Jugadores como Keylor Navas, Daniel Cambronero, Esteban Ramírez, Mauricio Castillo, Esteban Alvarado, Kendrick Pinnock y su mejor amigo desde la infancia, Celso Borgues –todos futbolistas de profesión–, fueron sus compañeros cuando militaba en el alto rendimiento del Deportivo Saprissa.
Sin embargo, Daniel Vargas tomó una decisión importante en su vida y salió de las canchas no por lesión, sino por voluntad propia, ya que tenía otro talento que explotar: el gastronómico.
“Siempre me gustó mucho cocinar en un ámbito súper familiar. Estudiaba Administración pero luego no sentía motivación por ello. Mi hermano me dijo que porque no estudiaba cocina. ¡Ahí me cayó la peseta y le di la razón! Tengo dos primos chefs que trabajan fuera del país. Fue una decisión difícil. Siempre pensé que iba a ser deportista. Tomé la decisión de dejar el fútbol para perseguir el sueño. Fue un sacrificio, pero no me arrepiento”, dijo sincero.
Su colmillo gastronómico lo afiló en España , al estudiar dos estilos muy distintos de cocina: francesa y mediterránea. Admirador de la trayectoria de Tía Florita, recuerda con cariño que una vez llamó a su programa, se ganó una batidora y ella le dijo que le hacía feliz al ver como más hombres también se introducían en ese ámbito.
Daniel tiene un estilo fresco, dinámico y sin rodeos al momento de tomar las riendas del programa. Aunque hasta ahora se expone frente a las cámaras, es muy desenvuelto. Y como no lo iba a ser si su madre fue bailarina, su padre fue actor, y es sobrino -nieto de la fallecida cantante tica nacionalizada mexicana Chavela Vargas.
“Mi línea es comfort food . Son recetas prácticas, innovadoras y útiles. De nada sirve que nos den una receta si nunca la vas a hacer. En cocina uno no lo hace para sí mismo, sino que lo gratificante es hacerlo a los demás. Si uno no lo comparte, no se disfruta igual. Esa energía se transmite en el plato. Ver a la gente que realmente le gusta lo que hiciste, eso es lo bonito”, manifestó Vargas, en pantalla los viernes.
Platillos tales como un salmón marinado con remolacha y vodka, ideal para degustar en un paseo y “quedar altísimo”, como dice entre risas Vargas, suena complicado pero es más fácil de hacer de lo que parece. Eso es lo que se llama, driblar a toda la defensa, meterse por la cocina y anotar al paladar.