La primera vez que José Luis Loría mencionó la posibilidad de extender el seguro de salud a parejas del mismo sexo, lo hizo de manera informal. En su momento, recibió la chota de los demás miembros de la Junta Directiva de la Caja Costarricense del Seguro Social, pero no se amedrentó. Era parte del plan. Era, digámoslo así, una forma sutil y pacífica de poner el tema sobre la mesa. Como tanto lo menciona Loría cuando se conversa con él, había que ir “visibilizando a esta población”. Pero el planteamiento de Loría no se quedó demasiado tiempo en la informalidad, y pronto fue tiempo de arremangarse y trabajar.
Unos cuántos años más tarde, ese trabajo ya ha rendido sus primeros –e históricos– frutos. El jueves 22 de mayo, la Junta Directiva de la CCSS aprobó la extensión de ese derecho de salud a las parejas del mismo sexo, que además les otorga el derecho visita en hospitales, así como de figurar como principal contacto en casos de emergencia.
Dos años más tarde, el impulso de Loría se vio recompensado una vez más. El jueves 9 de junio, la Caja aprobó la extensión del beneficio de pensión por muerte a las parejas homosexuales.
“Pueden verse como grandes o pequeñas conquistas”, cuenta el funcionario. “Yo soy del criterio de que la comunidad LGBT va a lograr sus objetivos a punta, precisamente, de pequeñas victorias”.
Pequeño revolucionario
Loría es un hombre grande. Nació en 1957; es corpulento y de voz gruesa. Sobre sus hombros carga una carrera extensa que comenzó en 1976, cuando se unió a Undeca, un sindicato de la CCSS en el que forjó un largo camino que lo llevó a convertirse en su secretario general en 1986. Cuatro años más tarde se retiró del sector público e incursionó en negocios de catering service y restaurantes.
Fue en el 2010 que regresó a la CCSS. Esta vez, su labor sería representar en la Junta Directiva al sector cooperativista. En la Junta Directiva hay tres representantes de los patronos, tres del gobierno y tres de los trabajadores, que a su vez se subdividen en tres sectores más: sindicalista, solidarista y cooperativista. “Fui a una asamblea de todas las cooperativas y fui electo”, recuerda Loría.
Pese al trecho recorrido, el directivo tiene muy presente su pasado y su formación en medio de luchas sociales y de un contexto social y político efervescente. Durante su juventud, las luchas se sucedían una tras otra en el continente. Alcoa en Costa Rica, la revolución sandinista en Nicaragua, la revolución cubana todavía fresca en la memoria y pujante en su ejecución.
“Cuando somos jóvenes, tenemos una ebullición de inquietudes e idealismos que nos llevas a unirnos a las luchas sociales”, dice Loría. “A esa edad, nos gustan los movimientos contestatarios. Me gustaba el sindicalismo. El de esa época”, subraya sonriente.
Años más tarde, el hombre no ha perdido conciencia de que la lucha social, como lo menciona él mismo, “permite sensibilizar a las personas con muchos aspectos de la realidad nacional”. Durante su paso por Undeca, especialmente en su período como secretario general, Loría batalló por mejorar la calidad del servicio de salud de la Caja, por dignificar a los pacientes del Hospital Psiquiátrico Chacón Paut, entre otras.
El motorcito revolucionario dentro de él echaba chispas cuando ingresó a la Junta Directiva. Admite que, al regresar a la CCSS, “uno entra muy idealista. Cree que será el impulsor de cambios trascendentales”. Su esperanza era resolver el problema de las listas de espera, mejorar la calidad del servicio, atacar la problemática contractual de los médicos. Pero, una vez adentro, la cosa cambia. En Costa Rica, cuenta Loría, la institucionalidad es muy compleja y los cambios requiere de esfuerzos a largo plazo que “desgastan mucho por toda la maraña del sector público, que es terrible. Hasta ahora no ha habido voluntad para hacer cambios en el entramado institucional”.
El objetivo
Pese a las complicaciones propias del sector público, pronto Loría sintió que su posición le confería una responsabilidad, casi la subsanación de una deuda del país con un sector específico de la población.
“En los últimos 30 años, el tema de la diversidad sexual se ha hecho cada vez más evidente y más visible, y esto me parece importante”, cuenta. “Al mismo tiempo, es inobjetable que muchas familias cuentan con personas LGBT. Todos tenemos amigos que son miembros de la LGBT. Eso hay que expresarlo y hay que aprender a llamarlo por su nombre. Es el primer paso para evitar prejuicios que no nos permite ver la realidad de este país, que es esta: tenemos una población LGBT importante y numerosa, que hay que respetar”.
Dice Loría que con los años notó exclusiones e injusticias que no se podían permitir. Cuenta conocer casos de parejas con décadas de convivencia que en caso de caer alguno de los dos enfermo en el hospital, su familia biológica le hacía un cerco para evitar que su pareja de toda la vida pudiera despedirse. “Incluso cuando permitían la visita, la persona tenía que dar demasiadas explicaciones”. Todo, mientras su ser querido agonizaba al otro lado de la puerta.
“Si las parejas del mismo sexo están dentro de la Población Económicamente Activa, entonces son asalariados y contribuyen a la Caja. Están en la misma situación que cualquier otro trabajar y por ello no se puede hacer distinción entre un trabajador homosexual y uno heterosexual”, argumenta Loría.
Ante lo que Loría consideraba una injusticia lamentable, el directivo decidió actuar, incluso a sabiendas de que frente a él se extendía un camino empinado marcado por la crisis económica de la Caja y por los prejuicios “propios y naturales” de los demás miembros de la Junta Directiva, la cual está formada “por gente de distintas mentalidades y credos”, asegura.
Cuando Loría planteó la reforma de manera formal, la Junta Directiva lo vio con buenos ojos desde un principio. “Se hizo un estudio económico sobre el impacto económico para sustentar la decisión. Era obvio que no existía ese impacto, porque aunque la gente no estaba asegurada por su pareja, sí estaba a través de los familiares. Es decir, ya estaban dentro del sistema”, explica Loría. Poco a poco, la propuesta fue ganando el apoyo de más directivos, hasta que en mayo del 2014 se consiguió su aprobación.
Pese a esta victoria, Loría no se dio por satisfecho. Se pidió un estudio para determinar el impacto sobre las pensiones de sobrevivientes para parejas homosexuales. Cuenta el funcionario que los resultados del estudio se hicieron esperar y que tuvo que presionar para conseguirlos. Le confirmaron lo que la institución tenía claro: que el impacto iba a ser muy poco.
“Rompimos así con una gran injusticia. Si los homosexuales cotizaban, pero solo los heterosexuales tenían derecho a que su pareja tuviera pensión y los homosexuales no, entonces eso significa que los homosexuales subvencionaban a los heterosexuales”, dice Loría. “La media de la población homosexual tiene una educación superior que la de los heterosexuales. Eso significa que pueden acceder a empleos mejor pagados y, por lo tanto, la media de los homosexuales cotiza más en la Caja que los heteroxuales en promedio”, agrega.
Triunfos
“Costa Rica es una comunidad diversa. No entiendo cómo la gente dice ‘diversidad’ como algo aparte o ajeno. Todos los los costarricenses somos parte de una comunidad diversa. La ciudadanía de la diversidad sexual es parte de esa comunidad diversa que somos todos los costarricenses. No veo necesidad de hacer distinción. Todos somos iguales ante la ley”.
Para Loría, ambas reformas representan un motivo de mucho orgullo. En primer lugar porque la Caja, “la madre de todas las instituciones en materia de seguridad social”, establece en el artículo 2 de su reglamento un principio de igualdad y por lo tanto la CCSS está siendo consecuente con sí misma. En segundo lugar, porque envía un mensaje importante a la Asamblea Legislativa.
“El Poder Legislativo es cómplice en la negación de los derechos a las parejas del mismo sexo”, dice Loría. “Muchos achacan la culpa a cuatro o cinco diputados cristianos y no es cierto. Ellos no son mayoría. Ellos bloquean, pero hay una mayoría cómplice que no hace el ejercicio para aprobar las reformas necesarias. Todos los diputados son cómplices del bloqueo”.
Es por esto que Loría considera tan importante el aporte social de las reformas de la Caja, más aún que el que puede tener a nivel de pensiones o seguros. “El aporte más significativo es la incidencia que de estos acuerdos a nivel de la ciudadanía. En el momento en que las parejas del mismo sexo llegan a la Caja a pedir inscribirse y que ya tengamos personal entrenado para atenderlos sin prejuicios, ya hay un impacto importante”.
Contra el odio
Durante años, a Loría lo han sensibilizado las historias que ha conocido de gente que ha sido discriminada, humillada, vilipendiada meramente por su preferencia sexual y por su identidad; gente que recibe un trato de ciudadano de segunda o tercera categoría.
Pero Loría rescata una influencia en particular, que lo ha impulsado a lo largo de los años: el exdiputado Justo Orozco. “Me indignaba escucharlo. No podía creer que hubiera gente con un razonamiento tan cavernícola, tan despectivo y que fuera capaz de tratar la preferencia sexual como una enfermedad. Eso me marcó mucho”.
Él ha topado con muestras de pensamiento retrógrado, más o menos agresivo, durante años. No ha faltado gente que se le acerque a decirle, tal como él mismo recuerda, ‘Loría, yo no sabía que eras del otro lado’. El directivo, casado y con dos hijas y un hijo, se ríe y no presta atención. Cree –sabe– que negarse a los derechos de las parejas del mismo sexo es nadar contra corriente y que tiene los días contados.
“La lucha de los movimiento LGBT en todo el mundo nadie la va a detener. Puede ser hoy, en cinco o 10 años, pero la reivindicación va a suceder, nadie la va a parar”, asegura. Cree también que para que impere el respeto y la armonía, es fundamental la incidencia de la institucionalidad educativa. “Si hay un factor que puede ser determinante en el respeto y el reconocimiento de las personas LGBT es el sistema educativo”, dice.
Viendo hacia el futuro, Loría es un tipo optimista. Los logros conseguidos hasta ahora le dan razón para ver hacia adelante con ilusión, seguro de que la guerra del respeto y la inclusión se va a terminar ganando.
Sin embargo, José Luis Loría hace énfasis en que en esta lucha, su parte no ha sido más que un granito de arena. “Porque se respeten los derechos de las personas homosexuales, porque no haya discriminación por la preferencia sexual, ha peleado mucha gente, gente que incluso ya ha muerto, y merecen el reconocimiento”.