Su nombre ya era harto conocido para los amantes de la astronomía, pues Neil DeGrasse Tyson viene dando de qué hablar desde hace varios lustros.
Sin embargo, dos hechos lo pusieron en la picota pública últimamente y por estos días todo el mundo, literalmente, parece estar hablando de él.
Aunque suene simplista, el brillante científico cobró notoriedad por inspirar uno de los memes más célebres de la red y, hace un par de semanas, se catapultó por la señal de NatGeo al tomar el lugar de Carl Sagan en el programa de divulgación científica Cosmos.
A partir de ahí, la madeja se desenrolla hacia atrás para ubicar al hoy prestigioso astrofísico en su plena infancia, cuando con nueve años ya soñaba con descubrir los misterios del universo y, desde entonces, decía que quería ser astronauta.
El “patín” lejos de desvanecerse con los vaivenes de la adolescencia, tomó más fuerza y, a los 17, Tyson ya aplicaba a las universidades más prestigiosas con el fin de especializarse en astrofísica.
Su papel como conductor de una de las series más ambiciosas en la historia de la televisión está enraizada en una suerte de coincidencia cósmica que lo llevó a conocer a Carl Sagan, brillante astrónomo y gurú de la ciencia contemporánea, cuando Tyson ni siquiera había cumplido la mayoría de edad.
En una entrevista concedida a Ted Simmons en el 2009, el neoyorquino, hoy de 56 años, contó aquel pasaje surrealista en el que uno de sus grandes héroes lo invitó a decidirse por su universidad, justamente en el afán por seguir sus huellas.
“Sin que yo lo supiera, la oficina de admisiones de la Cornell University le envío mi aplicación a Carl Sagan. Él ya era famoso y aparecía en Tonight Show con Johny Carson. Se la dieron solo para que comentara algo sobre ella, pero él me envió una carta, firmada y todo en la que decía: ‘Entiendo que estás considerando ir a Cornell, si vienes me encantaría enseñarte el laboratorio’. No podía creerlo, incluso les mostré la carta a mis padres y entre todos tratamos de verificar que efectivamente se trataba de él. Y lo era. Le tomé la palabra y nos vimos dos semanas después. Nos conocimos un sábado en la mañana. Estaba nevando. Me hizo un tour por su laboratorio, visité su oficina, me regaló uno de sus libros y lo firmó, Cuando llegó la hora de irme, me llevó a la estación de autobuses. Como estaba nevando, escribió el teléfono de su casa en un papel y me dijo: 'Si el auto no puede salir, llámame y pasas la noche en mi casa'”.
Como era de esperarse, este hecho remarcó para siempre los sueños universales de Neil.
Mientras Tyson iba subiendo peldaños de conocimiento y acumulando créditos académicos, Sagan iba cimentando su propio sueño, el que cumplió hace poco más de tres décadas.
Como lo reseña la revista colombiana Semana, mientras el mundo se aproximaba a los años 80, Carl Sagan tuvo una visión. Quería que la gente del común descubriera los más profundos secretos de la ciencia y entendiera mejor el origen del mundo y del universo.
Para Sagan, entonces un respetado astrónomo, astrofísico y cosmólogo, las personas en general vivían en un estado de ignorancia absoluta frente a los enormes descubrimientos que, día a día, los expertos hacían en sus laboratorios aislados.
En otras palabras, estaba convencido de la ausencia de una divulgación científica apropiada. Fue así como, junto a sus colegas Ann Druyan y Steven Soter, se puso en la tarea de escribir una serie de televisión que acercara a los televidentes a la ciencia. En 1980 el proyecto estuvo listo y se estrenó con el nombre de Cosmos: A Personal Voyage.
La serie se convirtió en un fenómeno cultural y marcó un punto de quiebre en la historia de la televisión.
Solo se produjeron 13 capítulos que, durante los últimos 33 años, han rotado por las pantallas chicas de todo el planeta: han sido vistos por 750 millones de personas en más de 175 países desde entonces.
Sagan y su equipo lograron explicar algunos de los fenómenos más complejos de la naturaleza y su evolución de una manera sencilla y con un lenguaje que cualquiera podía entender. Él convirtió la ciencia en una narración entretenida para el gran público.
Y aquí es donde las historias de ambos personajes vuelven a confluir.
Este año, el canal National Geographic decidió revivir la mítica serie.
La idea de los productores ha sido volver a tener el mismo impacto que tuvo la producción de Sagan en su momento y no escatimaron recursos para lograrlo: se trata de una de las series más caras y con mayor distribución en la historia de la pantalla chica.
El primer reto, desde luego, era encontrar una figura que tuviera el peso de Sagan. La búsqueda era complicada pues debía ser un científico reconocido, pero con suficiente carisma para conquistar a la audiencia. Y no solo eso: tendría que seducir a los muchos fanáticos de la serie original y a los nuevos televidentes.
Entonces, todos los caminos apuntaron hacia Neil DeGrasse Tyson. El corpulento director del Planetario Hayden de Nueva York asumió la misión casi imposible de suceder a su legendario mentor, en los 13 nuevos capítulos de la serie que ha sido catalogada como el Big Bang de la divulgación científica.
“No he intentado meterme en los zapatos de Carl Sagan, porque me quedan demasiado grandes”, aseguró DeGrasse, quien sin embargo exhibe una maestría y un movimiento singular ante las cámaras (fruto también de su afición por el jazz).
En una entrevista concedida al diario español El Mundo, marca la cancha sin desligarse del mentor: “Digamos que he creado unos zapatos a mi medida y he evitado a toda costa que el nuevo Cosmos parezca una secuela. Espero que al menos una parte de los 400 millones de espectadores que siguieron a Carl se sumen a la aventura”.
La tercera esposa de Sagan (fallecido en 1995), Ann Druyan, quien fue productora de la serie original, tardó 18 años en convencer a un grupo de emprendedores sobre la necesidad imperiosa de proyectar el legado de Cosmos en el siglo XXI.
Y fue ella quien eligió al doctor Neil deGrasse Tyson como el candidato ideal para pilotear la nueva nave nodriza espacial televisiva.
Además de ser un reconocido astrofísico, Tyson es un popular divulgador científico. Sus investigaciones incluyen la formación de estrellas, su explosión, las galaxias enanas y la estructura de la Vía Láctea.
El astrofísico ha trabajado en California, Nuevo México, Arizona y los Andes chilenos y ha publicado diez libros sobre sus hallazgos.
Su hoja de vida es, por decir lo menos, impresionante. Ha recibido 19 doctorados honoris causa y la medalla de la NASA al Servicio Público Distinguido. En el 2007, la revista Time lo eligió como una de las 100 personas más influyentes del mundo. Actualmente es director del planetario Hayden, en el Museo Estadounidense de Historia Natural en Nueva York.