La agente Dana Scully mira su teléfono y el rostro se le contrae al recibir la llamada que tanto ha esperado (y temido). Contesta, y la voz con más presencia en su vida vuelve en estampida, demoledora.
“Estoy aquí”, le dice Fox Mulder.
Mulder y Scully. Scully y Mulder. Un binomio inseparable, una entidad que agrupa a dos espíritus opuestos, complementarios. Una de las parejas-no-parejas más simbólicas y queridas de la década de los años 90, de la televisión, de la ciencia ficción, de la cultura geek , de la historia del entretenimiento planetario.
Ver juntos a Mulder y Scully ya no estaba en los planes de nadie. Y ahí está la maravilla detrás del regreso de Los Expedientes Secretos X ( The X-Files ): ya lo habíamos dado por descartado.
La época dorada de las series dramáticas televisivas (incluyendo las de streaming ) que vivimos ahora se construyó sobre el culto que The X-Files y otras producciones pioneras cultivaron 20 años atrás. Muy claro está que fenómenos recientes, como Game of Thrones, Breaking Bad, The Walking Dead o House of Cards , no serían lo que son si no les hubiese abierto brecha aquel drama de agentes federales en búsqueda de la verdad.
Quiero creer
Fox Mulder es un hombre de fe. Cree ciegamente en que la verdad está ahí, afuera; en que los extraterrestres existen y raptaron a su hermana, en que el gobierno conspira a espaldas de la población, en que no todos los misterios tienen una explicación racional.
Dana Scully, por su parte, es una mujer pragmática; una científica que se guía por las evidencias, no por las corazonadas; una doctora que cree en la ciencia antes que en los dogmas. Scully se basa únicamente por lo que sus sentidos pueden explicar.
Bueno, al menos así era hasta que se topó con Mulder.
Chris Carter, creador de The X-Files, la pegó desde el inicio, cuando su historia de investigaciones paranormales la contó a través de los ojos de este par de agentes federales tan distintos, pero compenetrados.
Desde que Fox lanzó en 1993 la serie, la ley de atracción de los opuestos fue la clave del programa: la poco objetiva fe de Mulder se estrelló, en incontables episodios, contra la inquebrantable ciencia de Scully, formando en el camino una relación platónica que emocionó a una generación de televidentes, ansiosa de ver a aquel par de amigos y colegas dar un paso más allá.
Durante siete temporadas, Scully y Mulder nos condujeron a través de los pasillos más oscuros de las teorías de conspiración.
Según The X-Files, toda esa mugre que se supone el gobierno estadounidense esconde debajo de la alfombra es cierta, incluyendo los asesinatos de figuras prominentes, las manipulaciones políticas y, desde luego, el conocimiento de existencia de vida extraterrestre.
Para su octavo año, la serie perdió a Mulder, y Scully cedió un poco de protagonismo. Los reemplazos con los que se pretendía relanzar la producción no surtieron el efecto deseado y los Expedientes se despidieron en el 2002, en su novena temporada, con un cierre atropellado y torpe que trató de atar –sin éxito– los cabos sueltos que tanta intriga había dejado durante más de una década.
Para colmo, en el 2008, se estrenó el poco apreciado filme The X-Files: I Want to Believe , que flaco favor le hizo a la saga y terminó por servir como una nota ácida de despedida.
En otras palabras: The X-Files no terminó bien. O peor aún: concluyó bastante mal.
Los años pasaron y conforme la serie aumentó su carácter de culto, el clamor popular por un mejor desenlace llegó a hacerse ensordecedor.
Poco a poco, los involucrados terminaron por aceptar que querían retomar la historia y, en el 2015, llegó el anuncio bendito de parte de Fox: Mulder y Scully volverían a la pantalla chica, solo que ahora en una miniserie de seis capítulos (formato muy a tono con la actual producción de series de televisión).
Trío dinámico
Desde que se empezó a valorar un eventual regreso de The X-Files , todo el mundo tuvo claro que este solo se daría si los tres principales involucrados aceptaban participar: el productor, guionista, director y creador Chris Carter, y las dos estrellas: Gillian Anderson (Scully) y David Duchovny (Mulder).
Para fortuna de la humanidad, los tres no se hicieron de rogar para retomar los trabajos que los lanzaron a la fama mundial. Eso sí, hubo algunas condiciones.
Anderson y Duchovny no estaban dispuestos a comprometerse de nuevo con una serie de más de 20 episodios, como era lo usual en las anteriores temporadas de The X-Files . Ambos intérpretes gozan de amplio prestigio en el gremio y en sus agendas ya no hay espacios para trabajos tan a largo plazo. De ahí que la intención de Fox de regresar a la franquicia con una miniserie fuera como música para ellos.
La vida ha sido buena con ambas estrellas desde que se desvincularon de los personajes que los convirtieron en íconos. Anderson se radicó en Londres, en cuya escena teatral ha cultivado aplausos año con año, además de frecuentes apariciones en filmes independientes y un estelar en la maravillosa serie policial irlandesa The Fall (disponible, completa, ya en Netflix).
Duchovny no se ha quedado atrás, pues con la ya extinta serie Californication dio rienda suelta a su vena cómica (ganando un Globo de Oro en el proceso). Recientemente, ha estado al frente de Aquarius , serie dramática de NBC que se adentra dentro del clan asesino que Charles Manson formó en la década de 1960 y cuya segunda temporada está en producción.
Ya con el camino claro tras la confirmación de Carter, Anderson y Duchovny, Fox se lanzó a la búsqueda de otros rostros familiares para la fanaticada de The X-Files.
Así, la miniserie que se estrena este lunes 25 de enero también incluye el regreso de Mitch Pileggi como Walter Skinner, director asistente del FBI que supervisa el trabajo de Mulder y Scully. Si bien al inicio de su aparición en la serie Skinner parecía empeñado en sabotear las investigaciones del dúo, con los años se probó como un valioso aliado para revelar las conspiraciones de turno.
También regresa Annabeth Gish como la agente federal Mónica Reyes. El suyo es un personaje que se incorporó a la trama en las dos últimas temporadas, y cuyo destino quedó en suspenso tras los frenéticos hechos del episodio final.
Sin embargo, el retorno que más intriga y emociona es el de William B. Davis, quien retoma su interpretación del Fumador. Consagrado como uno de los villanos más despreciables en la historia de la televisión, este sujeto de pasado oscuro e intenciones perversas fue, a lo largo de la serie, un antagonista temible para Mulder y Scully.
Promotor de la invasión extraterrestre y manipulador por excelencia desde las sombras del poder, este fumador crónico murió al cierre de la serie tras el ataque con un misil a su refugio, en el desierto de Nuevo México. Explicar cómo sobrevivió el Fumador será el primer gran misterio que The X-Files debería abordar en su regreso.
Los fanáticos de la serie tampoco han pasado por alto la confirmación de que también estarán de vuelta los Pistoleros Solitarios, trío de excéntricos teóricos de la conspiración que fueron favoritos de la audiencia, al punto de llegar a contar con su propia aunque corta serie. Los tres actores –Bruce Harwood, Tom Braidwood y Dean Haglund– están anunciados para ser parte de, al menos, un capítulo de la miniserie.
Entre los nuevos fichajes del reparto, el nombre que más llama la atención es la del cómico Joel McHale ( The Soup , Community ), quien encarna a Tad O'Malley, difusor de noticias por Internet que sirve de aliado para Mulder.
Con pocas caras nuevas y muchas caras viejas: así es como The X-Files vuelve. Todos los inmiscuidos se han cuidado de no tildar estos seis episodios como un cierre, dejando en el aire la posibilidad de que la búsqueda de la verdad que hacen Mulder y Scully se extienda más allá. Y, en el nombre de todo lo oculto en el Área 51, que así sea.
Véalo. Lunes 25. Fox. 10:00 P. M.