Las heridas reptaban por su piel. Asco y socorro era lo que gritaba, para salir del vacío y la angustia que transmitían sus canciones. Salió del horror por la única puerta que encontró: el suicidio.
Su amigo Chris Cornell se le adelantó un par de meses; para alcanzarlo se ahorcó con una faja y acabó con el miedo que lo arrastró a las drogas y el alcohol.
La mayor parte de su obra musical fue un reflejo de las situaciones que afrontó; la peor de todas: las sucesivas violaciones que sufrió –desde los 7 hasta los 13 años– por un hombre cuya identidad no reveló y quedó impune porque sus padres no quisieron llevarlo a juicio.
Por años, Chester Bennington soportó los vejámenes; no dijo nada porque tenía temor de que lo tildaran de homosexual y que nadie creyera en él.
La llaga creció, se llenó de pus y se volvió incurable. Ni la heroína ni el alcohol ni la promiscuidad sexual paliaban el dolor. Chester sabía que beber y drogarse no estaba bien.
A los 41 años estaba en la cima del éxito como cantante, compositor, actor y vocalista estrella de la banda de nu metal Linkin Park, con la cual se dio a conocer en el 2000 con el álbum Hybrid Theory .
Con la pieza In the End como gancho, vendieron 10 millones de copias y otras seis millones con el multiplatino Meteora , del 2003. Los dos explotaban los sentimientos de ira y frustración de Bennington.
La voz de Chester podía ser un tenue susurro o un aullido ametrallador, como si proviniera de alguien dos veces más grande que él, comentó la revista Rolling Stone .
Fue Bennington quien le endosó el nombre a la agrupación que en principio se llamó Xero; él propuso Lincoln Park, que, al final, cambió a Linkin Park debido a que ya existía un dominio en la Internet con aquel primer apelativo.
Un abogado lo recomendó a Xero, quienes necesitaban un vocalista. Chester les envió un demo con algunas piezas y pronto lo incorporaron al grupo. Por aquellos días de 1999, el roquero malvivía como asistente en una empresa de servicios digitales en Phoenix, Arizona, donde nació el 20 de marzo de 1976.
Al cabo de 17 años juntos, Linkin Park vendió más de 70 millones de discos, y los jóvenes fueron actores de primer orden al atraer a un público nuevo y fresco al heavy metal .
La música le ofreció a Chester la oportunidad de lamerse sus llagas y expresar su hondo malestar, un sentido derrotista de la vida y en convertirse en otro ídolo del rock incapaz de soportar el peso de la realidad.
Lado oscuro
En sus canciones, Bennington decía que las personas debían de superar sus problemas, pero él tenía una vida oscura, llena de telarañas mentales.
Algo ocurrió al amanecer del jueves 20 de julio en la mansión del artista, ubicada en el residencial Palos Verdes States, en Los Ángeles –California–. Hacía mes y medio que Chester había comprado la propiedad en $2,4 millones.
La casa está al final de una calle que serpentea por una colina, y remata con una impresionante vista del océano Pacífico. El roquero solía caminar por el lugar, compraba en el supermercado y los vecinos lo estimaban. Lucía un poco gordito y era un hombre jovial.
Eso solo era un disfraz. Sus padres, Susan Elaine Johnson –enfermera– y Lee Russell Bennington –policía– se divorciaron cuando él cumplió los 11 años.
De inmediato, el niño entró en depresión. Sumado a eso, en la escuela lo lanzaban al piso y lo hacían rodar; lo discriminaban por ser demasiado flaco y vestirse de manera diferente.
En su adolescencia comenzó a tomar alcohol, fumar marihuana y consumir opio, cocaína, metanfetaminas y LSD. A los 24 años logró medio liberarse de las drogas y consiguió un empleo en un restaurante de comidas rápidas.
Muy joven sintió atracción por la música y soñaba con unirse a las bandas Depeche Mode y Stone Temple Pilots. A los 17 años era el vocalista de Grey Daze y logró cierta fama en Phoenix; estuvo cinco años con ellos, sine embargo, dejó el grupo por diferencias personales.
Recién graduado de la secundaria se casó con Samantha, su novia juvenil, pero por falta de dinero para comprarle un anillo de bodas, decidieron compartir un mismo tatuaje. Con ella procreó a Draven Sebastian. Ya tenía otro hija –Jamie– con Elka Brand, una amiga del colegio.
Le fue bastante mal en el matrimonio y tras el divorcio intentó suicidarse; a los 29 años volvió a casarse con Talinda Ann Bentley, modelo de la revista Playboy , con quien concibió a Tyler Lee y a las gemelas Lilly y Lila.
Talinda circuló en las redes sociales una lacrimógena carta de adiós a Chester: “Tuvimos una vida de cuento de hadas y ahora se ha convertido en una enfermiza tragedia de Shakespeare. ¿Cómo me recupero de esta alma hecha pedazos? La única respuesta que se es criar a mis bebes con cada pedazo de amor que todavía tengo”.
Chester no soportó el éxito de Linkin Park; menos la catarata de billetes que recibió porque el primer álbum de la banda fue el más vendido de la década. Recayó en el alcoholismo.
La prematura muerte de su gran amigo Chris lo devastó.
Se tornó insensible, se cansó de todo. Justo el día del cumpleaños de Cornell decidió ahorcarse.
En una ocasión cantó: “el sol nunca se pondrá para ti”, pero esta vez si se detuvo para Chester y lo transformó en un pájaro sin luz.