Guanacaste
El martes 17 de octubre, tras dos días de cierre de la frontera entre Nicaragua y Costa Rica para cubanos migrantes, la tensión en el puesto fronterizo de Peñas Blancas alcanzó uno de sus puntos más altos y la incertidumbre de los migrantes escaló a la desesperación. En ese momento, cualquier noticia iba a generar vítores o violencia... dependiendo de la noticia.
Esa tarde –horas después de que la Fuerza Pública y la Defensoría de los Habitantes lograran convencer a un grupo de unos 50 cubanos de que dejaran de bloquear el paso de camiones hacia Nicaragua (había presa de varios kilómetros a ambos lados de la frontera por el bloqueo)– apareció un héroe para los migrantes: Mario Vallejo.
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Vallejo es periodista del canal estadounidense para latinos Univisión desde 1998, y es una de las voces cubanas más reconocidas fuera de la isla por su enfoque en temas de política de Cuba. Su arribo a Guanacaste se dio la tarde de ese martes, y su intención era cubrir la crisis migratoria que se estaba viviendo para informar a la comunidad hispana en Estados Unidos.
A las 4:30 p. m., el presentador de noticias salió con un camarógrafo a un costado de la sede regional de migración en Peñas Blancas, donde cientos de cubanos aguardaban cualquier noticia para ser los primeros en continuar su camino al norte. Inmediatamente, decenas de exiliados se acercaron y rodearon a Vallejo, quien en cuestión de 30 segundos cambió el curso de esta historia y les brindó una paz momentánea.
“Todos los cubanos que aquí se encuentran acaban de recibir la buena noticia de que el canciller de Costa Rica nos ha dicho que está negociando con los países que se encuentran de Nicaragua al norte antes de llegar a los Estados Unidos para que los dejen pasar”, comentó el periodista frente a la cámara, mientras los cubanos gritaban “¡Vallejo, Vallejo!”, como si se tratase de cualquier líder político.
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“Ellos estarían poniendo un barco para transportar a todos los cubanos por mar abierta, para que no crucen por territorio de Nicaragua y logren su objetivo”, concluyó Vallejo, lo que deparó gritos de “¡Libertad, libertad!”. “Este es el hombre que nos va a sacar de esta miseria”, se escuchó decir a un cubano a la cercanía, mientras los demás corrían a celebrar la noticia y comentarla a sus cercanos.
Vallejo y su camarógrafo se montaron a un automóvil y transmitieron el video a Estados Unidos. De repente, Vallejo fue invitado a pasar a una sala privada en Migración, donde se encontraba el ministro de Bienestar Social, Carlos Alvarado, y personal de la Defensoría de los Habitantes y Casa Presidencial. La reunión duró poco más de media hora y, desde fuera, las caras se observaban largas.
Alvarado luego procedió a comunicarse directamente con la población cubana en el lugar, donde asumió una posición de diligencia y comentó que la intención del país era negociar con los demás cancilleres del área, para buscar una solución. “No se dejen llevar por rumores o informaciones sin suficiente respaldo”, manifestó, sin nombrar directamente a Mario Vallejos.
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Consultado por revista Dominical acerca de la veracidad de la información que Vallejos no solo transmitió, sino que compartió directamente con los migrantes, Alvarado respondió: “La versión oficial es la del canciller”. Interceptado luego de las declaraciones de Alvarado, Vallejos se echó para atrás: “No hay ningún tipo de confirmación”, dijo, con ansiedad en su cara.
No es posible saber si la acción de Vallejo al destapar una información no confirmada antes de que el gobierno de Costa Rica se pronunciara trajo repercusiones diplomáticas, pero los cubanos que estaban en el lugar celebraron como si ya viniera de camino un barco a recogerlos y llevárselos inmediatamente a algún país al norte de Nicaragua, a pesar de que el gobierno hizo hincapié en la virtud de la paciencia, pues el proceso de negociación podría extenderse hasta la semana entrante.
Al día siguiente, incluso, varios cubanos en Peñas Blancas seguían a la espera de la pronta llegada de un barco que los movilizara, viciados por la impulsividad del periodista Vallejos, a quien igual concedieron todos los vítores disponibles.