Axl y Slash. Marcia y María. Ambos dúos no pueden estar más alejados en el espectro del entretenimiento y aún así, para efectos comparativos, su único rasgo en común era enorme: las posibilidades de verles de nuevo en acción eran igual a cero.
Así fue. El éxito colaborativo que cosecharon décadas atrás se dividió en carreras separadas y se vistió de la noción tácita de que lo que había sido ya no sería más. Tanto al Guns N’ Roses de los primeros, como al Gallito Pinto de las segundas les habíamos echado tierra hace rato.
Estamos en el 2016 y, contra los pronósticos, ahí andan: Axl y Slash interpretando de nuevo, juntos, Welcome to the Jungle , y Marcia y María haciendo, juntas, a sus policías, sus chinas y sus viejitas.
¿Existe mala sangre? Entre Axl Rose y Slash es probable, pues la reunión de Guns N’ Roses huele por todo lado a “si nos toleramos, es solo por la plata”.
Con Saborío y Torres, los motivos están más a flor de piel. En una entrevista que sostuvimos días atrás se me hizo evidente que ahí sigue la combustión instantánea que se genera cuando estas dos mujeres comparten un mismo espacio.
Marcia y María. María y Marcia. El suyo es el dúo de comedia más exitoso del que este país tenga cuenta, y su regreso ha sido motivo de júbilo nacional (a las pruebas nos remitimos: las funciones del montaje Gallito Pinto edición 2016 se agotan a los pocos minutos de lanzarse a la venta).
Especular sobre los motivos detrás de la evidente e indiscutible separación profesional que sufrió esta mancuerna se volvió deporte. Todo tipo de teorías de conspiración y disparates se susurraron a lo largo de los años, incluso desde medios de prensa, para tratar de darle explicación a la ruptura del exitoso par. Sin embargo, la ficción le gana a la realidad, pues como bien explican ellas, detrás de esos años de distancia hubo algo que todos deberíamos poder entender: relación de hermanas.
Marcia y María son hermanas, no de sangre pero sí de vida. Y quienes tenemos hermanos sabemos lo fácil que es agarrarnos del pelo, decirnos cuatro cosas, devolvernos los peluches y jurarnos sentencias “de por vida”.
Los hermanos pelean, y los hermanos se perdonan. Toda buena bronca de hermanos que se respete debería siempre terminar con abrazos, lágrimas, mocos y, bueno, reconciliaciones. “Los hermanos se pelean y a los 15 minutos se arreglan”, dijo María en la entrevista. A ella y a Marcia les tomó 15 añitos.
Marcia y María. María y Marcia. Hacer un par de días las vi en el escenario del colmado Melico Salazar, desarmando a carcarcajadas a un público que nunca perdió la fe de ver otra vez a la entidad indisoluble. Cuando Shirley Yahaira y la Tía Maricucha coincidieron en escena, el verdadero motivo de la reunión les explotó a las actrices en la cara: un sincero y estruendoso aplauso.