Todo era válido para conocer en persona a su mejor amigo de la infancia. Si había que engañar y jugársela como un vikingo para darle un abrazo a su héroe favorito, no importaba. El fin justificaba los medios.
Su admiración por el Chavo del 8 y por el Chapulín Colorado llevó a Luis Alonso Hidalgo a burlar la seguridad, el protocolo, a doña Florinda Meza y a la mánager de Roberto Gómez Bolaños para darle un apretón de manos. Fue el 23 de abril del 2008 cuando el artista mexicano –el pequeño gigante del humor latinoamericano– se presentó con su obra 11 y 12 en el Teatro Melico Salazar, en San José. Luis Alonso había hecho un regalo muy especial para el cómico y tenía que dárselo a como diera lugar. Hidalgo consiguió entradas, se fue al teatro y dijo que iba de parte del Ministerio de Cultura a dejarle un regalo a Chespirito.Así llegó hasta los camerinos pero ni Florinda Meza ni la mánager del artista lo dejaron pasar.
LEA MÁS: Chespirito, genio del humor, cumple 85 años
"Una prima trabajaba en el Ministerio de Cultura y me consiguió entradas para ver la obra. Esa noche llegué a la puerta del teatro y le dije a Édgar Murillo de La Media Docena, que yo venía de parte del ministerio a darle un obsequio a Chespirito", recordó Hidalgo.
Pasó el primer filtro sin ningún problema (tal vez hasta ahora Édgar se de cuenta de que todo era una mentira blanca). La segunda prueba fue con la mánager del artista: "A ella le dije que venía del ministerio a dejarle un presente a don Roberto, pero se puso rejega y me dijo que él ya iba a entrar a escena y no me podía atender".
Alonso no se quedó con las ganas y esperó pacientemente hasta que vio a una figura conocida: Florinda Meza, esposa del actor. "La paré y le volví a decir lo mismo. Ella me dio la misma excusa, pero yo no me iba a quedar con las ganas".
Ambas mujeres se retiraron por un instante y fue ahí cuando el fan de Chespirito aprovechó. “Al fondo de los camerinos vi pasar una figura pequeñita y supe que era él. Me escabullí y entré al camerino”. Fue completamente emocionante, relata.
Chespirito atendió a su llamado, Alonso se le acercó con timidez. Tomó valentía para volver a decir la mentira, pero a él, a su héroe, a su amigo, no pudo decírsela. “Yo la verdad no soy nadie y le he mentido a todo el mundo para darle este regalo”, fueron las palabras que le dijo el muchacho a su artista favorito cuando él se volvió y le preguntó quién era .
Para Gómez Bolaños. Alonso era un seguidor más, pero esa osadía quedó grabada en aquel fanático en una foto muy especial.
Lo trajeron
Los productores del grupo La Media Docena, integrado por los artistas Édgar Murillo, Daniel Moreno, Erik Hernández y Mario Chacón, fueron los responsables de traer el espectáculo de Gómez Bolaños al país .
"Al principio cuando comenzamos la negociación con ellos era como surreal porque era el artista de humor más grande de América Latina. Ya una vez que concretamos el trabajo lo conocimos primero como ser humano y era sumamente accesible, pero a la vez muy celoso de su vida privada. Recuerdo que estaba acostumbrado al público, a las fotos y a las filas que se hacían para saludarlo; pero por su edad ya al rato se cansaba físicamente", recordó Édgar Murillo.
Fueron cinco las presentaciones. Yo, en calidad de periodista, presencié una de ellas y recuerdo que cuando Chespirito salió a escena hubo una ovación que duró 15 minutos. Roberto tuvo que pedir silencio para empezar con la presentación. Otro de los afortunados que conoció a Chespirito fue José Alonso Escalante, quien desde hace una década imita al Chavo.
ARCHIVO: Prolífico y brillante, así es Chespirito
“Fue muy breve; casi que solo tuve tiempo para saludarlo y logré tomarme una foto con él. Estar a su lado y saber que era el niño del programa que vi toda la infancia fue un sueño cumplido. Fue muy amable conmigo, a pesar de que venía saliendo de la obra y estaba muy afectado físicamente”.
El joven también se la tuvo que jugar para llegar tras bastidores. “Entré con dos amigos que son periodistas; la verdad iba de colado. Podía ser la única oportunidad de estar con él, no se iba a repetir, dijo.
Un viejo cariño.
El mexicano visitó Costa Rica en giras oficiales. En 1974, todo el elenco de los programas de Chespirito estuvo aquí para unas presentaciones artísticas; hay poquísimo material periodístico de estos espectáculo y se sabe que esa primera estadía pasó inadvertida debido al alto precio de las entradas; sin embargo, Chespirito volvería por más.
En diciembre de 1976, el periodista Jorge Chaves tuvo la oportunidad de cubrir los shows que dio el grupo, en ese momento, en nuestro país. Trabajaba para el periódico El Excélsior y su crónica del espectáculo destacaba las primeras palabras del comediante a su público: “¡Concurrable respetencia!”, una de sus acostumbradas joyas.
“Todos eran muy amistosos, cálidos, joviales y accesibles con la gente. Recuerdo que se hospedaron en el hotel Crystal (ahora, edificio de Repretel) y no tenían ningún tipo de seguridad. La gente entraba y llegaba a las habitaciones a saludar y ellos como si nada”, contó Chaves.
El reportero dijo que el más serio era precisamente Chespirito, pero se notaba que era porque estaba enfocado en su trabajo. Incluso, cuenta que Gómez estaba impresionado porque El Excélsior había publicado un afiche tamaño gigante del Chapulín Colorado.
Así fueron las visitas del gran genio del humor latinoamericano: sencillas, sin aspavientos. El cariño del público costarricense lo acompaña hasta el día de hoy.