Este es un asunto de gravedad. Las aguas se desbarrancan en Vara Blanca por un deber físico, por puro capricho de topografía; y nosotros sentimos que aquello nos sobrecoge por puro capricho biológico, por ser animales con corazón.
Esta experiencia es más tranquila que la contemplación de un relámpago o la erupción de un volcán, pero igualmente es una provocación insolente de la naturaleza. Es violencia zen, como inventamos quienes no sabemos ni un poco de escuelas filosóficas orientales.
El río La Paz se rompe al menos cinco veces, en sendas cascadas que podemos ver de cerca y desde lejos. Pareciera que, después de cada salto, el agua se recompusiera enteramente en su cauce; pero también nos llevamos migajas de torrente en la blusa, en los cristales de los anteojos y dentro del pecho. La Paz es un río respirable.
Vara Blanca es un distrito separado y enorme –más grande que todos los otros juntos del cantón de Heredia– que corta el mapa de su provincia en dos. Aquí estamos exactamente en la comunidad de San Rafael, que da casa a la reserva privada de Waterfall Gardens , sobre la carretera 126, a poco más de una hora en carro desde San José.
Sus caídas de agua fueron las preferidas por nuestros lectores como el asombro turístico más vibrante en el Valle Central. Entre las siete maravillas que en esta edición nos dejan perplejos, esta es la que tiene una banda sonora más estruendosa.
Caída libre
Cada salto en el recorrido por las cataratas tiene su nombre, y claro que también su personalidad. Hay un sendero de unos 800 metros que corre junto a la ribera del río, y que a veces lo cruza desde un puente para mirar aquel montón de agua desde un ángulo inverso.
La zona es muy lluviosa, así que es mejor ir preparados por si también llegase a bajar agua desde el cielo.
El recorrido exige un empeño físico moderado. Hay escalones y, en conjunto, se podría decir que el esfuerzo es similar al de subir, y bajar, tres pisos de escaleras.
Junto a los atractivos artificiales que Waterfall Gardens ha hecho florecer en las cercanías de las cascadas, el sendero principal guarda la apariencia de haber sido poco intervenido, por lo que es fácil percibir esa naturaleza híbrida propia de la zona, entre bosque lluvioso y nuboso.
En los alrededores hay unas 300 especies de aves (tangaras, petirrojos, jilgueros, yigüirros, colibríes...), así como felinos, que son mucho más tímidos, como pumas y tigrillos.
¿Sabe quién no muestra timidez? La catarata El Templo. A la vuelta de un recoveco, uno estará lo más cerca posible de una caída de agua de 26 metros. Junto a ella hay una plataforma para observar, olfatear, escuchar y sentir, al estilo VIP, esa grandeza de las aguas suicidas.
Con esta cercanía, el río se hace egoísta: exige protagonismo y apenas deja espacio para los pensamientos. ¿Ya captó por qué a esta estación le dicen El Templo?
Después viene el salto Magia Blanca, la segunda cascada en el recorrido y la segunda también en altura, con 37 metros. A esta caída se la ve desde lejos, y los guías invitan a observarla detenidamente por unos segundos. Cuando el observador aparta la vista, percibirá que los alrededores se escurren hacia arriba, en una ilusión óptica acuosa.
El caminante encontrará después una bifurcación en el cauce, por un lado caen las aguas de la Encantada (20 metros) y, en el fondo, de la Escondida (cuatro metros).
El recorrido finaliza justo en el punto de salto de la catarata de La Paz (de 37 metros). En este punto, el río ha corrido por ocho kilómetros las faldas orientales del volcán Poás, y tiene la única perspectiva de ese segundo anterior a que sus aguas den el paso adelante y se pierdan de vista para siempre.
Los jardines
Waterfall Gardens ha desarrollado diversas atracciones alrededor de la sucesión de cataratas: una exhibición de mamíferos, de ranas, de aves y mariposas.
El precio para nacionales es de ¢12.000 para los adultos (¢19.000 con almuerzo incluido estilo bufet), y de ¢7.000 para los niños (¢11.000 con almuerzo).
El horario de 8 a. m. a 5 p. m., aunque la última admisión es a las 3 p. m.
¿Sabía usted que hay rugidos que tranquilizan? La Paz ruge.