guerra Fría y “las nuevas generaciones que nacen en un mundo de incertidumbres y sin utopías”.
Rubio comenta que empezamos a carecer de modelos, y la humanidad siente que debe luchar por algo, pero no sabe bien qué es. Ahí es donde entran las Katniss, las Tris y los Thomas, esos héroes que deciden por qué luchar, ya sea la paz , la libertad, o la supervivencia. Ahí está la paradoja de autores como Suzanne Collins, que logran criticar la violencia contando historias violentas.
Según Rubio, esta literatura recauda pasiones universales que no son nuevas. Las últimas grandes sagas adolescentes contienen diferentes personajes que son repetitivos: los magos no son nuevos, los vampiros tampoco, ni los niños que se matan entre ellos.
La diferencia es que estos libros llegan en el momento en que la sociedad los solicita, y detrás de ellos hay gigantescas agencias editoriales que se encargan de que no sean simplemente libros, sino bienes de consumo con una estructura de artículos complementarios que los convierten en un universo narrativo.
Espíritu juvenil
Si bien la reacción masiva de la fanaticada hace creer que este tipo de literatura es consumida solo por adolescentes, lo cierto es que no todos sus adeptos son tan jóvenes.
El estudio Entendiendo al Consumidor de Libros Infantiles en la Era Digital ( Understanding the Children’s Book Consumer in the Digital Age ), asegura que 55% de los lectores de estos libros son adultos y que 28% de los mismos ronda entre los 30 y los 44 años.
Según Jessica Clark esto sucede porque “todas las cosas para adultos son insistentemente cotidianas y todos los adultos migramos para el otro lado”.
Sin embargo, Clark añade que las grandes preguntas se encuentran en la literatura juvenil, y que el mercado hace rato entendió que lo que deja dinero son los jóvenes, “los que van a consumir en grandes cantidades cosas caras que no necesitan”.
Ahora bien, los adolescentes, por su parte, están convirtiendo estos libros en su zona de escape. Jazmín Solórzano puede pasar noches enteras leyendo de sociedades ficticias de un futuro opresor, a pesar de que en el colegio fue incapaz de completar la lectura obligatoria de Marianela , de Benito Pérez Galdós.
La hoy en boga literatura de ciencia ficción aleja a los adolescentes del mundo académico de colegios y escuelas en el que, al leer, “se sienten amedrentados por las lecciones”, asegura Carlos Rubio. El escritor afirma que con estos libros juveniles “el autor o la autora habla con el niño o persona joven en un lenguaje totalmente horizontal y con una visión de tú a tú”.
Eso sucede en los textos juveniles actuales. Así, los libros posapocalípticos no están solos en la literatura juvenil, sino que ángeles y demonios también se dan a conocer en la saga de Cazadores de Sombras, de Cassandra Clarke, que ha vendido millones de copias en todo el mundo.
Además, la creciente corriente de novelas de dramas juveniles “reales” parece ser el próximo gran fenómeno, con libros como Bajo la misma Estrella y Si decido quedarme , ya convertidos en tremendos éxitos, tanto de librería como de sala de cine.
Lo cierto es que hacía rato no se veía a tantos muchachos con un libro entre las manos. Que para ellos la literatura preferida sea sobre el fin del mundo es apenas un detalle.