El escenario del Melico Salazar recibe a su público desnudo de elementos escenográficos. Solo una sencilla pantalla de proyección permanece ubicada al fondo. Más que una ausencia de dispositivos, este panorama sintetiza los dos territorios en donde Marcia Saborío y María Torres labraron su matrimonio profesional: el teatro y la televisión.
LEA: Antes de 'Gallito Pinto' fue necesario llorar, rezar y un poco de yoga
La velada inició con un nostálgico reencuentro de las vetustas Juana y Chana. Claramente, los espectadores entendieron que no eran los personajes, sino las actrices quienes firmaban la reconciliación artística. Por eso, el aplauso resultante sonó a catarsis y, de paso, ahuyentó el vacío dejado por la pareja a lo largo de veinte años de accionar en solitario.
El espectáculo fue una sucesión de sketches divididos, en algunos casos, por proyecciones de video recuperadas del programa Caras vemos (Canal 7, 1998-2003). Los segmentos audiovisuales presentaron, de forma anticipada, a los personajes que estaban por salir a escena. También sostuvieron la atención de la audiencia durante los cambios de vestuarios y ajustes de maquillaje.
Saborío y Torres basan su trabajo en materiales ensayados de antemano, pero, sobre todo, en el aprovechamiento de las situaciones imprevistas. Mientras ejecutan su libreto, están al acecho del menor indicio que les sirva para generar nuevas bromas. Alguien que se dirija al baño podría ser el destinatario de sus finísimos dardos cómicos. De esa manera, el público se siente parte fundamental del evento.
VEA: Las escenas de 'Gallito Pinto 3' que el público no vio
Esta labor la realizan desde el escenario y, luego, se desplazan a la zona de lunetas para hallar a su siguiente "víctima". El dominio de la improvisación, la rapidez mental, el ingenio y el conocimiento mutuo son las principales estrategias del dúo. Hasta los desperfectos técnicos o los tropezones interpretativos se convierten en oportunidades para sumar chistes. En estos casos, la risa inunda la sala y lo resuelve todo.
El humor de la obra se sustenta en diversos pilares, además de los ya mencionados. Pueden citarse la mofa de las características físicas del público y de las propias actrices; la participación de los espectadores en concursos y parodias de formatos televisivos; la crítica a políticos y el empeño de no escatimar en gestos y piruetas para complacer a los asistentes.
Sin embargo, el pilar más importante se relaciona con el diseño de un amplio abanico de personajes que superaron el paso del tiempo sin perder frescura o vigencia. Los veintitantos caracteres desplegados –en escena y en pantalla– son, con toda justicia, arquetipos de la cultura popular.
ADEMÁS: Dos amigas volvieron para hacer reír
Mis vecinos de butaca conocían al dedillo sus "vidas", milagros y frases distintivas. En ese instante corroboré que no estaba frente a un espectáculo, sino ante un fenómeno escénico y mediático de rasgos muy particulares.
Después de muchos años, el viaje –hombro a hombro– de personajes y audiencias configuró un pacto de mutua lealtad. Las comediantes ofrecen lo que su público quiere recibir y, a cambio, este se entrega sin límites al juego propuesto por ellas. El engranaje es tan sólido y eficaz que ni siquiera Torres o Saborío podrían aspirar –por separado– a lo que consiguen en pareja.
FICHA ARTÍSTICA
Producción, dirección, libreto y actuación: María Torres, Marcia Saborío
Doblajes: Cinthia Soto, Wendy Campos
Vestuario y utilería: Luis Castro
Video: Eloy Mora, Magoo Films
Espacio: Teatro Melico Salazar
Fecha: 31 de mayo de 2016