La historia del pescador Gilberto Sheden, conocido como Chito, y su mascota, el cocodrilo Pocho, le dio la vuelta a Costa Rica hace unos años por medio de diversos reportajes en prensa escrita y televisiva.
El caso no tardó en llamar la atención de la prensa mundial, hasta que llegó a oídos de la prestigiosa cadena NatGeo, que se desplazó al país en el 2009 para filmar la historia.
Justamente, este documental se estrenó hace un par de semanas en Estados Unidos y es este sábado 10 de agosto cuando se transmitirá en Latinoamérica, a las 7 de la noche y con el título El encantador de cocodrilos.
El sitio oficial de NatGeo promocionó ampliamente ambos estrenos; es así como explica que el especial Tocando al dragón (así lo titulan en la página web), plasma la amistad que surgió entre el hombre y un animal depredador como el cocodrilo.
“Un simple pensamiento llevó al reportero gráfico e investigador Roger Horrocks al otro lado del mundo, en Costa Rica con la misión de encontrar a Chito, un hombre que es referido como el chamán de los cocodrilos. Años atrás, Chito cuidó un cocodrilo herido, al que llama Pocho. Desde entonces, los dos han formado un vínculo impensable. Tocando al dragón examina la sorprendente relación entre el depredador más antiguo de la tierra y un hombre único, que desafía las fronteras del mundo natural”, explica el sitio de National Geographic en inglés.
El texto es acompañado por una foto de Chito, con los brazos arriba, besando en la boca a su mascota, como en una suerte de desplante.
Y es que la amistad que nació entre ambos llegó a tal punto que el animal le permitió a Chito ingresar a su laguna y enseñarle algunos trucos. Así nació el espectáculo que durante cuatro años ofrecieron al público en el Centro Las Tilapias y que atrajo a la prensa nacional e internacional, hasta la muerte del cocodrilo.
Esta ocurrió el 16 de octubre pasado y fue toda una conmoción en Siquirres y lugares aledaños. De hecho, sus restos recorrieron el centro del cantón en una caravana en la que los vecinos del pueblo le dieron una digna despedida.
Al final de cuentas, Pocho se había convertido en todo un personaje internacional.
Siempre según Nat Geo, Roger Horrocks, quien además de fotógrafo profesional es un investigador que se especializa en el estudio de los cocodrilos, cree que estos antiguos reptiles pueden expresar emociones.
Es así como el especial acompaña al fotoperiodista e investigador en su viaje a través del Río Tárcoles, Costa Rica, en búsqueda de un chamán de cocodrilos del cual ha escuchado múltiples historias, como por ejemplo, acerca de su capacidad para nadar junto a los cocodrilos sin ser atacado.
“Compartí 20 años con Pocho”
Ante el inminente estreno del documental en Latinoamérica, Teleguía contactó este lunes al “encantador de cocodrilos”, el mismísimo Chito, quien desconocía que su historia está a punto de ser transmitida en el continente, aunque sabe bien que le ha dado la vuelta al mundo y, gracias a diversos reportajes de otras cadenas y noticieros, ha sido transmitido hasta en África.
Chito, humilde y afable, de verbo fácil y vehemente, rememoró algunas anécdotas ocurridas durante la filmación del documental pero, por sobre todo, pondera el dolor que aún siente por la muerte de Pocho, a quien llegó a considerar una especie de “hijo”, tal era el vínculo afectivo que los unía.
“NatGeo supo de mí cuando estaban grabando un programa especial en Africa. Allí había un señor que tenía una camiseta con una fotografía mía y de Pocho. Ellos se interesaron en el tema y me llamaron para hablarme de hacer un programa especial con nuestra historia, y fue así como llegaron al país en el año 2009”.
Chito cuenta que, al principio, el programa iba a durar solo 15 minutos, pero cuando la gente del canal observó todo el material que habían recopilado, entendieron que la historia no podía contarse en tan poco tiempo.
Entonces decidieron regresar a Costa Rica para grabar el filme a su mejor estilo, pues es bien sabido que NatGeo puede demorar años en la realización de sus documentales, con tal de mostrar todas las facetas enmarcadas en el paso del tiempo.
“Eso nos llevó como unos tres años y le puedo decir que la experiencia fue realmente única”, dice Pocho con orgullo bien ganado.
Sin embargo, la pesadumbre se adueña de él con solo recordar a su amado cocodrilo.
“La gente del canal me envió la película este año, pero yo aún no la he podido ver. Me es muy difícil ver a Pocho en la televisión y saber que murió, que ya no está cada vez que me levanto. El lagarto murió siete meses después de que terminamos de grabar el documental”.
Agrega que los expertos del canal quedaron realmente asombrados tras atestiguar la clase de vínculo que tenían él y Pocho.
“Lo que más me impresionó de todo el proceso fue que los que vinieron a filmar el programa dijeron que en los últimos 30 años nunca habían visto una relación igual, entre un hombre y un animal. Eso me hizo valorar muchísimo más los casi 20 años que compartí junto a Pocho”.
Hoy, a su manera, el animal lo sigue acompañando, y también a la gente que visita el centro turístico que hoy tiene Chito en Siquirres. “Ya él no está, pero aún así las personas nos visitan para ver otros animales que hay aquí. Me gusta mucho contarle la historia de Pocho a quienes llegan hasta este lugar”.
Y es que la historia es realmente conmovedora. A grandes rasgos, él encontró a Pocho moribundo en el río Parismina, pues un ganadero le disparó en venganza porque el reptil se había comido sus terneros. Chito lo subió a su lancha y lo llevó a casa para aprovechar el cuero, pero al pasar los días sin que el animal muriera decidió curarlo y alimentarlo.
“Yo le daba de comer pollos. Al principio estaba todo feo, flaco y desnutrido y después ya se puso gordito. Lo iba a ver todas las noches, y una vez se me quedó viendo como invitándome a entrar al agua con él, entonces me metí a nadar”, narró Chito en un reportaje anterior para La Nación.
Luego, la convivencia pasó a más y Chito no solo nadaba a sus anchas junto al lagarto, sino que le enseñó diversos trucos, como rodar sobre su cuerpo, darle la pata, sostener la cola y la cabeza en alto ¡y hasta cerrar un ojo!.
La verdad es que tiene razón el recio pescador siquirreño de llorar a su sempiterno compañero. Muy posiblemente, usted también derramará algunas lágrimas ante el emotivo y magnífico documental.