Al principio de la obra, Antonio Salieri confiesa al público que asesinó a Wolfgang Amadeus Mozart. Cegado por una vida de envidia, dice haber aniquilado a uno de los mayores genios musicales de su era –y de cualquiera– en plena juventud. Amadeus , la historia de este crimen de envidia, llegó esta semana a las tablas del Teatro Espressivo.
En Amadeus , Salieri codicia los talentos de Mozart y se dedica a sabotear su carrera, corroído de envidia. Es una de las más conocidas de Shaffer. Se estrenó en Londres en 1979, y al año siguiente llegó a Broadway. Allí alcanzó casi 1.200 funciones y siete nominaciones a los premios Tony.
La versión más conocida de la obra de Shaffer es la película que realizó el legendario director checo Milos Forman, en 1984, y que ganó ocho premios Óscar, entre ellos mejor película, mejor actor protagónico y mejor guion adaptado.
Shaffer colaboró en la realización del guion para el filme; aparte de la adaptación, ha hecho cuatro revisiones del texto, en las cuales modifica diálogos, aumenta o reduce el peso de personajes o agiliza el desarrollo de la trama.
En este montaje dirigido por Carlos Salazar, Javier Montenegro encarna al legendario músico, frente a Leonardo Perucci como el envidioso músico de la corte vienesa.
El espectáculo reúne a 14 actores sobre escena, como Noelia Campos (Constanza Mozart), Manuel Ruiz (Conde Franz Orsini-Rosenberg) y Rubén Darío Arenas (Ignaz Greibig).
Amadeus cuenta con abundantes fragmentos y referencias musicales de Mozart e incluso la participación de la soprano Mónica López. Asimismo, Humberto Canessa colaboró con la coreografía de acciones de los figurantes de la obra. “Más que considerarlos bailes, son coreografías de acciones. Existe un manejo de la corporalidad que requiere la época que exigía trabajar con los actores”, explica Canessa.
Según el director, el Espressivo quería lograr un “efecto de ópera” con este montaje. A una discreta escenografía completamente negra (diseñada por Emilio Aguilar) se suman elaborados vestuarios inspirados en la época (de Yao Chen) y abundante música del compositor.
Se recurrió a la asesoría musical de Iván Arguedas para incorporar composiciones del austriaco en el desarrollo de la obra.
“Para mí, es un deleite de los sentidos. En lo visual, sonoro y auditivo, estamos creando una obra que esperemos que llene al público”, dice Salazar. “Buscábamos hacer de la historia algo ágil, algo interesante, entretenido y que logre comulgar con el público de hoy en día”, considera.
Poderoso. Pasión, envidia, celos y frustración: el veneno que corre por la corte de la Viena del siglo XVIII atiza batallas de palabras que Salieri lanza en secreto contra el joven y prometedor músico.
Salieri admira a Mozart, quien crea música bella como ninguna otra; pero Mozart, en persona, resulta ser un personaje insoportable, grosero e inmaduro.
En la mente del pulcro y correcto Salieri, esta contradicción es insoportable: ¿cómo puede un personaje tan desagradable crear música insuperable? Salieri se sabe mediocre y está seguro de que su obra no alcanzará las alturas del joven, por lo que emprende una guerra de ponzoña.
“La realización del ser humano, el verdadero talento, la sensibilidad no están en reglas ni leyes; vienen de otro lugar, vienen de otro lado”, considera Salazar. Es esa búsqueda imposible la que lanza a Salieri a la desesperación y a herir a Mozart en cuantas formas pueda: termina atentando contra su vida a lo largo de los años –un plan que no le resultará tan preciso como espera–
“El problema de Salieri es que es un hombre absolutamente religioso y cree que Dios le puede proveer dotes y talento que la naturaleza no le dio”, considera Perucci.
“De repente, se ve chantajeando a una mujer, bordeando el adulterio, cosas que él no debería hacer. Es la naturaleza del ser humano: puede ser tanto infinitamente bueno como infinitamente malo”, dice el intérprete.
Con chismes y pequeñas traiciones, Salieri trata de poner a la corte contra Mozart, pero el talento del joven brota imparable. Él es, a la vez, una contradicción.
“Cuando uno oye su música, uno se siente en la más elevada expresión artística, uno siente que está volando entre ángeles. Sin embargo, él era otra cosa en persona: de humor escatológico, maleducado, infantil, inmaduro...”, opina Salazar.
Mozart aparece en la corte en busca de un mecenas que financie su prolífica producción musical. En palabras de Montenegro, fue un genio poco comprendido en su momento. “Estaba inventando un nuevo tipo de lenguaje, de comunicación, una manera diferente de estructurar la música y cómo concebimos las emociones”, explica el actor.
Métodos. Para Montenegro, el principal reto fue transmitir el humor de Mozart e indagar en este personaje de un niño en un cuerpo adulto. “La forma de aproximarme a eso era dejar que él hablara. Es impredecible; siempre es sorpresivo. Tenía que tomar esos elementos de la música y plasmarlos en la interpretación”, dice el histrión.
Entre los excesos de la obra y su puesta en escena, que dura dos horas, se corría el riesgo de perder el enfoque. “Entre la parafernalia que los rodea, se pueden confundir. Todos los días volvemos al actor, a los detalles, a qué están buscando ellos”, dice Salazar.
Para los actores, hallar el punto exacto en el cual se podían comunicar con la audiencia también fue un reto. “Yo preconcebía a Mozart como un cliché de genio: alguien aislado, una persona que estaba solo en su genialidad”, dice Montenegro. Al hallarlo completamente distinto, recurrió a la música para afinar su versión.
Según Perucci, Amadeus es una pieza que interpela al espectador de hoy en tanto revela problemas perpetuos. “Vivimos en una sociedad absolutamente competitiva. Aquí vemos cómo esa competencia entre ambos personajes puede echar al traste con el talento de alguien”, dice.
Con tal advertencia, Amadeus pone en escena lo que somos: criaturas de deseo.
------ Qué: Amadeus , de Peter Shaffer. Fecha: Del 7 de agosto al 12 de octubre. Viernes y sábado: 8 p. m.; domingo, 6 p. m. Dónde: Teatro Espressivo, Centro Comercial Momentum Pinares. Costo: ¢5.000, ¢7.000 y ¢10.000 según localidad.