Las vidas de ocho personas están cosidas por un hilo indescifrable: nacieron en el mismo (y preciso) momento, cada uno en su propio rincón de la Tierra.
Casi 28 años después, la coincidencia azarosa revela un destino fantasioso. Los ocho cuerpos despiertan conectados, sensorialmente y emocionalmente. Son Sense8 , o mejor dicho sensates , un “organismo” involucrado dentro de una conspiración que, a la fecha, permanece un misterio.
Estadounidenses, indios, islandeses, alemanes, coreanos, mexicanos y kenianos. Todos los personajes de la serie hablan el mismo idioma: sí, inglés porque el público estadounidense no ha sido educado para leer subtítulos; pero, de forma más poética, hablan el lenguaje humano de las emociones.
¿Qué es ser humano?, se cuestiona a menudo la serie de las hermanas Wachowski.
Como en otros proyectos de ciencia ficción de las Wachowski –por ejemplo, el amplio universo de Matrix o la progresión histórica de Cloud Atlas –, en Sense8 son más importantes la experiencias que las respuestas.
En concreto, son vitales las experiencias de su elenco: Riley, una DJ islandesa (Tuppence Middleton); Will, un policía de Chicago (Brian J. Smith); Nomi, una hacker transgénero (Jamie Clayton); Lito, un actor homosexual de telenovelas mexicanas (Miguel Angel Silvestre); Kala, una farmacéutica india (Tina Desai); Sun, una boxeadora coreana (Donna Bae); Wolfgang, un maleante alemán (Max Riemelt) y un keniano conductor de autobús, Capheus (interpretado por Toby Onwumere desde el especial navideño del 2016).
En uno de los momentos más satisfactorios de la primera temporada, el grupo recuerda la sincronía de sus partos. Ocho mujeres pujando ocho niños al mundo: nervios, dolor, risa, llanto. Un concierto de piano de Beethoven, música desnuda de cualquier interpretación verbal, los conecta en una misma secuencia.
No es de extrañar que Sense8 funciona como una alegoría a la globalización y sus consecuencias. En un mundo diseñado por divisiones físicas, culturales y lingüísticas, ¿qué más universal que los sentimientos?
Esas metáforas son lo que diferencian la premisa de Sense8 de convertirse en otra conspiración de súperheroes como la franquicia X-Men o la serie Héroes (2006-2010). No importa cuál sea la razón que conecte sobrenaturalmente a los personajes; la fuerza, determinación, coraje y astucia que comparten, como si fueran un mismo organismo, siempre es humana.
Marca Wachowski
Al César lo que es del César: las Wachowski saben de peleas y saben usarlas entre la sensiblería de nacimientos, cumpleaños, abrazos, llantos y una interpretación grupal del éxito noventero (y canción de karaoke por excelencia) What's Up? de 4 Non Blondes.
“Conozco a Lana y Lilly Wachowski desde hace años, compartimos ciertas cosas en común. Estamos de acuerdo con que, como especie, trabajamos mejor juntos que por aparte”, aseguró el tercer co creador de Sense8 , J. Michael Straczynski, en entrevista con el sitio Gold Derby . “En un momento en el que la política y la cultura nos dividen, un show que habla sobre el hecho de que estamos mejor juntos, de que somos nos fortalecemos cuando somos una multitud de voces, podría ser un buen mensaje para compartir”.
Sense8 trata sobre ese mensaje y sobre la humanidad de las emociones, pero no “a flor de piel”, sino ocultas bajo coreografías de artes marciales en una cárcel coreana, tomas despampanantes de montañas islandesas y frenéticas persecuciones policíacas en las brutales cuestas de San Francisco.
Para cerrar la primera temporada, Netflix presentó también un documental sobre esos traslados entre ciudades. Lo que en pantalla parece una floritura, detrás de cámaras es todo un reto de traslados y coordinación con los países en los que graban. Después de todo, sentir en grupo significa vivir en grupo.
“Tienes otras siete identidades”, les asegura crípticamente Jonas Maliki (Naveen Andrews), un sensate de un grupo veterano y quien termina siendo el mentor de los personajes de la serie.
Pero, ni siquiera la telepatía los convierte en “mutantes”. Dentro de la extraordinaria conexión, cada sensate aporta talentos prácticos para pelear contra un enemigo que todavía no sido presentado cabalmente. Agilidad, fuerza, entrenamiento policiaco, conocimiento científico y tecnológico, sensibilidad y humor: ninguno de ellos es un súper poder, ni siquiera en la más extrema de las secuencias de acción con la marca Wachowski.
Como lo hacen los protagonistas, el espectador vive la versión que prefiera: la adrenalina, las elaboradas odas a los sentidos y las emociones humanas– en especial las del tacto porque la serie describe sus orgías con suculenta lentitud– o, mejor aún, ambas.
Una pelea globalizada
En sana teoría, los nuevos episodios de Sense8 atará los cabos sueltos de la primera: los sensates tienen un enemigo común –o varios, con ocho héroes significa que los enemigos también se múltiplican–, pero no queda muy claro los intereses que puedan tener.
“¿Cómo se caza a alguien viendo el mundo desde sus ojos? Es perturbador para mí”, afirmaba Brian J. Smith para afirmaba Brian J. Smith para Buzzfeed , sobre su rol como el policía estadounidense Will, quien se convertirá en un miembro clave en la lucha contra una organización que busca exterminar los sensates .
“Vamos a tener a Whisper persiguiéndonos mientras nosotros lo perseguimos a él. (Kala) tiene su historia de amor con dos chicos pero ahora aportará más de su cerebro y habrá más información sobre la persona en la que se ha convertido”, detalló la actriz Tina Desai.
La magnitud de la persecución todavía es difusa porque la primera temporada se concentró en describir los límites de la conexión de los personajes.
“Tenemos ocho protagonistas, así que conocerlos de forma íntima y apegarse a ellos toma tiempo. Eso fue manejado delicadamente en la primera temporada pero, para el final con ellos juntos, ¿qué pasará ahora?”, cuestiona la británica Tuppence Middleton, quien interpreta a Riley.
Expuesta la red mundial de conexiones, solo falta saborear la segunda temporada con la verdadera pregunta: ¿qué implicar ser humano en un mundo sin ninguna frontera?
Véalo. Viernes 5 de mayo. Netflix