Dos mujeres entran a escena, exponen su vida a vista y paciencia del público: una vive el abuso de sus patronos y la otra las vejaciones de una pareja. Sin la oportunidad de hablar durante la obra Ellas, nosotras y ustedes, sus experiencias pasarían desapercibidas.
"Lo que quiero es que la gente (a la que le ocurre) se dé cuenta que están metidos en una situación de agresión desde el trabajo, la familia, la pareja. Nunca es tarde para tomar una decisión de hablarlo", explica la directora Carolina Lett sobre el propósito social de su montaje.
Los textos que leen las actrices Adriana Maroto y Natalia Amador son una adaptación de textos de la dramaturga argentina Griselda Gambaro.
Este viernes, el espacio escénico administrado por Lett, La Casona Iluminada, acogerá Ellas, nosotras y ustedes. Es la primera vez que la obra se presenta en un teatro: cuando se estrenó, en el 2013, el primer público que tuvo fueron los privados de libertad de las cárceles de El Buen Pastor y La Reforma.
DEL ARCHIVO: Ellas, nosotras y ustedes va para la cárcel
"Me interesaba llevar el mensaje", reafirma Lett. "Siempre tratamos de presentar la obra en espacios no convencionales".
La Casona Iluminada (ubicada 120 metros oeste de la Alianza Francesa) presentará Ellas, nosotras y ustedes este viernes 19 y sábado 20 de mayo a las 8 p. m.; el domingo la función será a las 6 p. m. Las entradas tienen un costo de ¢5.000 y pueden reservarse al teléfono 8431-8790.
Círculos de violencia
El montaje de Lett reúne dos monólogos de Grisela Gambero: El nombre (interpretado por Amador) y El despojamiento (Maroto).
"Lo importante de El nombre es el hecho de que a esta empleada doméstica las jefas le cambian el nombre como si fuera una cosa. Ella cuenta cómo, en todos los trabajos, la tratan como un objeto", explica Lett. "El despojamiento es una mujer que está casada con un hombre que la agrede en medio de un círculo vicioso (...) Es el círculo vicioso de las mujeres agredidas. Siempre buscan, en patrón, a personas que las agredan: psicológicamente, verbalmente, físicamente".
El tiempo que ha pasado desde el montaje –cuatro años– no han menguado la vigencia de los temas; ha ocurrido lo contrario, dice Lett.
"Lo bueno de esta obra es que, ahora más que nunca, se evidencian situaciones de agresión en latinoamérica. Está muy presente el hecho de comunicar situaciones de agresión. Hay mucha gente que ha visto la obra y la sigue recomendando. No es una obra que quiero que muera pronto ", asegura.