Cuando conocemos a Matilde, ella nos cuenta un chiste sucio en portugués. Le encantaría seguir divirtiéndonos –tanto que algún día tantas risas le permitan tener una carrera de comediante–. El problema es que debe limpiar la casa de Lane, porque es su empleada doméstica.
La casa limpia , de Sarah Ruhle, es muchas cosas a la vez y no frena. David Korish dirige esta coproducción entre Abya Yala y el Teatro Universitario.
En una casa de blanco reluciente, la relación de Lane (María Luisa Garita) y Carlos (Juan Carlos Calderón) se trastorna por la aparición de Ana (Roxana Ávila), una mujer ávida de felicidad pero muy enferma.
Mientras la empleada brasileña, Matilde (Aysha Morales), intenta hallar su lugar en el mundo y el chiste perfecto, se cruza con Virginia, hermana de Lane (Monserrat Montero ), a quien sí le gusta limpiar. Bueno, le encanta.
Con tales personajes, de verbo ingenioso y ansias de entenderse a sí mismos, combina humor físico, finos chistes, un aire de telenovela, situaciones absurdas, delirante fantasía... No hay recoveco de la casa que quede oculto.
“Parece superficial, pero es muy profunda a la vez. Es cómica, romántica, distante...Vive en muchos lugares escénicos y creo que esa es su gran virtud”, dice Korish.
El director la considera una “gran obra”, pero darle forma ha sido desafiante: “Es un largo camino a lo sencillo”.
Mantenerla en balance es cuestión de afinar el oído: entender la obra es dejar que un punto y una coma en el diálogo nos hablen de lo que los personajes no pueden. “Creo que el ritmo es lo que la unifica”, dice Calderón.
“La primera vez que la leés, engancha fácilmente, pero después de que empezamos a estudiarla con David y destacó la puntuación y el ritmo que establece la autora, se abre otro mundo. Al hacerla e incorporar el ritmo fue otra cosa. Siento que la vamos a terminar de conocer con el público”, expresa Garita.
En este espacio doméstico de La casa limpia , cada uno trata de entender la mueblería de su vida: qué les tocó, cóno deben actuar; en otros momentos, quieren mover todo de lugar, cambiarlo. Transmitir tal vida interior exige a los actores riesgo y precisión. Como dice Morales: “Es estar en el vértigo constante”.
Esta nueva coproducción del Teatro Universitario y Teatro Abya Yala podrá disfrutarse del 12 de mayo al 5 de junio, con funciones de jueves a sábado a las 8 p. m. y domingos, a las 6 p. m. Tel. 2511-6722. Entrada: ¢5.000 para público general y ¢4.000 para estudiantes con carné y ciudadanos de oro.